Cuestión de género

Lo seguimos haciendo, seguimos consintiendo que cada día nos desayunemos con “nuevo caso de violencia machista” en las radios, periódicos y redes de nuestro país. Seguimos torciendo el gesto algunas, y seguimos justificando otras. Todavía tenemos grabado en nuestro ADN la “explicación” de la violencia machista, de género, doméstica o pasional, como se llamaba antiguamente. Todavía bromeamos con chistes sobre “pegar” a la mujer, todavía toleramos cierto rango de flexibilidad ante la violencia y lo peor de todo es que todavía no nos damos cuenta.

Y es que existe la violencia en muchos lugares y momentos, de hecho la llevamos impregnada en nuestra piel desde el momento que tenemos que demostrar como mujeres que somos tan válidas o más que los hombres. Desde el momento en que ser madre te convierte en una especie de superheroina que ha de demostrar continuamente que puede reservarse un hueco donde desarrollarse también como persona independiente de su condición. Existe violencia en el lenguaje, claro que existe, pero aún justificamos con “el lenguaje es así”. Y con esto del lenguaje estoy cada vez más sorprendida, quizás porque últimamente me fijo más. En los últimos meses estoy observando como el uso genérico del grupo parece una agresión si se utiliza el femenino en vez del masculino cuando hay un solo hombre delante. Sé que no todos los hombres son así, y que a muchos les da igual, pero hay un alto porcentaje que saltan como si tuvieran un resorte si decimos “nosotras” en lugar de “nosotros”. Un ejemplo:

Estamos en clase de Yoga, hay tres mujeres y un hombre, el profesor dice “respiramos tranquilas”… cuando acaba la clase el hombre en cuestión, que además es un hombre deportista, moderno, espiritual, dice en tono de broma al profesor: “yo lo único que no he entendido bien es lo de respirar tranquilas”, destacando así que él es un hombre y que como tal no se le ha incluido en el genérico. El profesor argumenta, hay mayoría de mujeres, la mayoría manda. Alguien en la clase le dice, “qué mal lleváis los hombres esto, llevamos nosotras escuchando toda nuestra vida que nos llamen en masculino y nunca hemos protestado”, a lo que el resto de mujeres ni se pronuncia, el profesor se ríe, el hombre tuerce la sonrisa en una mueca de “ya salió la feminista de turno”.

Parece que no tiene importancia, de hecho no tiene ninguna importancia, pero a mí me hace pensar por qué es tan importante para ellos que les llamen, les mencionen por su género, quizás es que nuestro lenguaje tiene raíces profundamente masculinas, quizás es que hayamos alimentado durante siglos que el hombre tiene más derecho y por eso el genérico es masculino.

Esta cuestión del genérico grupal también lo he podido observar recientemente en niños de 5 años de edad. Si mencionas en un grupo de chicas y chicos el grupal femenino, rápidamente un niño dirá “¿Y nosotros?”, como si ellos no estuviesen incluidos en ese genérico grupal femenino. Si lo comento con las adultas responsables dirán, es normal, el genérico es masculino. Pero pensemos por favor un momento por qué el genérico es masculino, por qué solo puede usarse el femenino si hay mayoría de mujeres, y por qué les molesta tanto a algunos hombres, y no tan hombres, que les incluyan en un genérico femenino… pensemos… ¿ya? La única razón es porque el mundo ha pertenecido al hombre desde hace mucho tiempo, es el que salía a cazar según nos han contado, y el que ha traído el pan, es el que ha resguardado y cobijado a la pobre mujer que, por otra parte, sólo se encargaba de perpetuar la especie (cosa de nada), administrar y transformar el famoso pan que traía el hombre.

Pero claro, ahora vamos las mujeres y queremos ser como ellos, queremos salir a cazar, queremos traer el pan… y mira que hace tiempo que llevamos haciéndolo, pero aún no hemos asumido que lo de perpetuar la especie no es sólo responsabilidad nuestra, aún no hemos entendido que salir de casa a trabajar, tener ocio, y desarrollo personal no es un extra añadido a nuestras labores de género. Aún no hemos entendido que no tenemos que justificar en todo momento qué significa ser mujer hoy.

Me obsesiona cada vez más la herencia educativa que estamos dejando a nuestras hijas e hijos, que un niño de cinco años reivindique su genérico masculino es muy llamativo, tan llamativo como que una joven deje leer sus mensajes de móvil a su pareja que la quiere controlar porque la ama tanto que tiene que enseñarle lo que puede o no puede hacer y decir. Lo peor es que justificamos este tipo de actos como “cosas de chiquillos” o “cosas de celos”, lo peor es que no les paramos en seco y les decimos que ese comportamiento no tiene ningún tipo de tolerancia ni flexibilidad. Sentir celos no es romántico, y así hemos de hacérselo ver a nuestras hijas y a nuestros hijos. Las personas no se poseen.

Hay quien  dirá que también existe violencia sobre los hombres, también existen celos de las chicas y control de éstas hacia sus parejas masculinas, y es verdad. Pero no voy a entrar en un debate de si hay o no igual violencia en un sentido que en otro, porque justificar la violencia sobre la mujer porque también éstas la ejercen sobre los hombres es tan estúpido como decir que no vamos a luchar contra el cáncer porque también existe el sida… Pero es que además, la violencia sobre la mujer es en cifras muy superior a la violencia sobre el hombre en cuestión de género, y esto nos lo tenemos que meter en la cabeza si queremos tener y dejar una sociedad sana a nuestras generaciones venideras.

No hace falta llegar a escuchar, nuevo caso de violencia machista en la radio, la violencia está presente desde el momento en que hay diferencias a la hora de conseguir un salario igualitario por el mismo trabajo, desde el momento en que una mujer que va sola por la calle de noche  siente inquietud, desde el momento en que hemos de justificar que si somos mayoría podemos usar el “nosotras”, desde el momento en que alguien te mira descaradamente por la calle por ser “bonita”, no digamos ya si además de mirar te dice burradas. También desde el momento en que yendo por la calle con tus hijas adolescentes, las silban, piropean y babosean contigo delante, pero nunca lo harían si fueran con su padre.

La verdad, tenemos mucho recorrido en esto del género, y el primer paso es dejar de justificar cualquier acción, por pequeña que sea, que tenga tintes de desigualdad. Hay mucha gente que dice “es que los hombres y las mujeres no somos iguales”, y es verdad, físicamente somos distintos (faltaría más), pero es que en esto de la igualdad no estamos hablando de ser iguales, estamos hablando de poder ser iguales. Nos han negado durante siglos la opción a ser iguales, y las soluciones para hacernos creer que lo somos pasan por la igualdad en cifras, por la paridad. Esto de la paridad se ha inventado para no permitir nunca que pueda haber mayoría de mujeres, reconocedme que es un nuevo gol a nuestra lucha. Queremos poder estar en igualdad de condiciones que cualquier hombre, porque antes de ser mujeres somos personas, personas que llevamos siglos de lucha para poder estar sin demostrar, sin justificar. Personas que pueden decidir renunciar a su condición física y no ser madres sin tener que justificarse por ello. Personas que pueden decidir vivir solas, sin tener que justificarse por ello. Personas que pueden decidir criar a sus hijas e hijos y nada más, sin tener que justificarse por ello.

Así que, en cuestión de género, aún tenemos mucho que hacer, empezando por reivindicar que “nosotras” también es un genérico del lenguaje.

Destinos

María cerró la maleta con las últimas prendas para su viaje a Estambul. La emoción circulaba caliente por su estómago y subía hasta su garganta impidiéndole hablar, haciendo su respiración jadeante y ruidosa. En su cara había una gran sonrisa, y su pensamiento volaba hacia su próximo destino. Había llevado una vida muy conservadora, pero desde hacía tres años había decidido que necesitaba volar, correr, inundar su mirada con colores, sabores, olores de diferentes lugares. Y dijo que sí, que iría a ese viaje que Andrés, su mejor amigo le había propuesto. No era barato, se dijo, pero era una oportunidad que no podía rechazar. Siempre había querido visitar esa ciudad, desde que estudiara arte en el colegio y la hermana Josefa les hablara de Santa Sofía con esa pasión inconfundible de su admirada profesora. Ella siempre llegaba a clase con diapositivas de obras de arte, apagaba la luz y comenzaba el espectáculo, cuarenta alumnas boquiabiertas con las imágenes y las palabras de la hermana Josefa, rotundas y cálidas, como si fueran parte de un cuento o una canción, penetraban en las cabezas adolescentes sin esfuerzo.

María nunca olvidaría las clases en que hablaba de Santa Sofía, esos medallones con letras turcas a cada lado de un supuesto altar con la Virgen y el niño, los mosaicos completamente indispensables de ver, Constantinopla y su riqueza, el paso del Imperio otomano, su reconversión en Mezquita, todo ello se mezclaba en la cabeza de María en formato imágenes de diapositivas que fue viendo de niña. Ahora estaba cerrando la maleta para verlo de verdad.

Andrés la recogió a las once y emprendieron ambos el viaje hasta el aeropuerto donde esperaba el resto del grupo. Casi no hablaron en el trayecto en taxi, y Andrés sabía por qué, conocía lo suficiente a su amiga para saber que el paso que estaba dando era realmente importante para ella, un viaje de cinco días a la ciudad que siempre la había estado esperando.

Llegaron a Estambul a media tarde, la jornada había ido transcurriendo y María se había ido relajando cada vez más. Entre risas y bromas consiguió calmar su ansiedad y comenzar a disfrutar de cada pequeño detalle. Dejaron las maletas en el hotel y pasearon por la ciudad, saboreando cada partícula de luz crepuscular con la caída del sol colándose entre los minaretes de la multitud de mezquitas que adornaban cada paso que iban dando. Sus ojos comenzaron a llenarse de esa luz, del sonido del almuédano llamando a la oración, un canto que vibraba en cada rincón de su cabeza y viajaba hasta el interior de su médula espinal recorriendo después cada órgano, cada músculo, cada terminación nerviosa. Un canto, sí, grueso, eterno y mudo que resonaba varias veces al día. María cerraba los ojos para poder escucharlo dentro de sí.

Se levantó ansiosa al día siguiente, era el día que irían al templo que para ella era el crisol de civilizaciones y de historia más auténtico del mundo, casi podía notar el temblor recorriéndole todo el cuerpo. Su amigo la miraba con auténtica devoción, siempre había admirado la capacidad de ella para sentir y vibrar con la emoción, era algo que le generaba mucha curiosidad y cuanto más la observaba más cuenta se daba de que hasta su rostro se desdibujaba para convertirse en una persona más vieja y nueva a la vez. Agarró su mano con fuerza y entraron.

María estaba en el centro mismo del templo, mirando hacia arriba a la cúpula flotante y luminosa, de sus ojos brotaban lágrimas de emoción que transmitían a Andrés un enorme deseo de abrazarla. Sin poder dejar de mirar al cielo que era el techo de aquel templo, María sintió una presencia más que la miraba desde algún lugar indefinido, una presencia que se parecía mucho a ella, la presencia que siempre le había acompañado en su vida. María pensó en su hermana, la que nunca llegó a conocer, y apretó la mano de Andrés más fuertemente.

——–

Ya han pasado dos años desde aquel viaje, pero María sigue vibrando cuando evoca el momento de la luz. Así lo bautizaron Andrés y ella, el momento de la luz, esa luz que entraba por las múltiples ventanas de la cúpula de Santa Sofía y que simulaba que ésta flotara. Ella piensa y recuerda no solo el impacto de esa belleza brutal, si no la sensación de presencia que le sigue acompañando a todas partes donde va. No lo ha hablado con nadie porque piensa que si lo hace la mirarán mal, quizás piensen que no está bien de la cabeza, por eso se lo guarda para sí y piensa que ella una vez, hace mucho, estuvo acompañada. Cuando no podemos hablar, ni recordar, tan solo sentir. Cuando estamos formándonos en el útero materno, ahí estuvo María con otro ser. Lo sabe por su madre, pero también lo sabe por la presencia que le acompaña siempre. Ella siente, ella piensa, pero no cuenta.

Hace poco que han comenzado a circular las historias sobre bebés robados en las décadas de los 50 hasta los 80 y María que al principio no quiso hacer caso, ahora sigue las noticias al detalle, algo se remueve en su interior y ella busca desesperadamente un detalle, un dato que le haga agarrarse a él y descansar, enterrar a su hermana tal y como le dijeron a su madre que habían hecho. Pero cuánto más lee, cuánto más escucha, más fuerte es la presencia de su hermana que le susurra en el oído: sigo a tu lado, estoy aquí. María no se lo dice a nadie, y tampoco dedica más de tres minutos a cada pensamiento al respecto. Es miedo, se dice a sí misma, es el miedo a saber y a pensar que quizás no esté muy lejos de ella o, peor, esté muy lejos. Es un pensamiento difuso, sin forma ni contenido, tan solo una presencia que se hace fuerte cuando ella vibra, cuando se emociona. ¿Por qué? se dice a sí misma, por qué aparece entonces.

Andrés es su amigo más íntimo, la persona que siempre está a su lado aunque no estén juntos. María sabe que si necesita apoyar su cabeza en un hombro, ese hombro es de Andrés. Él la mira siempre en silencio, no pregunta, sólo mira. Es el amigo que oculta sus sentimientos con las palabras pero que los muestra con sus ojos, con sus manos, con su boca. Andrés sabe que María piensa en algo que él no sabe, pero no quiere preguntar, prefiere dejar que sea ella quien confíe y se lo cuente. Recuerda en Santa Sofía, el momento de la luz, ese momento mágico, Andrés sintió la mano de María fuerte y cálida como si se tratara de metal fundido que traspasa hacia otra dimensión. Le resultó curioso, y si no fuese porque la conoce lo suficiente, hubiese pensado que estaba queriendo decirle algo. Algo que Andrés espera ansioso, ese algo parecido a una declaración de amor, a un cruce de frontera, de la amistad al amor, algo que espera desde que la conoció. Pero Andrés sabe que María está lejos de eso, y la prefiere así, amiga, confidente, silenciosa y ruidosa a la vez, sabe que quizás sea de la única manera que podrá ser. Y no le importa, pero aquella vez… sabe que vibraría con el templo, pero esas lágrimas y su mano traspasándolo eran como el mensaje que oculta una botella en medio del mar, quieres leerlo pero no puedes hasta que ésta se acerque a la orilla. Y desde hace dos años, cuando Andrés mira a María, se sumerge en su mirada esperando que el mensaje llegue hasta el borde de sus ojos. Pero sigue esperando.
María se plantea si confiar en Andrés su gran secreto. Tiene miedo de que en el momento que le ponga voz, su pensamiento se convierta en real y deje de ser tan solo una preocupación.  Andrés, ¿hace cuanto que le conozco? se pregunta, y la respuesta le acaricia la mejilla haciéndola sonreír: 14 años. Quizás sea el único que se merece saber de su secreto.

———

Se han acercado juntos al Registro, comienza la búsqueda, una búsqueda que quizás sea infructuosa, pero que Andrés le aconsejó realizar. Ya no lee la prensa, ahora sólo busca su propia historia, la que comenzó el mismo día de su nacimiento, hace treinta años, y que no sabe cuándo acabará. Es la búsqueda de su hermana pero también de sí misma porque en definitiva ¿qué sabemos de nosotros mismos? Responde a impulsos y sensaciones más que a hechos, quizás en su búsqueda se tropiece con la dececpción, quizás no encuentre ningún ser que compartió con ella mismo espacio, líquido, sonido y calor. Pero quizás sí encuentre ese momento único de ser, de estar, vivir y sentir. Quizás, al fin y al cabo, ella es al mismo tiempo María y su hermana, quizás lleven juntas más tiempo del que cree. La búsqueda ha comenzado y ya no hay vuelta atrás.

En la guarida

Hacía varios años que la mujer habitaba con el lobo que en su día le dio su cobijo, su calor y su piel. Habían sellado una amistad perpetua basada en la confianza mutua, ella ya no sentía miedo de sus ojos ni de sus dientes, y en su lugar había aparecido una especie de poder frente a él que había hecho que aumentara de tamaño sorprendentemente, siendo casi igual que lobo. Ahora, cuando ella se echaba sobre él para darle calor, sentía que él se abandonaba cada vez más, hundiéndose en el suelo, cerrando los ojos. Esos ojos amarillos, que tanto atemorizaban a la mujer al principio, iban siendo cada vez más grises y habían tomado la forma de unos ojos casi humanos para ella. Con el paso de los años, la mujer había dejado de sentirse necesitada de protección, y no permitía apenas que él se echase para darle calor, su piel seguía protegiéndola y aunque estaba algo más débil, ella no lo percibía. Lobo, sin embargo, sabía que perdía su fuerza y que juntos podrían volver a tenerla, pero por alguna razón, ella no se dejaba proteger y prefería peinarse en soledad y tan solo mostrarle de vez en cuando alguna caricia.

Lobo iba sintiendo cada vez un poquito más de frío, e intentaba protegerse de él buscando algún lugar donde cobijarse, parecía que la cueva que en su día le albergó sólo a él, y que después compartió con la mujer, se había convertido en un lugar inhóspito con el paso del tiempo. Solo alguna vez, cuando conseguía arrancar un abrazo a la mujer, volvía a sentir calor y fuerza, pero desgraciadamente, cada vez eran más escasos esos momentos y él sentía la urgencia de buscar otra cueva para sentirse confortable.

Pensaba una y otra vez en por qué le pasaría esto, él que siempre había vivido solo, que no había necesitado más que ese pequeño trozo escarbado en la roca para vivir, por qué ahora sentía como si no hubiese más aire que el que emanaba de la boca de la mujer. Por las noches, cuando ella dormía, a veces la miraba y recordaba la primera vez que la vio, indefensa, pequeña, asustada. Recordaba su olor, el olor de la primavera recién llegada, y su desnudez pálida y temblorosa que él ayudó a cubrir. También recordaba el miedo que tuvo la primera vez que la vio, el sabor a metal en la boca cuando escuchó las pisadas de alguien adentrándose en su hogar, un metal que se transformó en miel cuando aspiró el aroma de su pelo. Y es cierto que ahí quiso comérsela, a punto estuvo si no hubiese sido por la mirada suplicante de ella, y la pregunta “¿vas a comerme?”. Descubrió entonces que no podía comerse a un ser tan indefenso, y decidió darle calor comenzando así una historia de amistad infinita.

Pero las cosas habían cambiado mucho, la mujer no parecía tenerle miedo, sus ojos parecían haber cambiado la forma en que lo miraba, se había vuelto más altiva, mucho más segura, y no quería apenas compartir esos ratos juntos bajo la luna. Tampoco entendía por qué lo había debilitado tanto a él que no tuvieran la misma relación. Lobo se enfurecía muchas veces, rugía y enseñaba sus dientes buscando otra vez la mirada temblorosa de ella, pero no llegaba. En lugar de eso, la mujer permanecía sentada tranquila mirándole con desánimo, hundiendo sus largos dedos en la piel que un día lobo le dio.

Un día, la mujer decidió abandonar a Lobo, estaba cansada de vivir siempre en una cueva, de sentir un frío impreciso, sin ganas para charlar, ni para mirar a la luna que cada vez parecía más lejana. Sentía a su compañero pequeño y triste, y una decepción había empezado a hacer mella en su interior convirtiéndose en desilusión y hastío. Así que una mañana se levantó temprano y se fue, sin decir adiós, tan solo salió a caminar. Necesitaba encontrar otras caras, cuando había llegado a aquel lugar apenas recordaba nada de su pasado, pero sabía que era una mujer, y que vivir con un lobo no era algo natural para la especie humana. Era cierto que había vivido años con él sin sentir el más mínimo temor, salvo al principio, pero algo en su interior le recordaba que ella era humana, que se merecía encontrar a otros humanos, probar a ver la vida con ellos, como ellos, y quizás encontrar también un compañero humano, como ella.

Así que se fue, al principio caminó ligera, sintiéndose cada vez más liviana con cada paso, y eso la animó, pensó: esto es lo que necesitaba. Pero al llegar la primera noche, la oscuridad inundó el entorno y la mujer tuvo que parar a descansar. Por un momento sintió que el pánico la inundaba cuando al cruzarse de brazos notó que volvía a estar desnuda. Un escalofrío recorrió su espalda al recordar su primera noche en aquel lugar, el frío, el miedo, el dolor que le provocaba la hierba y las hojas caídas en su piel, así que buscó a tientas nuevamente, pensó: “encontraré otro lugar, igual que la otra vez”, pero no encontró nada. Decidió sentarse despacio apoyada en un árbol, quizás alguien pasase por allí y la encontraría, pero al poco rato notó la corteza arañando su fina piel y no escuchó ni el más mínimo rastro de vida. También tenía frío y de repente se sintió pequeña, quizás incluso más que aquella vez, y deseó notar tan solo un soplo de aire de su boca, el aliento de su amigo, su voz gruesa, su mirada prolongada y dialogante, su piel… y lloró.

Lloró toda la noche, y al amanecer descubrió que no había dormido nada, notaba el peso en las piernas magulladas como si arrastrase un saco de piedras. Se tocó los brazos y descubrió su piel, otra vez esa piel blanca, suave, frágil, y le gustó por un momento. Después recordó que no tenía con qué cubrirse y sabía que tendría frío cada noche. Tuvo miedo, ¿y si Lobo también había perdido la piel? o peor ¿y si él había recuperado su fuerza y su pelaje y se había olvidado de ella? Ahora solo imaginarle enfadado sí le infundía temor y se quedó paralizada sin saber qué hacer. Quería volver, pero tenía miedo, y ese cansancio la impedía andar rápido. Se movió pesada a través de las hojas, haciendo crujir a cada paso el manto áspero de un bosque desierto, y entonces sucedió.

Desde lo más recóndito de su ser, dentro de sus vísceras, en el centro mismo del estómago, notó un dolor agudo que fue extendiéndose a lo largo de todo su cuerpo, primero hacia la pelvis y las piernas, hasta los dedos de sus pies, subiendo después por su columna, como un latigazo lleno de electricidad y luz, invadió todo su ser y salió por la boca en forma de aullido largo y doloroso. Y repitió hasta tres veces, muy largo, muy lejos. El aullido del lobo habitaba en ella. Con cada exhalación sentía un poco más de seguridad, y quiso seguir aullando en bajito, soltando el peso de su cuerpo, el que se había instalado durante los últimos años. Pensó en él, en su olor a fuerza, en la generosidad de aquella primera vez, en su peso grande y liviano a la vez, y notó que el aire le faltaba, que necesitaba oír su voz.

Lobo había pasado un día y una noche en blanco esperando verla regresar y cuando ya lo había dado por perdido escuchó un sonido familiar pero lejano, como si su propia voz estuviese independiente por el bosque, aullando desconectada de su garganta. Y entonces fue cuando miró, y la vio. Salió corriendo en su busca, pero se detuvo en seco al ver que esto la asustaba. Tan solo se paró, y se sentó sobre sus patas traseras, a esperar.
Ella llegó lentamente, hundiendo sus ojos en los de él, suplicando “perdóname”. Lobo agachó la cabeza hasta su mano y se dejó acariciar, después se tumbó del todo y esperó que ella diera el siguiente paso. Y entonces la mujer le dijo: “He vuelto y he aprendido. Dejé de escuchar el sonido de las pisadas, y de tu respiración, de tus palabras. Dejé de mirar el reflejo que la luna hace sobre nuestros cuerpos, dejé de escuchar mi propia respiración, pendiente de romper con la rutina, caí en una rutina nueva de desánimo y desamor. No me di cuenta de que el amor entre tú y yo es indisoluble, si uno cae, también cae el otro, que si me quedo desnuda, desnudaré tu interior. Caminé sola y segura, esperando encontrar el amor auténtico con un hombre como yo, hasta que perdí mi pelaje, el tuyo, me volví a herir, y me di cuenta de que me había vuelto a equivocar. Pero esta vez he sabido regresar, y quiero montarme en tu lomo y salir a caminar contigo, juntos”. Y se subió encima de él y se tumbó boca abajo, acariciando su cabeza, su hocico, sus patas fuertes, y recostó su cabeza en el cuello para mezclarse de nuevo en uno solo. Lobo cerró los ojos y, por primera vez en su vida, sonrió. Lobo cada vez más humano, y ella cada vez más salvaje.

Taller Habilidades de Comunicación no Verbal

El pasado día 21 de febrero, tuvo lugar en nuestra sede un Taller sobre Habilidades de Comunicación no Verbal.

El objetivo de este taller fue dar pautas esenciales de la comunicación mediante nuestro cuerpo. Conocer el lenguaje de nuestro cuerpo es fundamental ya que tiene un peso muy superior a la comunicación verbal. Se dice que alrededor del 70% es lenguaje corporal, frente al 30% del mensaje verbal.

Cuando hacemos una exposición oral en público, cuando charlamos con un amigo, cuando queremos negociar algo, o cuando estamos en una reunión frente a un grupo, nuestro cuerpo también habla y por eso en este taller trabajamos las barreras a la comunicación y los gestos reforzadores de la comunicación.

En un ambiente muy agradable transcurrió el taller en el que tomamos café, pastas y un estupendo bizcocho de manzana aportado por uno de los participantes. También ensayamos nuestros discursos frente a los demás, para ser conscientes de nuestras fortalezas y debilidades desde un punto de vista de la comunicación.

Gracias a todos y a todas, os esperamos en la próxima actividad!

Taller Habilidades de Comunicación no Verbal

El pasado día 21 de febrero, tuvo lugar en nuestra sede un Taller sobre Habilidades de Comunicación no Verbal.

El objetivo de este taller fue dar pautas esenciales de la comunicación mediante nuestro cuerpo. Conocer el lenguaje de nuestro cuerpo es fundamental ya que tiene un peso muy superior a la comunicación verbal. Se dice que alrededor del 70% es lenguaje corporal, frente al 30% del mensaje verbal.

Cuando hacemos una exposición oral en público, cuando charlamos con un amigo, cuando queremos negociar algo, o cuando estamos en una reunión frente a un grupo, nuestro cuerpo también habla y por eso en este taller trabajamos las barreras a la comunicación y los gestos reforzadores de la comunicación.

En un ambiente muy agradable transcurrió el taller en el que tomamos café, pastas y un estupendo bizcocho de manzana aportado por uno de los participantes. También ensayamos nuestros discursos frente a los demás, para ser conscientes de nuestras fortalezas y debilidades desde un punto de vista de la comunicación.

Gracias a todos y a todas, os esperamos en la próxima actividad!

La “ineducación” de la violencia

Resulta bastante frustrante tener que escribir sobre estos temas después de que las mujeres en nuestro país ya llevemos varias décadas votando, trabajando fuera de casa e incluso protagonizando numerosos éxitos profesionales. Resulta frustrante porque nosotras creemos, estamos convencidas, de que estamos mucho mejor que otras mujeres en otros países donde se ejerce “violencia” porque se les obliga a ir tapadas. He de decir que efectivamente, si comparamos, estamos mucho mejor. Pero también he de decir que no debería existir ni siquiera la comparación.

Escribo este artículo desde la perplejidad que lleva inundándome bastante tiempo y que esta semana se ha hecho mucho más presente, y que tiene que ver con la educación que en materia de género veo en nuestros adolescentes. No solo lo veo yo, los medios se hacen eco de esta alarmante noticia e incluso hablan de cifras de aumento en cuanto a violencia de género en menores de edad. Esta semana leí esta noticia: http://www.madridiario.es/canal-social/menores-infractores/violencia-machista/adolescentes/408010, y me hizo pensar… mucho! Así que si me estás leyendo, voy a pedirte que ejercites tu cerebro y pienses tal y como lo he hecho yo esta semana.

En primer lugar, vamos a leer la noticia en particular, que empieza así: ”Estamos aquí diciendo todos que no vamos a pegar nunca a una mujer y llegas un día y a saber qué te pasa o lo que sea, la puedes pegar, eso surge, es que eso no puedes saberlo hasta que no estás en la situación de decir es que me has hecho esto, esto y esto y te pones nervioso y te pones de mala hostia” / “Pero es que el hombre no la pega porque no haya hecho nada, no llega a casa su mujer está sentada en la tele y se pone a pegarla, estaría loco” / “Hay que poner el friegaplatos y ayudarla. Hacen más que nosotros, la verdad. Pero bueno, son sus costumbres” / “Vale que esto es un pensamiento un poco antiguo, pero si el hombre se tira 10 horas fuera de casa y la mujer no tiene nada que hacer en el día pues oye qué menos que… no está obligada, pero que tenga el detalle de tener la cena preparada” / “Si se va de compras y se gasta todo el sueldo del mes, ¿qué haces, le besas los pies?” / “Tú ves a un chaval que le está diciendo a su piba tú haz esto y haz lo otro, y lo ves y dices, joder, tienes a la piba todo controlada, ¿eh?, pero no dices nada. Muchas veces es así” / “Si puede que piense que la mujer no debería tener tanta libertad… antes la mujer no podía hacer nada y ahora está en todos los lados“.

Estas son frases de chicos de entre 13 y 16 años, ¿qué te parecen? ¿no se te ponen los pelos de punta? A mí sí, tengo dos hijas de 17 años, he procurado educarlas en el respeto a sí mismas, en el esfuerzo para conseguir lo que quieren, en la diversidad, en la igualdad, en el amor, y una piensa que con esto contribuye a que la sociedad sea un poco más justa y equitativa. Casos hemos tenido en casa de acoso en el colegio y una pasividad por parte de la autoridad del centro a la hora de actuar, pero lo consideraba un caso aislado y lo solucioné saliendo de ese centro con el que no compartía su ideario, su proyecto.

Sin embargo, leyendo este comienzo de artículo me pregunto si lo que yo consideraba “aislado” es simplemente un caso más de lo que sucede continuamente en nuestro país. Y si esto es así, estamos ante una realidad muy grave y de gran retroceso social. Justificar la violencia, verbal o física, no tiene ninguna excusa ni en un sentido ni en otro (espero que esto sí lo tengamos suficientemente claro).

Pero me gustaría que siguiéramos leyendo el artículo y nos detuviéramos en la parte de explicación de por qué está sucediendo: “El doctor en Psicología y exdefensor del Menor de la Comunidad de Madrid, Javier Urra, que dirige el programa de reinserción de adolescentes “Recurra”, reconoce que el personal de la institución está “sorprendido por el repunte de machismo entre los chicos”Luis González Cieza, jefe de Estudios, Programas y Formación, de la Agencia del Menor Infractor (organismo encargado de velar por el cumplimiento de las medidas judiciales para aquellos menores que han cometido algún delito en Madrid), también confirma que “hay comportamientos muy machistas que años atrás parecía que estaban desapareciendo y, sin embargo, están volviendo; está habiendo un retroceso”. Cierto es que son pocos los menores que cumplen medidas por delitos de maltrato: “la cifra es variable, pero no solemos tener internos a más de cuatro o cinco chicos por este motivo”, dice el especialista. “A esa edad los delitos de violencia de género se tardan en denunciar y muchas veces, cuando se hace, los chavales ya tienen más de 18 años, aunque las víctimas sí suelen ser menores“, explica González Cieza. “Además muchos de estos casos no se plantean como violencia de género sino simplemente como lesiones”, agrega.”

Ambos expertos coinciden en su preocupación por el repunte de este tipo de comportamientos, aunque luego se intente enviar un mensaje de tranquilidad aludiendo a que no se suelen tener más de cuatro o cinco chicos por este motivo. Lo que yo añadiría es que no deberíamos tener ninguno, en una sociedad que se supone que ha educado en la igualdad de género. No debe ser así.

Pero el artículo continua enviando un mensaje que me parece más un juego de despiste que una reflexión profunda enviada a nuestra sociedad, una de las hipótesis manejadas es que el uso de las redes (facebook, twitter, whatsapp) se están utilizando como mecanismos de control de muchos novios. También aluden al tema de los celos que se acrecientan con las redes. Otra de las hipótesis para este aumento del machismo en jóvenes lo atribuyen a programas televisivos, como Mujeres y Hombres y viceversa, o al reggaeton porque en las letras de sus canciones aparecen frases de violencia contra la mujer. Esto me recuerda a cuando mi madre estaba muy preocupada por mis hermanos pequeños que escuchaban Heavy Metal y decía que se estaban volviendo violentos porque había mensajes subliminales, ¿de verdad vamos a creer que esto es lo que causa un aumento del machismo, y como consecuencia violencia de género? ¿de verdad un experto, para mí muy respetado, como Javier Urra ha enunciado esto como causas? Yo no lo creo.

Creo que una cosa es la causa, y otra cosa es lo que magnifica un déficit ya existente. Evidentemente si hay machismo, si hay creencias de posesión sobre las personas, si hay educación diferenciada… las redes, la televisión, incluso la música, pueden potenciar este déficit e incluso justificarlo y normalizarlo. Tendría que añadir que no solo hay violencia en el reggaeton, creo que las baladas románticas también son sexistas en muchos casos. Pero nosotros escuchábamos las canciones de la “movida”, me vienen a la memoria: “Perlas ensangrentadas”, “Bailaré sobre tu tumba”, “En tu fiesta me colé”, “Sufre mamón”… y podría seguir con más temas que claramente provocaban determinado pensamiento pero que por alguna razón el resultado en nuestra generación fue el contrario.

También me pregunto que, si en casa los modelos eran los de la mujer en la cocina y el hombre en el trabajo, por qué nuestra generación luchó por conseguir algo diferente. Si ahora los dos trabajan fuera de casa, y se supone que hay reparto igualitario, por qué estas generaciones vuelven a modelos del pasado… ¿tú lo sabes? Espero que a estas alturas del artículo tú también hayas llegado a la misma conclusión que yo, estamos dejando de educar en aquello que costó tanto conseguir y que todavía estaba demasiado inmaduro.

No es que estemos maleducando, es que no estamos educando, al menos intencionadamente. Les decimos a nuestros hijos e hijas que son iguales, que tienen que estudiar y sacar buenas notas, y trabajar. Pero también les estamos diciendo con nuestros modelos (ojo, revisión a nuestros modelos) que las niñas tienen que ser madres, también, que tienen que cuidarse para estar de “muy buen ver” (como dice Carmen París en su canción del mismo título), que tienen que mostrar que son mujeres del Siglo XXI, que para estar completas han de acometer un montón de tareas más que las que acometían antes nuestras madres (sus abuelas), y que normalmente suman a las que ya teníamos acumuladas. También estamos transmitiendo que los celos son la muestra mejor de que te quieren, transmitimos que tener una pareja es tener un “propietario” que tiene derecho a fiscalizar tu vida privada, y ahora sí, a través de las redes, de tu conexión con el mundo exterior. Conozco casos de gente que me han invitado a conectar en Facebook aunque no los conozco porque son pareja de mi amigo… puede ser que quiera conocerme, pero me hace sospechar que es para controlar que su pareja no “ligotea” conmigo, otra vez posesión.

Hace muchos años, cuando mis hijas eran muy pequeñas (quizás 7 años) les dije que ellas no eran mías. Esta frase les sorprendió mucho, porque un niño de 7 años siente que es “propiedad” de sus padres. Les expliqué que ellas eran suyas, y solo suyas, que yo era su madre, pero no eran mías. Seguramente a estas alturas estés pensando que vaya galimatías para unas niñas de 7 años, pero te diré que esa explicación fue definitiva para lo que después han ido ellas elaborando en sus relaciones con la gente, de pareja, de amigos… No digo que sea suficiente, pero además de mostrar modelos adecuados, hemos de reforzar los mensajes coherentemente al modelo que queremos transmitir. ¿Lo hacemos?

Sabemos que el cerebro de un adolescente es diferente al del adulto, y también al del niño. Sabemos que manda más su cerebro “primitivo”, la amígdala, relacionada con las emociones, mucho menos racional que la corteza prefrontal (la encargada de dotar de razón, previsión…) que impera en el pensamiento adulto. Esto puede tener una relación directa con la falta de control de sus emociones, y quizás por eso sea más previsible un comportamiento más impulsivo. Pero también sabemos que si aprendemos a manejar y canalizar adecuadamente nuestras emociones, podemos también ayudar a la maduración y a la adecuada inteligencia. Y eso, se hace desde pequeños, poco a poco, trabajando en el día a día la enseñanza de determinados repertorios básicos de comportamiento que necesita todo ser humano para madurar y tener éxito el día de mañana. Desde mi punto de vista, estamos dejando de hacer eso, creemos que la maduración se produce sola, por genética, cuando hoy sabemos que la inteligencia se fomenta, se entrena, se canaliza. Hoy sabemos que la inteligencia es múltiple, y que la emocional tienen muchísimo peso en el resto. Sabemos todo eso, lo vemos también en la televisión, pero por alguna razón no estamos impulsando su desarrollo, ya no digo en las escuelas, digo sobre todo en las familias.

En una sociedad diversa, con familias muy diversas, no puede entrarnos en la cabeza este tipo de repuntes y retrocesos. Podemos buscar explicaciones externas a nuestra propia responsabilidad, pero eso no hará que deje de crecer. Debemos mirarnos y buscar dónde y cuándo estoy mostrando un modelo ancestral a mis hijos e hijas. Debemos enseñar y educar activamente en el respeto a uno mismo, y por tanto en el respeto a los demás. Mirar una conversación de whatsapp de tu pareja no está bien, tenga el contenido que tenga. Invadir su red social para “controlar” con quién se relaciona tampoco es permisible y no se puede dar ningún tipo de justificación ni comprensión. “Ser celoso y territorial” no está bien, ser celoso o celosa solo muestra inseguridad, inestabilidad y posesión, y hay que trabajar en ello. Los celos surgen de manera espontánea sin poder controlarlos, eso es cierto, pero mirarse a uno mismo y trabajarse los celos es parte del trabajo que puede hacer un ser humano frente a un ser no humano. Tampoco es normal que las chicas enuncien cosas como: ”A lo mejor también la mujer le machaca y un día le llega a agobiar tanto que no puede más y salta. Pero luego, cuando ya piensa bien las cosas se arrepiente de lo que ha hecho“, o ”Se pone histérico y te hace así y tal, pero nunca me ha llegado a pegar. Pero no me deja ni tener amigos… chicos“, esos son comentarios que también están mostrando la asunción por parte de la mujer del machismo. Existe una culpabilización, en todos los comentarios, de la víctima. No permitamos que esto suceda, no dejemos de hacer lo que tenemos la obligación de hacer: educar en la igualdad. Tenemos que conseguir que haya más niñas como la de la siguiente noticia, que defiendan la definición de la mujer por lo que hace y no por su físico: http://www.publimetro.cl/nota/mundo/nina-surfista-de-13-anos-arruina-reputacion-de-revista-machista/oEpnda!I5DM9z8tZZY_itRcVYc5Zw/

Por último, y porque creo que ya hay material para pensar un rato, os dejo otro artículo de esta misma semana, esta vez del País, dando cifras sobre violencia de género y adolescentes… para seguir pensando: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/04/03/actualidad/1396525696_422384.html.

Y un vídeo en clave de humor, no va a ser todo “serio”

http://www.upsocl.com/diversidad/por-mas-que-mucha-gente-lo-siga-repitiendo-hay-algo-sobre-la-violencia-de-genero-que-no-tiene-pies-ni-cabeza-es-tu-culpa/#

De nuevo os invito a un #kfe

Ya es la tercera vez que me sumo a la iniciativa #kfe Innovación y que estoy encantada por ello. Este año el #kfe08 tiene por título “Sobrevivir” y creo que este título habla por sí mismo en los tiempos que corren.

Pero como siempre os dejo las palabras de los propios organizadores:

Sobrevivir“. Esta convocatoria se enfrenta directamente a una dura realidad, desgraciadamente demasiado cercana. Hablamos de supervivencia personal y supervivencia profesional; hablamos de mantener el equilibrio entre las normativas y las inquietudes, de mantener vivos proyectos con todo en contra, de por qué y de para qué. Hablamos de gente que está marcando un nuevo futuro a fuerza de supervivencia,  hablamos de buenas ideas y de la unión como fuerza.

Comenzamos a conocer muchas cosas y a comprender los motivos, pero mientras seguimos luchando por lo más urgente: sobrevivir.

Hay personas que siguen adelante, otras se han quedado en el camino. Han marchado o han renunciado. Pero aún hay gente que se pelea diariamente en el ámbito cultural, educativo, sanidad, servicios, investigación, para tratar de sobrevivir. Hay alternativas para que puedan continuar; ¿cuáles son esas alternativas?. ¿Cuántos están en el límite? ¿Cuántos siguen adelante? ¿Qué respuesta se encuentra desde distintas localizaciones a problemas comunes? ¿Qué  iniciativa podemos promover colectivamente para que no nos atropellen las circunstancias? Ven si tienes un proyecto, si estás apoyando alguno,  si estás en la frontera, si has encontrado una solución, si puedes tenerla en tus manos, si conoces mecanismos para que los proyectos (y las personas) puedan salir adelante.

La supervivencia no es su problema, es nuestro problema.

Necesitamos urgentemente unirnos para crear, apoyar y difundir ideas como estas, porque de otro modo seguiremos replicando modelos que ahora mismo están en quiebra y nos están mostrando una realidad que tiene poco o ningún futuro. Por eso me gustaría pediros que acudáis a nuestro debate abierto que se celebrará el día 23 de mayo a las 16:00 hs.

Pero si no os viene bien mi sede y preferís cualquier otra, os enlazo el listado de sedes que son muchas y muy diversas:

http://www.kfeinnovacion.com/sedes-kfe08/

Y ya por último, difundo el blog de la organización para que podáis ver la iniciativa súper interesante y si podéis lo apoyéis y difundáis.

http://www.kfeinnovacion.com/nueva-convocatoria-kfe08/

Gracias a @kfeinnovacion por seguir aportando esperanza y futuro, por permitirnos un huequecito para seguir soñando…

 

Celebrando el 2013 y hacia el 2014

El pasado día 13 de diciembre, celebramos en nuestra sede la tradicional fiesta navideña que ofrecemos todos los años a la que asistieron muchos amigos y colaboradores acompañándonos un año más.

IMG_20131213_195958

El 2013 parece que ha sido un año un poco triste, la crisis, los recortes, la pobreza que cada vez más se nos hace presente en nuestro entorno más cercano, nos hace sentir que no estamos para celebraciones.

Y sin embargo, desde Siglo22 y Jaitek, queremos seguir reivindicando el derecho a celebrar, a rodearse de amigos, a reír, a jugar, a brindar, por estar, por seguir aquí, por poder juntarnos, por poder trabajar, por poder crear y soñar. Es a través de la red como uno puede enfrentarse a las situaciones, es así como podemos dar colorido a nuestros días y buscar al menos una puerta abierta (o entornada).

NN3_4140

Por eso, muchas gracias a los que nos acompañasteis, a los que estuvisteis con nosotros también en la distancia, a los que no pudisteis venir pero que estabais presentes. A todos los amigos y amigas de la Fundación, los que aportáis con vuestro trabajo o con vuestras aportaciones, las que sean, gracias por dejarnos seguir soñando y creciendo.

Ahora solo queda desearnos un 2014 lleno de proyectos, mejoras, y objetivos por lograr. Esperamos que el diciembre que viene volvamos a colgar alguna foto más y seguir rodeándonos de vosotros y vosotras!

Feliz 2014!

Competencias docentes para trabajar por competencias

Desde hace ya unos años venimos hablando de competencias, de trabajar por competencias, de programar por competencias, de evaluar por competencias. Sin embargo, ya sabemos que existen ciertas dificultades para llevarlo a cabo, la mayor parte de los casos es por desconocimiento por parte del profesorado, otras veces es por dificultades en un sistema demasiado rígido en innovación metodológica y, claro está que, si no se cambian las metodologías difícilmente podremos incluir un trabajo por competencias adecuado.

Sin embargo, estas competencias se refieren a los alumnos, y aún estando de acuerdo en que los alumnos deberían desarrollarlas, me pregunto si no tendremos también que hacer especial hincapié en las competencias que deberían poseer los docentes y que, desafortunadamente, sólo poseen unos pocos y estos pocos las han desarrollado a base de pegarse con el mundo, sentirse incomprendido y echarle horas y horas de su vida para mejorar. Es decir, la formación del profesorado no se plantea para que desarrollen unas competencias que les ayude a desarrollar las de los alumnos y esto es una gran contradicción.

La formación del profesorado se basa muchas veces en programas que interesan en determinados momentos pero que pasado ese momento, ya no interesa. Yo he trabajado durante muchos años, y sigo haciéndolo, en el ámbito de estos proyectos que organizaciones grandes ponen en marcha, y he estado en el aula con docentes entusiasmados, ansiosos, generosos, reticentes… todos han acabado aprendiendo y dando de sí mismos tiempo, espacio y buen hacer para conseguir mejorar con sus alumnos.

Tantos años formando docentes para el cambio, para que la escuela se reinvente independientemente de las tecnologías (aunque con ellas, claro), profundizando en las razones por las que necesitamos ese cambio. Un cambio en el que estamos todos los que nos interesamos y aportamos desde algún lugar a la mejora de la educación. Tantos años, y tan poco cambio, o tan poco manifiesto. Se necesita remar todos a una, conseguir entender que cada uno tiene su parcela en este gran puzzle que es la innovación educativa.

Trabajo en una empresa que siempre ha perseguido este cambio, ya antes de la revolución tecnológica de los últimos años estábamos pensando en Comunidades Virtuales de Profesores que arrancaran debates y procesos de transformación. Fuimos partícipes de ese inicio, nos apasionamos y creímos en ellos, en los docentes, que son los que pueden y deben desarrollar al máximo sus compentencias para conseguir una escuela diferente donde se eduque a ciudadanos del futuro (no del pasado). He trabajado como formadora muchos años, sigo haciéndolo, pero en los últimos años percibo una dificultad que reside en la cantidad de información existente (que no formación) y que nubla el panorama, haciendo creer a los docentes que es suficiente en el desarrollo de sus competencias. Y hemos empezado a hablar de “autoformación” como un proceso donde con leer diferentes enlaces, recursos y experiencias de la red ya aprendo.

Quiero reivindicar la profesión de la formación como algo imprescindible para la adquisición del aprendizaje. Decir que con leer recursos de la red ya nos formamos es lo mismo que si nuestros alumnos aprendieran desde casa con los libros de texto o los recursos de internet, y sin embargo eso no nos parece apropiado para el desarrollo de sus competencias ¿no?

¿Entonces por qué los docentes últimamente se resisten a recibir formación de personas que, como yo, llevamos trabajando duro en eso? ¿por qué piensan que con leer y “consumir” recursos en la red es suficiente para el desarrollo de sus propias competencias? Creo que la consulta en la red es muy valiosa, de hecho yo también la utilizo para mi propia actualización, pero el proceso de formación requiere de una instrucción, de unas técnicas y unas metodologías para conseguir el aprendizaje.

Es cierto que no toda la formación que se ha impartido al profesorado ha sido adecuada, quizás ha habido exceso de formación, y ya están un poco hartos. Pero creo que debemos entender que en ese proceso de transformación tan buscado se necesita profundizar y poner en marcha mecanismos que permitan el cambio.

Hace dos fines de semana fui a Granada y me encontré con un grupo de profesores que participaron en uno de los proyectos más bonitos en los que he trabajado como formadora-coordinadora (Centros Modelo Educared), un proyecto que como tantos otros dejó de existir cuando su promotor dejó de interesarse por él. Sin embargo, un soplo de aire fresco me llegó cuando una de las profesoras de ese grupo con el que me encontré, y que era de las más reticentes en la formación, nos dijo que ahora estaba haciendo muchas cosas, que por fin había interiorizado la formación recibida y estaba utilizando las TIC y poniendo en marcha procesos de transformación. También nos dijo que estaba contenta, que le gustaba aunque le hubiera costado entender. Muchas gracias a esta profesora, y a otros tantos que me hacéis partícipe de vuestros avances, los compartís conmigo y os quedáis cerca de mi para conseguir que juntos sigamos avanzando en la mejora de nuestra educación, nuestros niños y chicos se lo merecen.

Competencias docentes para trabajar por competencias

Desde hace ya unos años venimos hablando de competencias, de trabajar por competencias, de programar por competencias, de evaluar por competencias. Sin embargo, ya sabemos que existen ciertas dificultades para llevarlo a cabo, la mayor parte de los casos es por desconocimiento por parte del profesorado, otras veces es por dificultades en un sistema demasiado rígido en innovación metodológica y, claro está que, si no se cambian las metodologías difícilmente podremos incluir un trabajo por competencias adecuado.

Sin embargo, estas competencias se refieren a los alumnos, y aún estando de acuerdo en que los alumnos deberían desarrollarlas, me pregunto si no tendremos también que hacer especial hincapié en las competencias que deberían poseer los docentes y que, desafortunadamente, sólo poseen unos pocos y estos pocos las han desarrollado a base de pegarse con el mundo, sentirse incomprendido y echarle horas y horas de su vida para mejorar. Es decir, la formación del profesorado no se plantea para que desarrollen unas competencias que les ayude a desarrollar las de los alumnos y esto es una gran contradicción.

La formación del profesorado se basa muchas veces en programas que interesan en determinados momentos pero que pasado ese momento, ya no interesa. Yo he trabajado durante muchos años, y sigo haciéndolo, en el ámbito de estos proyectos que organizaciones grandes ponen en marcha, y he estado en el aula con docentes entusiasmados, ansiosos, generosos, reticentes… todos han acabado aprendiendo y dando de sí mismos tiempo, espacio y buen hacer para conseguir mejorar con sus alumnos.

Tantos años formando docentes para el cambio, para que la escuela se reinvente independientemente de las tecnologías (aunque con ellas, claro), profundizando en las razones por las que necesitamos ese cambio. Un cambio en el que estamos todos los que nos interesamos y aportamos desde algún lugar a la mejora de la educación. Tantos años, y tan poco cambio, o tan poco manifiesto. Se necesita remar todos a una, conseguir entender que cada uno tiene su parcela en este gran puzzle que es la innovación educativa.

Trabajo en una empresa que siempre ha perseguido este cambio, ya antes de la revolución tecnológica de los últimos años estábamos pensando en Comunidades Virtuales de Profesores que arrancaran debates y procesos de transformación. Fuimos partícipes de ese inicio, nos apasionamos y creímos en ellos, en los docentes, que son los que pueden y deben desarrollar al máximo sus compentencias para conseguir una escuela diferente donde se eduque a ciudadanos del futuro (no del pasado). He trabajado como formadora muchos años, sigo haciéndolo, pero en los últimos años percibo una dificultad que reside en la cantidad de información existente (que no formación) y que nubla el panorama, haciendo creer a los docentes que es suficiente en el desarrollo de sus competencias. Y hemos empezado a hablar de “autoformación” como un proceso donde con leer diferentes enlaces, recursos y experiencias de la red ya aprendo.

Quiero reivindicar la profesión de la formación como algo imprescindible para la adquisición del aprendizaje. Decir que con leer recursos de la red ya nos formamos es lo mismo que si nuestros alumnos aprendieran desde casa con los libros de texto o los recursos de internet, y sin embargo eso no nos parece apropiado para el desarrollo de sus competencias ¿no?

¿Entonces por qué los docentes últimamente se resisten a recibir formación de personas que, como yo, llevamos trabajando duro en eso? ¿por qué piensan que con leer y “consumir” recursos en la red es suficiente para el desarrollo de sus propias competencias? Creo que la consulta en la red es muy valiosa, de hecho yo también la utilizo para mi propia actualización, pero el proceso de formación requiere de una instrucción, de unas técnicas y unas metodologías para conseguir el aprendizaje.

Es cierto que no toda la formación que se ha impartido al profesorado ha sido adecuada, quizás ha habido exceso de formación, y ya están un poco hartos. Pero creo que debemos entender que en ese proceso de transformación tan buscado se necesita profundizar y poner en marcha mecanismos que permitan el cambio.

Hace dos fines de semana fui a Granada y me encontré con un grupo de profesores que participaron en uno de los proyectos más bonitos en los que he trabajado como formadora-coordinadora (Centros Modelo Educared), un proyecto que como tantos otros dejó de existir cuando su promotor dejó de interesarse por él. Sin embargo, un soplo de aire fresco me llegó cuando una de las profesoras de ese grupo con el que me encontré, y que era de las más reticentes en la formación, nos dijo que ahora estaba haciendo muchas cosas, que por fin había interiorizado la formación recibida y estaba utilizando las TIC y poniendo en marcha procesos de transformación. También nos dijo que estaba contenta, que le gustaba aunque le hubiera costado entender. Muchas gracias a esta profesora, y a otros tantos que me hacéis partícipe de vuestros avances, los compartís conmigo y os quedáis cerca de mi para conseguir que juntos sigamos avanzando en la mejora de nuestra educación, nuestros niños y chicos se lo merecen.