Acerca de Miguel Angel Rizaldos Lamoca

Con una experiencia de más de 18 años como Psicólogo Clínico. Gran parte de mi trayectoria profesional la he dedicado al trabajo en la rehabilitación psicosocial de personas con enfermedad mental grave y duradera. Todo ello trabajando en diversas áreas clínicas . Asesoramiento técnico profesional, apoyo emocional, intervención en crisis y terapia psicológica en todos aquellos problemas que puedan presentarse a lo largo de las diferentes etapas de la vida, infancia, adolescencia, y edad adulta.

La comunicación entre Padres/Madres e Hij@s

Los seres humanos nos relacionamos mediante el lenguaje que puede ser verbal y/o no verbal.

Desde niñ@s aprendemos a reconocer los sonidos y lo que nos quieren decir y también podemos ser capaces de diferenciar el tono con el que nos hablan. Existen evidencias que demuestran que alrededor de los nueve meses, sabemos identificar a  si nuestros padres están enfadados o nos tratan con afecto.

Cuando aprendemos hablar estamos haciendo un prerrequisito básico para posteriormente poder desarrollar la lectura y la escritura. Con estas herramientas básicas (Habla,lectura y escritura) seremos capaces de darnos cuenta de lo que ocurre a nuestro alrrededor y podemos aprender del medio social en el que se vivimos.

La Comunicación, no es solo la palabra oral o escrita es mucho mas son: los gestos, las miradas, la expresión del rostro… Estos elementos son lo que denominamos Comunicación No Verbal con la que espresamos; actitudes, sentimientos, predisposiciones y motivaciones que enfatizan nuestra comunicación con los demas. La suma e interacción de ambos lenguajes (verbal y gestual) es la comunicación.

El diálogo, otra forma de comunicación.

En  los momentos que sólo usamos el lenguaje verbal (lo que resulta casi imposible, pues casí nunca aparece desligado del lenguaje no verball) lo denominamos diálogo. Hay dos formas opuestas de diálogo: una sería por exceso y otra defecto. Ambas, producen distanciamiento entre padres e hijos. Cuando es por exceso los padres que, con buena intencion, queremos crear un clima que favorezca el diálogo con nuestros hijos tratando de verbalizar absolutamente todo. Esto puede provocar que los padres mantegamos un continuo  interrogatorio o/y estar continuamente “echando la charla”. Nuestros hijos lo mas probable es que no escuchen o eviten responder verbalizando evasivas. Aquí, confundimos el diálogo con el monólogo y la comunicación con el aleccionamiento.

Aunque parezca lo contrario el silencio es una parte fundamental en el diálogo. Nos sirve para dar tiempo a nuestro hijo a entender lo que le hemos dicho. El diálogo es la interelacción entre tú y tu hijo. Para conseguirlo, es necesitamos que los silencios permitan la intervención de nuestros hijos.

Otro elemento que con el silencio es fundamental es la capacidad de escuchar. Es muy frecuente que no nos paremos a escuchar y damos nuestras opiniones, sin escuchar las de nuestros hijos. En ese momento, nuestro hijo percibe la indiferencia hacía su opinion y acaba perdiendo la motivación por seguir la conversación. Los papas pensamos en ocasiones que nuestros hijos no nos tienen nada que enseñar y que no pueden cambiar nuestras opiniones. Escuchamos poco a nuestros hijos o si lo hacemos es desde una posición impermeable respecto los argumentos de nuestros hijos. Esto situación resulta muy frecuente cuando nuestros hijos son adolescentes. Nos encontramos ante uno de los errores más frecuentes en las relaciones padres e hijos: pensar que con una determinada información podemos hacer cambiar el comportamiento de nuestros hijos. La información por si sola no es capaz de modificar la conducta.

El diálogo como herramieta, para que padres e hijos nos conozcamos mejor, conociendo así nuestras opiniones o formas de ver las cosas. Aprendiendo a ver una realidad desde perspectivas diferentes que puede enriquecer nuestra visión de la realidad. Esta comprobado que mas transmite y educa la convivencia que la verbalización de los valores que se pretenden inculcar. La palabra puede convencer pero el ejemplo arrastra.

Otros aspecto muy importante del dialogo, es la posibilidad de poder réplicar. La actitud de recoger las opiniones de tus hijos y admitir que puedes no estar de acuerdo es una de las condiciones básicas para que el diálogo sea efectivo.

Hay que tener claro que en el ambito de la familia es un punto de referencia capital donde el niño y el joven puede aprender a dialogar y, con esta capacidad, puede favorecer actitudes tan importantes para una vida saludable a nivel psicológico como es la tolerancia, la asertividad, la habilidad dialéctica, la capacidad de admitir los errores y de tolerancia a la frustración.

 

 

 

 

 

 

La importancia de la comunicación

Si es importante el diálogo en las relaciones interpersonales, lo es aún más la comunicación. La comunicación está guiada por los sentimientos y por la información que transmitimos y comprendemos. La comunicación nos sirve para:

- Establecer contacto con las personas.
- Dar o recibir información.
- Expresar o comprender lo que pensamos.
- Transmitir nuestros sentimientos.
- Compartir o poner en común algo con alguien.
- Cemocionalmente con otros.
- Vincularnos o unirnos por el afecto.

Facilitadores de la comunicación

Estos son algunos de los elementos que nos facilitan la comunicación idonea:

  • Dar información positiva.
  • Saber valorar aquello que nos gusta de nuestros hijos.
  • Ensayar estas habilidades para mejorar nuestras habilidades de comunicación.
  • Empalizar: ponernos en el lugar del otro.
  • Dar mensajes consistentes y no contradictorios.
  • Escuchar con atención.
  • Decir lo que sentimos.
  • Crear un clima emocional que facilite la comunicación.
  • Pedir la opinión

Factores que ponen en riesgo la comunicación

Cuanto más confianza hay en la relación, más significativa será la comunicación no verbal. Seguro que cuando llegas a casa puedes percibir un ambiente de tranquilidad o tensión sin necesidad de hablar con nadie. A veces, no hablar supone una significativa limitación para la comunicación. Muchas veces las prisas que tenemos por recibir alguna información nos impide conocer la opinión de nuestros hijos y, de igual manera, impide que nuestros hijos se den cuenta de la predisposición a escuchar que podemos tener. Esto resulta muy importante cuando nuestros hijos son adolescentes. Así son muchas la situaciones en las que los padres tenemos curiosidad por saber que hacen y ellos en una situación de comunicación exigente nos responderán con evasivas.

Otro punto de riesgo para la comunicación eficaz es la impaciencia que  en ocasiones tenemos los padres para poder incidir educativamente en la conducta de nuestros hijos. Todo el proceso educativo pasa por la relación que establecen entre padres e hijos, y ésta se debe apoyar en la comunicación; por eso es tan importante preservarla y mantener la alegría de disfrutarla. Para ello es suficiente que los padres no queramos llevar siempre la razón y nos tenemos que  convencer que comunicar no es enfrentarse.

Otros enemigos en la comunicación familiar son,  la televisión en la comida, los horarios que dificultan el encuentro relajado, los desplazamientos de fin de semana… Hay que evitar en la medida de los posible estas situaciones y procurar mantener una actitud que facilite un clima de comunicación.

Estos elemento sirven de obstáculo para comunicarnos. Los podemos resumir así:

  • Generalizaciones: (“Siempre estás pegando a tu hermana”,”nunca obedeces”). Seguro que en algún momento hace algo distinto de pegar a su hermana. Posiblemente, alguna vez, sí ha sabido obedecer.
  • Juzgar los mensajes que recibes: La madre, cuando el padre llega de la calle, dice: “Parece que hoy llegas más tarde”. El padre replica: “¿Qué pasa?, ¿los demás días llego antes?. ¡Siempre estás pendiente de la hora a la que vengo!
  • No saber escuchar para comprender bien lo que quieren decir realmente.
  • Discutir sobre tu versión de algo que sucedió hace ya tiempo. ¿Para qué darle tanta importancia a sucesos ya pasados?
  • Poner etiquetas
  • Tener objetivos contradictorios.
  • El lugar y el momento que elegimos.
  • Hacer preguntas llenas de reproches.
  • Abusar de los: “Tú deberías”, “Yo debería hacer”; en vez de los: “Qué te parece si…”, ”Quizás te convenga”, “Yo quiero hacer”, “Me conviene”, “He decidido”.
  • Cortes en la conversación porque se presta más atención a lo que quieres decir, que a escuchar al otro.



Consejos prácticos

1. Observar el tipo de comunicación que llevamos a cabo con nuestro hijo. Dediquemos unos días de observación libre de juicios y culpabilidades. Funciona muy bien conectar una grabadora en momentos habituales de conflicto o de sobrecarga familiar. Es un ejercicio sano pero, a veces, de conclusiones difíciles de aceptar cuando la dura realidad de actuación supera todas las previsiones ideales.

2. Escuchar activa y reflexivamente cada una de las intervenciones de nuestros hijos. Valorar hasta qué punto merecen prioridad frente a la tarea que estemos realizando; en cualquier caso, nuestra respuesta ha de ser lo suficientemente correcta para no menospreciar su necesidad de comunicación.

3. Si no podemos prestar la atención necesaria en ese momento, razonar con él un aplazamiento del acto comunicativo para más tarde. Podemos decir simplemente: “dame 10 minutos y enseguida estoy contigo”. Recordemos después agradecer su paciencia y su capacidad de espera.

4. Evitar emplear el mismo tipo de respuestas de forma sistemática para que nuestro hijo no piense que siempre somos autoritarios, le hacemos sentir culpable, le quitamos importancia a las cosas o le damos sermones.

5. Dejar las culpabilidades a un lado. Si hasta hoy no hemos sido un modelo de comunicadores, pensemos que podemos mejorar y adaptarnos a una nueva forma de comunicación que revertirá en bien de nuestra familia suavizando o incluso extinguiendo muchos de los conflictos habituales con los hijos.

6. Cuando decidamos cambiar o mejorar hacia una comunicación más abierta, es aconsejable establecer un tiempo de prueba, como una semana o un fin de semana, terminado el cual podamos valorar si funciona o no y si debemos modificar algo más. Los padres tenemos los hábitos de conducta muy arraigados y cambiarlos requiere esfuerzo, dedicación y, sobre todo, paciencia (¡con nosotros mismos!).

Bibliografía

Cómo hablar para que sus hijos le escuchen y cómo escuchar para que sus hijos le hablen
A. Faber y E. Mazlish Ediciones Médici.

Los diez errores más comunes de los padres y cómo evitarlos
Dr. Kevin Steede Editorial Edaf

La comunicación no verbal
Flora Davis Alianza Editorial

Guía para la salud emocional del niño
Rafael Nicolás , Núria Fillat y Irene Oromí Ediciones Médici

Artículo: “¿Cómo mejorar la comunicación con nuestros hijos?”
Carmen Herrera García Profesora de Educación Infantil y Primaria
http://www.solohijos.com/

Padres e hijos. Una relación.
Joan Corbella Roig Círculo de lectores

Publicaciones de Servicios Sociales de la Comunidad de Madrid
http://www.munimadrid.es/principal

 La gran guía del lenguaje no verbal, Teresa Baró editado por Paidós.

La comunicación entre Padres/Madres e Hij@s

Los seres humanos nos relacionamos mediante el lenguaje que puede ser verbal y/o no verbal.

Desde niñ@s aprendemos a reconocer los sonidos y lo que nos quieren decir y también podemos ser capaces de diferenciar el tono con el que nos hablan. Existen evidencia que alrededor de los nueve meses, sabemos identificar a  si nuestros padres están enfadados o nos tratan con afecto.

Cuando aprendemos hablar estamos haciendo un prerrequisito básico para posteriormente poder desarrollar la lectura y la escritura. Con estas herramientas básicas (Habla,lectura y escritura) seremos capaces de darnos cuenta de lo que se podemos aprender del medio social en el que se vivimos.

La Comunicación, no es solo la palabra oral o escrita es mucho mas son: los gestos, las miradas, la expresión del rostro… Estos elementos son lo que denominamos Comunicación No Verbal con la que espresamos; actitudes, sentimientos, predisposiciones y motivaciones que enfatizan nuestra comunicación con los demas. La suma e interacción de ambos lenguajes (verbal y gestual) es la comunicación.
El diálogo, otra forma de comunicación.

En  los momentos que sólo se usamos el lenguaje verbal (lo que resulta casi imposible, pues casí nunca aparece desligado del lenguaje no verball) lo denominamos diálogo. Hay dos formas opuestas de diálogo: una sería por exceso y otra defecto. Ambas, producen distanciamiento entre padres e hijos. Cuando es por exceso los padres que, con buena intencion, queremos crear un clima que favorezca el diálogo con nuestros hijos tratando de verbalizar absolutamente todo. Esto puede provocar que los padres mantegamos un continuo  interrogatorio o/y estar continuamente “echando la charla”. Nuestros hijos lo mas probable es que no escuchen o se eviten responder verbalizando evasivas. Aquí, confundimos el diálogo con el monólogo y la comunicación con el aleccionamiento.

Aunque parezca lo contrario el silencio es una parte fundamental en el diálogo. Nos sirve para dar tiempo a nuestro hijo a entender lo que le hemos dicho. El diálogo es la interelacción entre tú y tu hijo. Para conseguirlo, es necesitamos que los silencios permitan la intervención de nuestros hijos.

Otro elemento que con el silencio es fundamental es la capacidad de escuchar. Es muy frecuente que no nos paremos a escuchar y damos nuestras opiniones, sin escuchar las de nuestros hijos. En ese momento, nuestro hijo percibe la indiferencia hacía su opinion y acaba perdiendo la motivación por seguir la conversación. Esta situación resulta muy  frecuente entre padres e hijos. Los papas pensamos en ocasiones que nuestros hijos no nos tienen nada que enseñar y que no pueden cambiar nuestras opiniones. Escuchamos poco a nuestros hijos o si lo hacemos es desde una posición impermeable respecto los argumentos de nuestros hijos. Esto situación resulta muy frecuente cuando nuestros hijos son adolescentes. Nos encontramos ante uno de los errores más frecuentes en las relaciones padres e hijos: pensar que con una determinada información podemos hacer cambiar el comportamiento de nuestros hijos. La información por si sola no es capaz de modificar la conducta.

El diálogo como herramieta, para que padres e hijos nos conozcamos mejor, conociendo así nuestras opiniones o formas de ver las cosas. Aprendiendo a ver una realidad desde perspectivas diferentes que puede enriquecer nuestra visión de la realidad. Esta comprobado que mas transmite y educa la convivencia que la verbalización de los valores que se pretenden inculcar. La palabra convence pero el ejemplo arrastra.

Otros aspecto muy importante del dialogo, es la posibilidad de poder réplicar. La actitud de  a recoger las opiniones de tus hijos y admitir que puedes no estar de acuerdo es una de las condiciones básicas para que el diálogo sea efectivo.

Hay que tener claro que en el ambito de la familia es un punto de referencia capital para el donde el niño y el joven puede aprender a dialogar y, con esta capacidad, puede favorecer actitudes tan importantes para una vida saludable a nivel psicológico como es la tolerancia, la asertividad, la habilidad dialéctica, la capacidad de admitir los errores y de tolerancia a la frustración.

 

 

 

 

 
La importancia de la comunicación

Si es importante el diálogo en las relaciones interpersonales, lo es aún más la comunicación. La comunicación está guiada por los sentimientos y por la información que transmitimos y comprendemos. La comunicación nos sirve:

- Para establecer contacto con las personas.
- Para dar o recibir información.
- Para expresar o comprender lo que pensamos.
- Para transmitir nuestros sentimientos.
- Para compartir o poner en común algo con alguien.
- Para conectar emocionalmente con otros.
- Para vincularnos o unirnos por el afecto.

Facilitadores de la comunicación

Estos son algunos de los elementos que nos facilitan la comunicación idonea:

  • Dar información positiva.
  • Saber valorar aquello que nos gusta de nuestros hijos.
  • Ensayar estas habilidades para mejorar nuestras habilidades de comunicación.
  • Empalizar: ponernos en el lugar del otro.
  • Dar mensajes consistentes y no contradictorios.
  • Escuchar con atención.
  • Decir lo que sentimos.
  • Crear un clima emocional que facilite la comunicación.
  • Pedir la opinión

Factores que ponen en riesgo la comunicación

Cuanto más confianza hay en la relación, más significativa será la comunicación no verbal. Seguro que cuando llegas a casa puedes percibir un ambiente de tranquilidad o tensión sin necesidad de hablar con nadie. A veces, no hablar supone una significativa limitación para la comunicación. Muchas veces las prisas que tenemos por recibir alguna información nos impide conocer la opinión de nuestros hijos y, de igual manera, impide que nuestros hijos se den cuenta de la predisposición a escuchar que podemos tener. Esto resulta muy importante cuando nuestros hijos son adolescentes. Así son muchas la situaciones en las que los padres tenemos curiosidad por saber que hacen y ellos en una situación de comunicación exigente nos responderán con evasivas.

Otro punto de riesgo para la comunicación eficaz es la impaciencia que  en ocasiones tenemos los padres para poder incidir educativamente en la conducta de nuestros hijos. Todo el proceso educativo pasa por la relación que establecen entre padres e hijos, y ésta se debe apoyar en la comunicación; por eso es tan importante preservarla y mantener la alegría de disfrutarla. Para ello es suficiente que los padres no queramos llevar siempre la razón y nos tenemos que  convencer que comunicar no es enfrentarse.

Otros enemigos en la comunicación familiar son,  la televisión en la comida, los horarios que dificultan el encuentro relajado, los desplazamientos de fin de semana… Hay que evitar en la medida de los posible estas situaciones y procurar mantener una actitud que facilite un clima de comunicación.

Estos elemento sirven de obstáculo para comunicarnos. Los podemos resumir así:

  • Generalizaciones: (“Siempre estás pegando a tu hermana”,”nunca obedeces”). Seguro que en algún momento hace algo distinto de pegar a su hermana. Posiblemente, alguna vez, sí ha sabido obedecer.
  • Juzgar los mensajes que recibes: La madre, cuando el padre llega de la calle, dice: “Parece que hoy llegas más tarde”. El padre replica: “¿Qué pasa?, ¿los demás días llego antes?. ¡Siempre estás pendiente de la hora a la que vengo!
  • No saber escuchar para comprender bien lo que quieren decir realmente.
  • Discutir sobre tu versión de algo que sucedió hace ya tiempo. ¿Para qué darle tanta importancia a sucesos ya pasados?
  • Poner etiquetas
  • Tener objetivos contradictorios.
  • El lugar y el momento que elegimos.
  • Hacer preguntas llenas de reproches.
  • Abusar de los: “Tú deberías”, “Yo debería hacer”; en vez de los: “Qué te parece si…”, ”Quizás te convenga”, “Yo quiero hacer”, “Me conviene”, “He decidido”.
  • Cortes en la conversación porque se presta más atención a lo que quieres decir, que a escuchar al otro.



Consejos prácticos

1. Observar el tipo de comunicación que llevamos a cabo con nuestro hijo. Dediquemos unos días de observación libre de juicios y culpabilidades. Funciona muy bien conectar una grabadora en momentos habituales de conflicto o de sobrecarga familiar. Es un ejercicio sano pero, a veces, de conclusiones difíciles de aceptar cuando la dura realidad de actuación supera todas las previsiones ideales.

2. Escuchar activa y reflexivamente cada una de las intervenciones de nuestros hijos. Valorar hasta qué punto merecen prioridad frente a la tarea que estemos realizando; en cualquier caso, nuestra respuesta ha de ser lo suficientemente correcta para no menospreciar su necesidad de comunicación.

3. Si no podemos prestar la atención necesaria en ese momento, razonar con él un aplazamiento del acto comunicativo para más tarde. Podemos decir simplemente: “dame 10 minutos y enseguida estoy contigo”. Recordemos después agradecer su paciencia y su capacidad de espera.

4. Evitar emplear el mismo tipo de respuestas de forma sistemática para que nuestro hijo no piense que siempre somos autoritarios, le hacemos sentir culpable, le quitamos importancia a las cosas o le damos sermones.

5. Dejar las culpabilidades a un lado. Si hasta hoy no hemos sido un modelo de comunicadores, pensemos que podemos mejorar y adaptarnos a una nueva forma de comunicación que revertirá en bien de nuestra familia suavizando o incluso extinguiendo muchos de los conflictos habituales con los hijos.

6. Cuando decidamos cambiar o mejorar hacia una comunicación más abierta, es aconsejable establecer un tiempo de prueba, como una semana o un fin de semana, terminado el cual podamos valorar si funciona o no y si debemos modificar algo más. Los padres tenemos los hábitos de conducta muy arraigados y cambiarlos requiere esfuerzo, dedicación y, sobre todo, paciencia (¡con nosotros mismos!).
Bibliografía

Cómo hablar para que sus hijos le escuchen y cómo escuchar para que sus hijos le hablen
A. Faber y E. Mazlish Ediciones Médici.

Los diez errores más comunes de los padres y cómo evitarlos
Dr. Kevin Steede Editorial Edaf

La comunicación no verbal
Flora Davis Alianza Editorial

Guía para la salud emocional del niño
Rafael Nicolás , Núria Fillat y Irene Oromí Ediciones Médici

Artículo: “¿Cómo mejorar la comunicación con nuestros hijos?”
Carmen Herrera García Profesora de Educación Infantil y Primaria
http://www.solohijos.com/

Padres e hijos. Una relación.
Joan Corbella Roig Círculo de lectores

Publicaciones de Servicios Sociales de la Comunidad de Madrid
http://www.munimadrid.es/principal

 La gran guía del lenguaje no verbal, Teresa Baró editado por Paidós.

La comunicación entre Padres/Madres e Hij@s

Los seres humanos nos relacionamos mediante el lenguaje que puede ser verbal y/o no verbal.

Desde niñ@s aprendemos a reconocer los sonidos y lo que nos quieren decir y también podemos ser capaces de diferenciar el tono con el que nos hablan. Existen evidencias que demuestran que alrededor de los nueve meses, sabemos identificar a  si nuestros padres están enfadados o nos tratan con afecto.

Cuando aprendemos hablar estamos haciendo un prerrequisito básico para posteriormente poder desarrollar la lectura y la escritura. Con estas herramientas básicas (Habla,lectura y escritura) seremos capaces de darnos cuenta de lo que ocurre a nuestro alrrededor y podemos aprender del medio social en el que se vivimos.

La Comunicación, no es solo la palabra oral o escrita es mucho mas son: los gestos, las miradas, la expresión del rostro… Estos elementos son lo que denominamos Comunicación No Verbal con la que espresamos; actitudes, sentimientos, predisposiciones y motivaciones que enfatizan nuestra comunicación con los demas. La suma e interacción de ambos lenguajes (verbal y gestual) es la comunicación.
El diálogo, otra forma de comunicación.

En  los momentos que sólo se usamos el lenguaje verbal (lo que resulta casi imposible, pues casí nunca aparece desligado del lenguaje no verball) lo denominamos diálogo. Hay dos formas opuestas de diálogo: una sería por exceso y otra defecto. Ambas, producen distanciamiento entre padres e hijos. Cuando es por exceso los padres que, con buena intencion, queremos crear un clima que favorezca el diálogo con nuestros hijos tratando de verbalizar absolutamente todo. Esto puede provocar que los padres mantegamos un continuo  interrogatorio o/y estar continuamente “echando la charla”. Nuestros hijos lo mas probable es que no escuchen o se eviten responder verbalizando evasivas. Aquí, confundimos el diálogo con el monólogo y la comunicación con el aleccionamiento.

Aunque parezca lo contrario el silencio es una parte fundamental en el diálogo. Nos sirve para dar tiempo a nuestro hijo a entender lo que le hemos dicho. El diálogo es la interelacción entre tú y tu hijo. Para conseguirlo, es necesitamos que los silencios permitan la intervención de nuestros hijos.

Otro elemento que con el silencio es fundamental es la capacidad de escuchar. Es muy frecuente que no nos paremos a escuchar y damos nuestras opiniones, sin escuchar las de nuestros hijos. En ese momento, nuestro hijo percibe la indiferencia hacía su opinion y acaba perdiendo la motivación por seguir la conversación. Esta situación resulta muy  frecuente entre padres e hijos. Los papas pensamos en ocasiones que nuestros hijos no nos tienen nada que enseñar y que no pueden cambiar nuestras opiniones. Escuchamos poco a nuestros hijos o si lo hacemos es desde una posición impermeable respecto los argumentos de nuestros hijos. Esto situación resulta muy frecuente cuando nuestros hijos son adolescentes. Nos encontramos ante uno de los errores más frecuentes en las relaciones padres e hijos: pensar que con una determinada información podemos hacer cambiar el comportamiento de nuestros hijos. La información por si sola no es capaz de modificar la conducta.

El diálogo como herramieta, para que padres e hijos nos conozcamos mejor, conociendo así nuestras opiniones o formas de ver las cosas. Aprendiendo a ver una realidad desde perspectivas diferentes que puede enriquecer nuestra visión de la realidad. Esta comprobado que mas transmite y educa la convivencia que la verbalización de los valores que se pretenden inculcar. La palabra convence pero el ejemplo arrastra.

Otros aspecto muy importante del dialogo, es la posibilidad de poder réplicar. La actitud de  a recoger las opiniones de tus hijos y admitir que puedes no estar de acuerdo es una de las condiciones básicas para que el diálogo sea efectivo.

Hay que tener claro que en el ambito de la familia es un punto de referencia capital para el donde el niño y el joven puede aprender a dialogar y, con esta capacidad, puede favorecer actitudes tan importantes para una vida saludable a nivel psicológico como es la tolerancia, la asertividad, la habilidad dialéctica, la capacidad de admitir los errores y de tolerancia a la frustración.

 

 

 

 
La importancia de la comunicación

Si es importante el diálogo en las relaciones interpersonales, lo es aún más la comunicación. La comunicación está guiada por los sentimientos y por la información que transmitimos y comprendemos. La comunicación nos sirve:

- Para establecer contacto con las personas.
- Para dar o recibir información.
- Para expresar o comprender lo que pensamos.
- Para transmitir nuestros sentimientos.
- Para compartir o poner en común algo con alguien.
- Para conectar emocionalmente con otros.
- Para vincularnos o unirnos por el afecto.

Facilitadores de la comunicación

Estos son algunos de los elementos que nos facilitan la comunicación idonea:

  • Dar información positiva.
  • Saber valorar aquello que nos gusta de nuestros hijos.
  • Ensayar estas habilidades para mejorar nuestras habilidades de comunicación.
  • Empalizar: ponernos en el lugar del otro.
  • Dar mensajes consistentes y no contradictorios.
  • Escuchar con atención.
  • Decir lo que sentimos.
  • Crear un clima emocional que facilite la comunicación.
  • Pedir la opinión

Factores que ponen en riesgo la comunicación

Cuanto más confianza hay en la relación, más significativa será la comunicación no verbal. Seguro que cuando llegas a casa puedes percibir un ambiente de tranquilidad o tensión sin necesidad de hablar con nadie. A veces, no hablar supone una significativa limitación para la comunicación. Muchas veces las prisas que tenemos por recibir alguna información nos impide conocer la opinión de nuestros hijos y, de igual manera, impide que nuestros hijos se den cuenta de la predisposición a escuchar que podemos tener. Esto resulta muy importante cuando nuestros hijos son adolescentes. Así son muchas la situaciones en las que los padres tenemos curiosidad por saber que hacen y ellos en una situación de comunicación exigente nos responderán con evasivas.

Otro punto de riesgo para la comunicación eficaz es la impaciencia que  en ocasiones tenemos los padres para poder incidir educativamente en la conducta de nuestros hijos. Todo el proceso educativo pasa por la relación que establecen entre padres e hijos, y ésta se debe apoyar en la comunicación; por eso es tan importante preservarla y mantener la alegría de disfrutarla. Para ello es suficiente que los padres no queramos llevar siempre la razón y nos tenemos que  convencer que comunicar no es enfrentarse.

Otros enemigos en la comunicación familiar son,  la televisión en la comida, los horarios que dificultan el encuentro relajado, los desplazamientos de fin de semana… Hay que evitar en la medida de los posible estas situaciones y procurar mantener una actitud que facilite un clima de comunicación.

Estos elemento sirven de obstáculo para comunicarnos. Los podemos resumir así:

  • Generalizaciones: (“Siempre estás pegando a tu hermana”,”nunca obedeces”). Seguro que en algún momento hace algo distinto de pegar a su hermana. Posiblemente, alguna vez, sí ha sabido obedecer.
  • Juzgar los mensajes que recibes: La madre, cuando el padre llega de la calle, dice: “Parece que hoy llegas más tarde”. El padre replica: “¿Qué pasa?, ¿los demás días llego antes?. ¡Siempre estás pendiente de la hora a la que vengo!
  • No saber escuchar para comprender bien lo que quieren decir realmente.
  • Discutir sobre tu versión de algo que sucedió hace ya tiempo. ¿Para qué darle tanta importancia a sucesos ya pasados?
  • Poner etiquetas
  • Tener objetivos contradictorios.
  • El lugar y el momento que elegimos.
  • Hacer preguntas llenas de reproches.
  • Abusar de los: “Tú deberías”, “Yo debería hacer”; en vez de los: “Qué te parece si…”, ”Quizás te convenga”, “Yo quiero hacer”, “Me conviene”, “He decidido”.
  • Cortes en la conversación porque se presta más atención a lo que quieres decir, que a escuchar al otro.



Consejos prácticos

1. Observar el tipo de comunicación que llevamos a cabo con nuestro hijo. Dediquemos unos días de observación libre de juicios y culpabilidades. Funciona muy bien conectar una grabadora en momentos habituales de conflicto o de sobrecarga familiar. Es un ejercicio sano pero, a veces, de conclusiones difíciles de aceptar cuando la dura realidad de actuación supera todas las previsiones ideales.

2. Escuchar activa y reflexivamente cada una de las intervenciones de nuestros hijos. Valorar hasta qué punto merecen prioridad frente a la tarea que estemos realizando; en cualquier caso, nuestra respuesta ha de ser lo suficientemente correcta para no menospreciar su necesidad de comunicación.

3. Si no podemos prestar la atención necesaria en ese momento, razonar con él un aplazamiento del acto comunicativo para más tarde. Podemos decir simplemente: “dame 10 minutos y enseguida estoy contigo”. Recordemos después agradecer su paciencia y su capacidad de espera.

4. Evitar emplear el mismo tipo de respuestas de forma sistemática para que nuestro hijo no piense que siempre somos autoritarios, le hacemos sentir culpable, le quitamos importancia a las cosas o le damos sermones.

5. Dejar las culpabilidades a un lado. Si hasta hoy no hemos sido un modelo de comunicadores, pensemos que podemos mejorar y adaptarnos a una nueva forma de comunicación que revertirá en bien de nuestra familia suavizando o incluso extinguiendo muchos de los conflictos habituales con los hijos.

6. Cuando decidamos cambiar o mejorar hacia una comunicación más abierta, es aconsejable establecer un tiempo de prueba, como una semana o un fin de semana, terminado el cual podamos valorar si funciona o no y si debemos modificar algo más. Los padres tenemos los hábitos de conducta muy arraigados y cambiarlos requiere esfuerzo, dedicación y, sobre todo, paciencia (¡con nosotros mismos!).
Bibliografía

Cómo hablar para que sus hijos le escuchen y cómo escuchar para que sus hijos le hablen
A. Faber y E. Mazlish Ediciones Médici.

Los diez errores más comunes de los padres y cómo evitarlos
Dr. Kevin Steede Editorial Edaf

La comunicación no verbal
Flora Davis Alianza Editorial

Guía para la salud emocional del niño
Rafael Nicolás , Núria Fillat y Irene Oromí Ediciones Médici

Artículo: “¿Cómo mejorar la comunicación con nuestros hijos?”
Carmen Herrera García Profesora de Educación Infantil y Primaria
http://www.solohijos.com/

Padres e hijos. Una relación.
Joan Corbella Roig Círculo de lectores

Publicaciones de Servicios Sociales de la Comunidad de Madrid
http://www.munimadrid.es/principal

 La gran guía del lenguaje no verbal, Teresa Baró editado por Paidós.

La comunicación entre Padres/Madres e Hij@s

Los seres humanos nos relacionamos mediante el lenguaje que puede ser verbal y/o no verbal.

Desde niñ@s aprendemos a reconocer los sonidos y lo que nos quieren decir y también podemos ser capaces de diferenciar el tono con el que nos hablan. Existen evidencias que demuestran que alrededor de los nueve meses, sabemos identificar a  si nuestros padres están enfadados o nos tratan con afecto.

Cuando aprendemos hablar estamos haciendo un prerrequisito básico para posteriormente poder desarrollar la lectura y la escritura. Con estas herramientas básicas (Habla,lectura y escritura) seremos capaces de darnos cuenta de lo que ocurre a nuestro alrrededor y podemos aprender del medio social en el que se vivimos.

La Comunicación, no es solo la palabra oral o escrita es mucho mas son: los gestos, las miradas, la expresión del rostro… Estos elementos son lo que denominamos Comunicación No Verbal con la que espresamos; actitudes, sentimientos, predisposiciones y motivaciones que enfatizan nuestra comunicación con los demas. La suma e interacción de ambos lenguajes (verbal y gestual) es la comunicación.

El diálogo, otra forma de comunicación.

En  los momentos que sólo usamos el lenguaje verbal (lo que resulta casi imposible, pues casí nunca aparece desligado del lenguaje no verball) lo denominamos diálogo. Hay dos formas opuestas de diálogo: una sería por exceso y otra defecto. Ambas, producen distanciamiento entre padres e hijos. Cuando es por exceso los padres que, con buena intencion, queremos crear un clima que favorezca el diálogo con nuestros hijos tratando de verbalizar absolutamente todo. Esto puede provocar que los padres mantegamos un continuo  interrogatorio o/y estar continuamente “echando la charla”. Nuestros hijos lo mas probable es que no escuchen o eviten responder verbalizando evasivas. Aquí, confundimos el diálogo con el monólogo y la comunicación con el aleccionamiento.

Aunque parezca lo contrario el silencio es una parte fundamental en el diálogo. Nos sirve para dar tiempo a nuestro hijo a entender lo que le hemos dicho. El diálogo es la interelacción entre tú y tu hijo. Para conseguirlo, es necesitamos que los silencios permitan la intervención de nuestros hijos.

Otro elemento que con el silencio es fundamental es la capacidad de escuchar. Es muy frecuente que no nos paremos a escuchar y damos nuestras opiniones, sin escuchar las de nuestros hijos. En ese momento, nuestro hijo percibe la indiferencia hacía su opinion y acaba perdiendo la motivación por seguir la conversación. Los papas pensamos en ocasiones que nuestros hijos no nos tienen nada que enseñar y que no pueden cambiar nuestras opiniones. Escuchamos poco a nuestros hijos o si lo hacemos es desde una posición impermeable respecto los argumentos de nuestros hijos. Esto situación resulta muy frecuente cuando nuestros hijos son adolescentes. Nos encontramos ante uno de los errores más frecuentes en las relaciones padres e hijos: pensar que con una determinada información podemos hacer cambiar el comportamiento de nuestros hijos. La información por si sola no es capaz de modificar la conducta.

El diálogo como herramieta, para que padres e hijos nos conozcamos mejor, conociendo así nuestras opiniones o formas de ver las cosas. Aprendiendo a ver una realidad desde perspectivas diferentes que puede enriquecer nuestra visión de la realidad. Esta comprobado que mas transmite y educa la convivencia que la verbalización de los valores que se pretenden inculcar. La palabra convence pero el ejemplo arrastra.

Otros aspecto muy importante del dialogo, es la posibilidad de poder réplicar. La actitud de  a recoger las opiniones de tus hijos y admitir que puedes no estar de acuerdo es una de las condiciones básicas para que el diálogo sea efectivo.

Hay que tener claro que en el ambito de la familia es un punto de referencia capital para el donde el niño y el joven puede aprender a dialogar y, con esta capacidad, puede favorecer actitudes tan importantes para una vida saludable a nivel psicológico como es la tolerancia, la asertividad, la habilidad dialéctica, la capacidad de admitir los errores y de tolerancia a la frustración.

 

 

 
La importancia de la comunicación

Si es importante el diálogo en las relaciones interpersonales, lo es aún más la comunicación. La comunicación está guiada por los sentimientos y por la información que transmitimos y comprendemos. La comunicación nos sirve:

- Para establecer contacto con las personas.
- Para dar o recibir información.
- Para expresar o comprender lo que pensamos.
- Para transmitir nuestros sentimientos.
- Para compartir o poner en común algo con alguien.
- Para conectar emocionalmente con otros.
- Para vincularnos o unirnos por el afecto.

Facilitadores de la comunicación

Estos son algunos de los elementos que nos facilitan la comunicación idonea:

  • Dar información positiva.
  • Saber valorar aquello que nos gusta de nuestros hijos.
  • Ensayar estas habilidades para mejorar nuestras habilidades de comunicación.
  • Empalizar: ponernos en el lugar del otro.
  • Dar mensajes consistentes y no contradictorios.
  • Escuchar con atención.
  • Decir lo que sentimos.
  • Crear un clima emocional que facilite la comunicación.
  • Pedir la opinión

Factores que ponen en riesgo la comunicación

Cuanto más confianza hay en la relación, más significativa será la comunicación no verbal. Seguro que cuando llegas a casa puedes percibir un ambiente de tranquilidad o tensión sin necesidad de hablar con nadie. A veces, no hablar supone una significativa limitación para la comunicación. Muchas veces las prisas que tenemos por recibir alguna información nos impide conocer la opinión de nuestros hijos y, de igual manera, impide que nuestros hijos se den cuenta de la predisposición a escuchar que podemos tener. Esto resulta muy importante cuando nuestros hijos son adolescentes. Así son muchas la situaciones en las que los padres tenemos curiosidad por saber que hacen y ellos en una situación de comunicación exigente nos responderán con evasivas.

Otro punto de riesgo para la comunicación eficaz es la impaciencia que  en ocasiones tenemos los padres para poder incidir educativamente en la conducta de nuestros hijos. Todo el proceso educativo pasa por la relación que establecen entre padres e hijos, y ésta se debe apoyar en la comunicación; por eso es tan importante preservarla y mantener la alegría de disfrutarla. Para ello es suficiente que los padres no queramos llevar siempre la razón y nos tenemos que  convencer que comunicar no es enfrentarse.

Otros enemigos en la comunicación familiar son,  la televisión en la comida, los horarios que dificultan el encuentro relajado, los desplazamientos de fin de semana… Hay que evitar en la medida de los posible estas situaciones y procurar mantener una actitud que facilite un clima de comunicación.

Estos elemento sirven de obstáculo para comunicarnos. Los podemos resumir así:

  • Generalizaciones: (“Siempre estás pegando a tu hermana”,”nunca obedeces”). Seguro que en algún momento hace algo distinto de pegar a su hermana. Posiblemente, alguna vez, sí ha sabido obedecer.
  • Juzgar los mensajes que recibes: La madre, cuando el padre llega de la calle, dice: “Parece que hoy llegas más tarde”. El padre replica: “¿Qué pasa?, ¿los demás días llego antes?. ¡Siempre estás pendiente de la hora a la que vengo!
  • No saber escuchar para comprender bien lo que quieren decir realmente.
  • Discutir sobre tu versión de algo que sucedió hace ya tiempo. ¿Para qué darle tanta importancia a sucesos ya pasados?
  • Poner etiquetas
  • Tener objetivos contradictorios.
  • El lugar y el momento que elegimos.
  • Hacer preguntas llenas de reproches.
  • Abusar de los: “Tú deberías”, “Yo debería hacer”; en vez de los: “Qué te parece si…”, ”Quizás te convenga”, “Yo quiero hacer”, “Me conviene”, “He decidido”.
  • Cortes en la conversación porque se presta más atención a lo que quieres decir, que a escuchar al otro.



Consejos prácticos

1. Observar el tipo de comunicación que llevamos a cabo con nuestro hijo. Dediquemos unos días de observación libre de juicios y culpabilidades. Funciona muy bien conectar una grabadora en momentos habituales de conflicto o de sobrecarga familiar. Es un ejercicio sano pero, a veces, de conclusiones difíciles de aceptar cuando la dura realidad de actuación supera todas las previsiones ideales.

2. Escuchar activa y reflexivamente cada una de las intervenciones de nuestros hijos. Valorar hasta qué punto merecen prioridad frente a la tarea que estemos realizando; en cualquier caso, nuestra respuesta ha de ser lo suficientemente correcta para no menospreciar su necesidad de comunicación.

3. Si no podemos prestar la atención necesaria en ese momento, razonar con él un aplazamiento del acto comunicativo para más tarde. Podemos decir simplemente: “dame 10 minutos y enseguida estoy contigo”. Recordemos después agradecer su paciencia y su capacidad de espera.

4. Evitar emplear el mismo tipo de respuestas de forma sistemática para que nuestro hijo no piense que siempre somos autoritarios, le hacemos sentir culpable, le quitamos importancia a las cosas o le damos sermones.

5. Dejar las culpabilidades a un lado. Si hasta hoy no hemos sido un modelo de comunicadores, pensemos que podemos mejorar y adaptarnos a una nueva forma de comunicación que revertirá en bien de nuestra familia suavizando o incluso extinguiendo muchos de los conflictos habituales con los hijos.

6. Cuando decidamos cambiar o mejorar hacia una comunicación más abierta, es aconsejable establecer un tiempo de prueba, como una semana o un fin de semana, terminado el cual podamos valorar si funciona o no y si debemos modificar algo más. Los padres tenemos los hábitos de conducta muy arraigados y cambiarlos requiere esfuerzo, dedicación y, sobre todo, paciencia (¡con nosotros mismos!).
Bibliografía

Cómo hablar para que sus hijos le escuchen y cómo escuchar para que sus hijos le hablen
A. Faber y E. Mazlish Ediciones Médici.

Los diez errores más comunes de los padres y cómo evitarlos
Dr. Kevin Steede Editorial Edaf

La comunicación no verbal
Flora Davis Alianza Editorial

Guía para la salud emocional del niño
Rafael Nicolás , Núria Fillat y Irene Oromí Ediciones Médici

Artículo: “¿Cómo mejorar la comunicación con nuestros hijos?”
Carmen Herrera García Profesora de Educación Infantil y Primaria
http://www.solohijos.com/

Padres e hijos. Una relación.
Joan Corbella Roig Círculo de lectores

Publicaciones de Servicios Sociales de la Comunidad de Madrid
http://www.munimadrid.es/principal

 La gran guía del lenguaje no verbal, Teresa Baró editado por Paidós.

La comunicación entre Padres/Madres e Hij@s

Los seres humanos nos relacionamos mediante el lenguaje que puede ser verbal y/o no verbal.

Desde niñ@s aprendemos a reconocer los sonidos y lo que nos quieren decir y también podemos ser capaces de diferenciar el tono con el que nos hablan. Existen evidencias que demuestran que alrededor de los nueve meses, sabemos identificar a  si nuestros padres están enfadados o nos tratan con afecto.

Cuando aprendemos hablar estamos haciendo un prerrequisito básico para posteriormente poder desarrollar la lectura y la escritura. Con estas herramientas básicas (Habla,lectura y escritura) seremos capaces de darnos cuenta de lo que ocurre a nuestro alrrededor y podemos aprender del medio social en el que se vivimos.

La Comunicación, no es solo la palabra oral o escrita es mucho mas son: los gestos, las miradas, la expresión del rostro… Estos elementos son lo que denominamos Comunicación No Verbal con la que espresamos; actitudes, sentimientos, predisposiciones y motivaciones que enfatizan nuestra comunicación con los demas. La suma e interacción de ambos lenguajes (verbal y gestual) es la comunicación.

El diálogo, otra forma de comunicación.

En  los momentos que sólo usamos el lenguaje verbal (lo que resulta casi imposible, pues casí nunca aparece desligado del lenguaje no verball) lo denominamos diálogo. Hay dos formas opuestas de diálogo: una sería por exceso y otra defecto. Ambas, producen distanciamiento entre padres e hijos. Cuando es por exceso los padres que, con buena intencion, queremos crear un clima que favorezca el diálogo con nuestros hijos tratando de verbalizar absolutamente todo. Esto puede provocar que los padres mantegamos un continuo  interrogatorio o/y estar continuamente “echando la charla”. Nuestros hijos lo mas probable es que no escuchen o eviten responder verbalizando evasivas. Aquí, confundimos el diálogo con el monólogo y la comunicación con el aleccionamiento.

Aunque parezca lo contrario el silencio es una parte fundamental en el diálogo. Nos sirve para dar tiempo a nuestro hijo a entender lo que le hemos dicho. El diálogo es la interelacción entre tú y tu hijo. Para conseguirlo, es necesitamos que los silencios permitan la intervención de nuestros hijos.

Otro elemento que con el silencio es fundamental es la capacidad de escuchar. Es muy frecuente que no nos paremos a escuchar y damos nuestras opiniones, sin escuchar las de nuestros hijos. En ese momento, nuestro hijo percibe la indiferencia hacía su opinion y acaba perdiendo la motivación por seguir la conversación. Los papas pensamos en ocasiones que nuestros hijos no nos tienen nada que enseñar y que no pueden cambiar nuestras opiniones. Escuchamos poco a nuestros hijos o si lo hacemos es desde una posición impermeable respecto los argumentos de nuestros hijos. Esto situación resulta muy frecuente cuando nuestros hijos son adolescentes. Nos encontramos ante uno de los errores más frecuentes en las relaciones padres e hijos: pensar que con una determinada información podemos hacer cambiar el comportamiento de nuestros hijos. La información por si sola no es capaz de modificar la conducta.

El diálogo como herramieta, para que padres e hijos nos conozcamos mejor, conociendo así nuestras opiniones o formas de ver las cosas. Aprendiendo a ver una realidad desde perspectivas diferentes que puede enriquecer nuestra visión de la realidad. Esta comprobado que mas transmite y educa la convivencia que la verbalización de los valores que se pretenden inculcar. La palabra puede convencer pero el ejemplo arrastra.

Otros aspecto muy importante del dialogo, es la posibilidad de poder réplicar. La actitud de recoger las opiniones de tus hijos y admitir que puedes no estar de acuerdo es una de las condiciones básicas para que el diálogo sea efectivo.

Hay que tener claro que en el ambito de la familia es un punto de referencia capital donde el niño y el joven puede aprender a dialogar y, con esta capacidad, puede favorecer actitudes tan importantes para una vida saludable a nivel psicológico como es la tolerancia, la asertividad, la habilidad dialéctica, la capacidad de admitir los errores y de tolerancia a la frustración.

 

 

 

 

 

 

La importancia de la comunicación

Si es importante el diálogo en las relaciones interpersonales, lo es aún más la comunicación. La comunicación está guiada por los sentimientos y por la información que transmitimos y comprendemos. La comunicación nos sirve para:

- Establecer contacto con las personas.
- Dar o recibir información.
- Expresar o comprender lo que pensamos.
- Transmitir nuestros sentimientos.
- Compartir o poner en común algo con alguien.
- Cemocionalmente con otros.
- Vincularnos o unirnos por el afecto.

Facilitadores de la comunicación

Estos son algunos de los elementos que nos facilitan la comunicación idonea:

  • Dar información positiva.
  • Saber valorar aquello que nos gusta de nuestros hijos.
  • Ensayar estas habilidades para mejorar nuestras habilidades de comunicación.
  • Empalizar: ponernos en el lugar del otro.
  • Dar mensajes consistentes y no contradictorios.
  • Escuchar con atención.
  • Decir lo que sentimos.
  • Crear un clima emocional que facilite la comunicación.
  • Pedir la opinión

Factores que ponen en riesgo la comunicación

Cuanto más confianza hay en la relación, más significativa será la comunicación no verbal. Seguro que cuando llegas a casa puedes percibir un ambiente de tranquilidad o tensión sin necesidad de hablar con nadie. A veces, no hablar supone una significativa limitación para la comunicación. Muchas veces las prisas que tenemos por recibir alguna información nos impide conocer la opinión de nuestros hijos y, de igual manera, impide que nuestros hijos se den cuenta de la predisposición a escuchar que podemos tener. Esto resulta muy importante cuando nuestros hijos son adolescentes. Así son muchas la situaciones en las que los padres tenemos curiosidad por saber que hacen y ellos en una situación de comunicación exigente nos responderán con evasivas.

Otro punto de riesgo para la comunicación eficaz es la impaciencia que  en ocasiones tenemos los padres para poder incidir educativamente en la conducta de nuestros hijos. Todo el proceso educativo pasa por la relación que establecen entre padres e hijos, y ésta se debe apoyar en la comunicación; por eso es tan importante preservarla y mantener la alegría de disfrutarla. Para ello es suficiente que los padres no queramos llevar siempre la razón y nos tenemos que  convencer que comunicar no es enfrentarse.

Otros enemigos en la comunicación familiar son,  la televisión en la comida, los horarios que dificultan el encuentro relajado, los desplazamientos de fin de semana… Hay que evitar en la medida de los posible estas situaciones y procurar mantener una actitud que facilite un clima de comunicación.

Estos elemento sirven de obstáculo para comunicarnos. Los podemos resumir así:

  • Generalizaciones: (“Siempre estás pegando a tu hermana”,”nunca obedeces”). Seguro que en algún momento hace algo distinto de pegar a su hermana. Posiblemente, alguna vez, sí ha sabido obedecer.
  • Juzgar los mensajes que recibes: La madre, cuando el padre llega de la calle, dice: “Parece que hoy llegas más tarde”. El padre replica: “¿Qué pasa?, ¿los demás días llego antes?. ¡Siempre estás pendiente de la hora a la que vengo!
  • No saber escuchar para comprender bien lo que quieren decir realmente.
  • Discutir sobre tu versión de algo que sucedió hace ya tiempo. ¿Para qué darle tanta importancia a sucesos ya pasados?
  • Poner etiquetas
  • Tener objetivos contradictorios.
  • El lugar y el momento que elegimos.
  • Hacer preguntas llenas de reproches.
  • Abusar de los: “Tú deberías”, “Yo debería hacer”; en vez de los: “Qué te parece si…”, ”Quizás te convenga”, “Yo quiero hacer”, “Me conviene”, “He decidido”.
  • Cortes en la conversación porque se presta más atención a lo que quieres decir, que a escuchar al otro.



Consejos prácticos

1. Observar el tipo de comunicación que llevamos a cabo con nuestro hijo. Dediquemos unos días de observación libre de juicios y culpabilidades. Funciona muy bien conectar una grabadora en momentos habituales de conflicto o de sobrecarga familiar. Es un ejercicio sano pero, a veces, de conclusiones difíciles de aceptar cuando la dura realidad de actuación supera todas las previsiones ideales.

2. Escuchar activa y reflexivamente cada una de las intervenciones de nuestros hijos. Valorar hasta qué punto merecen prioridad frente a la tarea que estemos realizando; en cualquier caso, nuestra respuesta ha de ser lo suficientemente correcta para no menospreciar su necesidad de comunicación.

3. Si no podemos prestar la atención necesaria en ese momento, razonar con él un aplazamiento del acto comunicativo para más tarde. Podemos decir simplemente: “dame 10 minutos y enseguida estoy contigo”. Recordemos después agradecer su paciencia y su capacidad de espera.

4. Evitar emplear el mismo tipo de respuestas de forma sistemática para que nuestro hijo no piense que siempre somos autoritarios, le hacemos sentir culpable, le quitamos importancia a las cosas o le damos sermones.

5. Dejar las culpabilidades a un lado. Si hasta hoy no hemos sido un modelo de comunicadores, pensemos que podemos mejorar y adaptarnos a una nueva forma de comunicación que revertirá en bien de nuestra familia suavizando o incluso extinguiendo muchos de los conflictos habituales con los hijos.

6. Cuando decidamos cambiar o mejorar hacia una comunicación más abierta, es aconsejable establecer un tiempo de prueba, como una semana o un fin de semana, terminado el cual podamos valorar si funciona o no y si debemos modificar algo más. Los padres tenemos los hábitos de conducta muy arraigados y cambiarlos requiere esfuerzo, dedicación y, sobre todo, paciencia (¡con nosotros mismos!).
Bibliografía

Cómo hablar para que sus hijos le escuchen y cómo escuchar para que sus hijos le hablen
A. Faber y E. Mazlish Ediciones Médici.

Los diez errores más comunes de los padres y cómo evitarlos
Dr. Kevin Steede Editorial Edaf

La comunicación no verbal
Flora Davis Alianza Editorial

Guía para la salud emocional del niño
Rafael Nicolás , Núria Fillat y Irene Oromí Ediciones Médici

Artículo: “¿Cómo mejorar la comunicación con nuestros hijos?”
Carmen Herrera García Profesora de Educación Infantil y Primaria
http://www.solohijos.com/

Padres e hijos. Una relación.
Joan Corbella Roig Círculo de lectores

Publicaciones de Servicios Sociales de la Comunidad de Madrid
http://www.munimadrid.es/principal

 La gran guía del lenguaje no verbal, Teresa Baró editado por Paidós.

La comunicación entre Padres/Madres e Hij@s

Los seres humanos nos relacionamos mediante el lenguaje que puede ser verbal y/o no verbal.

Desde niñ@s aprendemos a reconocer los sonidos y lo que nos quieren decir y también podemos ser capaces de diferenciar el tono con el que nos hablan. Existen evidencias que demuestran que alrededor de los nueve meses, sabemos identificar a  si nuestros padres están enfadados o nos tratan con afecto.

Cuando aprendemos hablar estamos haciendo un prerrequisito básico para posteriormente poder desarrollar la lectura y la escritura. Con estas herramientas básicas (Habla,lectura y escritura) seremos capaces de darnos cuenta de lo que ocurre a nuestro alrrededor y podemos aprender del medio social en el que se vivimos.

La Comunicación, no es solo la palabra oral o escrita es mucho mas son: los gestos, las miradas, la expresión del rostro… Estos elementos son lo que denominamos Comunicación No Verbal con la que espresamos; actitudes, sentimientos, predisposiciones y motivaciones que enfatizan nuestra comunicación con los demas. La suma e interacción de ambos lenguajes (verbal y gestual) es la comunicación.

El diálogo, otra forma de comunicación.

En  los momentos que sólo usamos el lenguaje verbal (lo que resulta casi imposible, pues casí nunca aparece desligado del lenguaje no verball) lo denominamos diálogo. Hay dos formas opuestas de diálogo: una sería por exceso y otra defecto. Ambas, producen distanciamiento entre padres e hijos. Cuando es por exceso los padres que, con buena intencion, queremos crear un clima que favorezca el diálogo con nuestros hijos tratando de verbalizar absolutamente todo. Esto puede provocar que los padres mantegamos un continuo  interrogatorio o/y estar continuamente “echando la charla”. Nuestros hijos lo mas probable es que no escuchen o eviten responder verbalizando evasivas. Aquí, confundimos el diálogo con el monólogo y la comunicación con el aleccionamiento.

Aunque parezca lo contrario el silencio es una parte fundamental en el diálogo. Nos sirve para dar tiempo a nuestro hijo a entender lo que le hemos dicho. El diálogo es la interelacción entre tú y tu hijo. Para conseguirlo, es necesitamos que los silencios permitan la intervención de nuestros hijos.

Otro elemento que con el silencio es fundamental es la capacidad de escuchar. Es muy frecuente que no nos paremos a escuchar y damos nuestras opiniones, sin escuchar las de nuestros hijos. En ese momento, nuestro hijo percibe la indiferencia hacía su opinion y acaba perdiendo la motivación por seguir la conversación. Los papas pensamos en ocasiones que nuestros hijos no nos tienen nada que enseñar y que no pueden cambiar nuestras opiniones. Escuchamos poco a nuestros hijos o si lo hacemos es desde una posición impermeable respecto los argumentos de nuestros hijos. Esto situación resulta muy frecuente cuando nuestros hijos son adolescentes. Nos encontramos ante uno de los errores más frecuentes en las relaciones padres e hijos: pensar que con una determinada información podemos hacer cambiar el comportamiento de nuestros hijos. La información por si sola no es capaz de modificar la conducta.

El diálogo como herramieta, para que padres e hijos nos conozcamos mejor, conociendo así nuestras opiniones o formas de ver las cosas. Aprendiendo a ver una realidad desde perspectivas diferentes que puede enriquecer nuestra visión de la realidad. Esta comprobado que mas transmite y educa la convivencia que la verbalización de los valores que se pretenden inculcar. La palabra puede convencer pero el ejemplo arrastra.

Otros aspecto muy importante del dialogo, es la posibilidad de poder réplicar. La actitud de recoger las opiniones de tus hijos y admitir que puedes no estar de acuerdo es una de las condiciones básicas para que el diálogo sea efectivo.

Hay que tener claro que en el ambito de la familia es un punto de referencia capital donde el niño y el joven puede aprender a dialogar y, con esta capacidad, puede favorecer actitudes tan importantes para una vida saludable a nivel psicológico como es la tolerancia, la asertividad, la habilidad dialéctica, la capacidad de admitir los errores y de tolerancia a la frustración.

 

 

 

 

 

 

La importancia de la comunicación

Si es importante el diálogo en las relaciones interpersonales, lo es aún más la comunicación. La comunicación está guiada por los sentimientos y por la información que transmitimos y comprendemos. La comunicación nos sirve:

- Para establecer contacto con las personas.
- Para dar o recibir información.
- Para expresar o comprender lo que pensamos.
- Para transmitir nuestros sentimientos.
- Para compartir o poner en común algo con alguien.
- Para conectar emocionalmente con otros.
- Para vincularnos o unirnos por el afecto.

Facilitadores de la comunicación

Estos son algunos de los elementos que nos facilitan la comunicación idonea:

  • Dar información positiva.
  • Saber valorar aquello que nos gusta de nuestros hijos.
  • Ensayar estas habilidades para mejorar nuestras habilidades de comunicación.
  • Empalizar: ponernos en el lugar del otro.
  • Dar mensajes consistentes y no contradictorios.
  • Escuchar con atención.
  • Decir lo que sentimos.
  • Crear un clima emocional que facilite la comunicación.
  • Pedir la opinión

Factores que ponen en riesgo la comunicación

Cuanto más confianza hay en la relación, más significativa será la comunicación no verbal. Seguro que cuando llegas a casa puedes percibir un ambiente de tranquilidad o tensión sin necesidad de hablar con nadie. A veces, no hablar supone una significativa limitación para la comunicación. Muchas veces las prisas que tenemos por recibir alguna información nos impide conocer la opinión de nuestros hijos y, de igual manera, impide que nuestros hijos se den cuenta de la predisposición a escuchar que podemos tener. Esto resulta muy importante cuando nuestros hijos son adolescentes. Así son muchas la situaciones en las que los padres tenemos curiosidad por saber que hacen y ellos en una situación de comunicación exigente nos responderán con evasivas.

Otro punto de riesgo para la comunicación eficaz es la impaciencia que  en ocasiones tenemos los padres para poder incidir educativamente en la conducta de nuestros hijos. Todo el proceso educativo pasa por la relación que establecen entre padres e hijos, y ésta se debe apoyar en la comunicación; por eso es tan importante preservarla y mantener la alegría de disfrutarla. Para ello es suficiente que los padres no queramos llevar siempre la razón y nos tenemos que  convencer que comunicar no es enfrentarse.

Otros enemigos en la comunicación familiar son,  la televisión en la comida, los horarios que dificultan el encuentro relajado, los desplazamientos de fin de semana… Hay que evitar en la medida de los posible estas situaciones y procurar mantener una actitud que facilite un clima de comunicación.

Estos elemento sirven de obstáculo para comunicarnos. Los podemos resumir así:

  • Generalizaciones: (“Siempre estás pegando a tu hermana”,”nunca obedeces”). Seguro que en algún momento hace algo distinto de pegar a su hermana. Posiblemente, alguna vez, sí ha sabido obedecer.
  • Juzgar los mensajes que recibes: La madre, cuando el padre llega de la calle, dice: “Parece que hoy llegas más tarde”. El padre replica: “¿Qué pasa?, ¿los demás días llego antes?. ¡Siempre estás pendiente de la hora a la que vengo!
  • No saber escuchar para comprender bien lo que quieren decir realmente.
  • Discutir sobre tu versión de algo que sucedió hace ya tiempo. ¿Para qué darle tanta importancia a sucesos ya pasados?
  • Poner etiquetas
  • Tener objetivos contradictorios.
  • El lugar y el momento que elegimos.
  • Hacer preguntas llenas de reproches.
  • Abusar de los: “Tú deberías”, “Yo debería hacer”; en vez de los: “Qué te parece si…”, ”Quizás te convenga”, “Yo quiero hacer”, “Me conviene”, “He decidido”.
  • Cortes en la conversación porque se presta más atención a lo que quieres decir, que a escuchar al otro.



Consejos prácticos

1. Observar el tipo de comunicación que llevamos a cabo con nuestro hijo. Dediquemos unos días de observación libre de juicios y culpabilidades. Funciona muy bien conectar una grabadora en momentos habituales de conflicto o de sobrecarga familiar. Es un ejercicio sano pero, a veces, de conclusiones difíciles de aceptar cuando la dura realidad de actuación supera todas las previsiones ideales.

2. Escuchar activa y reflexivamente cada una de las intervenciones de nuestros hijos. Valorar hasta qué punto merecen prioridad frente a la tarea que estemos realizando; en cualquier caso, nuestra respuesta ha de ser lo suficientemente correcta para no menospreciar su necesidad de comunicación.

3. Si no podemos prestar la atención necesaria en ese momento, razonar con él un aplazamiento del acto comunicativo para más tarde. Podemos decir simplemente: “dame 10 minutos y enseguida estoy contigo”. Recordemos después agradecer su paciencia y su capacidad de espera.

4. Evitar emplear el mismo tipo de respuestas de forma sistemática para que nuestro hijo no piense que siempre somos autoritarios, le hacemos sentir culpable, le quitamos importancia a las cosas o le damos sermones.

5. Dejar las culpabilidades a un lado. Si hasta hoy no hemos sido un modelo de comunicadores, pensemos que podemos mejorar y adaptarnos a una nueva forma de comunicación que revertirá en bien de nuestra familia suavizando o incluso extinguiendo muchos de los conflictos habituales con los hijos.

6. Cuando decidamos cambiar o mejorar hacia una comunicación más abierta, es aconsejable establecer un tiempo de prueba, como una semana o un fin de semana, terminado el cual podamos valorar si funciona o no y si debemos modificar algo más. Los padres tenemos los hábitos de conducta muy arraigados y cambiarlos requiere esfuerzo, dedicación y, sobre todo, paciencia (¡con nosotros mismos!).
Bibliografía

Cómo hablar para que sus hijos le escuchen y cómo escuchar para que sus hijos le hablen
A. Faber y E. Mazlish Ediciones Médici.

Los diez errores más comunes de los padres y cómo evitarlos
Dr. Kevin Steede Editorial Edaf

La comunicación no verbal
Flora Davis Alianza Editorial

Guía para la salud emocional del niño
Rafael Nicolás , Núria Fillat y Irene Oromí Ediciones Médici

Artículo: “¿Cómo mejorar la comunicación con nuestros hijos?”
Carmen Herrera García Profesora de Educación Infantil y Primaria
http://www.solohijos.com/

Padres e hijos. Una relación.
Joan Corbella Roig Círculo de lectores

Publicaciones de Servicios Sociales de la Comunidad de Madrid
http://www.munimadrid.es/principal

 La gran guía del lenguaje no verbal, Teresa Baró editado por Paidós.

Pautas que te permitirán no postergar por más tiempo lo inevitable

  • A partir de ahora solo existe una idea: «Jódete y ponte con esto; no hay otra». No te propongas buscar el placer y convencertede nada. Solo actúa, es mucho más sencillo. No busques alternativas y actividades que sustituyan a lo que no quieres enfrentarte.Como esperes el momento perfecto o la situación en el que te sientasinspirado, igual no llega nunca. Recuerda una cosa, si quieres inculcarla terapia del «jódete» a tus hijos, evita utilizar este término; es muy feo.
  • Localiza la tarea que tienes que hacer. ¿Sabes concretamentecuál es el objetivo, con qué medios y qué necesitas? Facilítatelo rodeándote de todo lo que precisas. Si vas a cocinar y no te apetece, recuerda tener todos los ingredientes porque basta con que te encuentres sin uno de ellos para que sea motivo suficiente para postergar.Si la música o la radio te ayudan, ánimo, no se trata de sufrir por sufrir.
  • Ponte, no hay más. Lo tienes que hacer, ponte a hacerlo, y piensa que cuanto antes lo inicies antes podrás hacer otras actividades que te produzcan más placer. Incluso esas actividades pueden ser el premio.
  • Si la tarea es de larga duración, planifica. Divide la tarea racionalmente y ponle hora y fecha para seguir con ella. ¡Y cúmplelo,por favor!
  • Es imprescindible que te premies y te digas a ti mismo: «Genial, ya me he quitado esto de encima, fíjate, si no era para tanto» o «Con la pereza que me daba y por fin un tema menos».
  • A los padres les aclaro que a los hijos no hay que darles muchas explicaciones, y mucho menos que asocien que todo lo que hacen tiene un premio. Hay que ser responsable porque sí, hacer los deberes porque sí y colaborar en casa porque sí. Igual puedes dar una explicación el primer día que das la orden, y que ayude a educar en valores. Por ejemplo, cuando les digas que hay que colaborar en casa porque la casa es de la familia, explícales que así todos contribuimos al bienestar, que el trabajo estará repartido y todos podremos descansar más. Pero una vez que ya lo has aclarado no es necesaria una segunda explicación. Los niños lo saben y si te cuestionan es porque están postergando, porque les da pereza y porque prefieren ver la tele y jugar. Así que a partir de ahora sé firme y diles que hay que hacerlo porque sí. Los niños no necesitan tantas explicaciones. Si te acostumbras a darlas, luego tendrás que hacerlo siempre. Tenemos que acostumbrarles desde pequeños a que no todo tiene premio, que no todo se realiza porque produce placer y que hay un tiempo, fecha y plazo en el que tiene que cumplirse con las obligaciones. Los deberes del colegio se hacen a las cuatro, no después de la serie que me gusta o después de haber jugado.

Fuente: Extracto integro del libro Entrénate para la vida de Patricia Ramírez

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Patricia Ramírez

Las personas felices lo son no porque tengan más que los demás sino porque su atención está puesta en lo importante.

 

Seguir a Patricia Ramírez en Twitter: www.twitter.com/Patri_Psicologa

http://www.patriciaramirezloeffler.com

14 Formas de INCREMENTAR la autoestima como padre o madre.

 

    1. Pasa tiempo a solas con cada uno de sus hijos siempre que puedan para que no te distraigan las necesidades de los otros miembros de la familia. Éste método es importante para aumentar la satisfacción en la vida familiar.
    2. Tengan “secretos” para cada miembro de la familia (incluido usted mismo) para que los “tesoros” privados de cada uno estén a salvo de la curiosidad de los demás.
    3. Los padres debemos pasar tiempo a solas todas las semanas, sin niños ni otras distracciones. Es imprescindible salvaguardar este tiempo sagrado.
    4. Permite que la casa esté desordenada, mientras todos están cumpliendo con sus obligaciones, pero exije que luego participen de la limpieza. Al fin y al cabo, la casa es de todos.
    5. Tened siempre algo disponible para comer que guste a la familia porque la comida es un factor importante de seguridad, aunque esta medida no soluciona por sí sola los desórdenes nutritivos o la obesidad, que se basan en factores emocionales, no en la disponibilidad de la comida.
    6. Planificar para no desaprovechar las oportunidades satisfactorias por la aparición de acontecimientos imprevistos. Una buena planificación es imprescindible en las familias con poco tiempo libre.
    7. Establece tradiciones familiares cada semana, mes o año. Esto es especialmente importante si los parientes viven a una cierta distancia o si los hijos viven fuera de casa. Acepten el hecho de que a la gente no le gusta que le impongan tradiciones, pero sí los recuerdos agradables que conllevan.
    8. Si les gusta la música, escucha con auriculares para poder disfrutar tu música solo sin molestar a nadie.
    9. Cultiva tus amistades. A largo plazo, no se puede depender de la familia para satisfacer todas las necesidades sociales.
    10. Valora cada día de 1 a10 . Esto te obligará a evaluar la calidad de cada día y a encontrar maneras de mejorar. También te proporcionará un sentimiento de satisfacción cuando el día ha ido maravillosamente. Muestra tu invento al resto de la familia.
    11. Divide tus objetivos en etapas, para avanzar todos los días en la dirección adecuada. No pospongas las cosas hasta que puedas conseguirlo todo de una sola vez. Si no, lo más probable es que nunca alcance tus metas y te enfades y deprimas.
    12. Escoge un día cada dos semanas y propónte no gritar durante todo el día. A menos que te divierta gritar, la mayor parte de las personas se sienten estúpidas e impotentes después de hacerlo. Un día sin sentirse estúpido puede hacer maravillas por la autoestima. Si no tienes la costumbre de gritar, elije prescindir de alguna otra cosa que te haga sentirte estúpido e impotente.
  1. Desarrolla tu propia lista de cosas que puede hacer para aumentar su autoestima.
  2. Aprendan a decir “no”. Muchos padres no saben, sobre todo si los niños exigen continuamente. Pero no siempre se les puede dar lo que quieren.