El cuerpo de las mujeres

Me gustaría recomendaros un documental que me gustó mucho sobre la manipulación que poco a poco, muy a fuego lento, se ha ido fraguando para conseguir convencernos de que tenemos que modificar nuestro cuerpo y nuestro rostro hacia un modelo que alguien ha pensado que es un modelo de belleza.

La televisión, ese medio que ya está en nuestros hogares como uno más y que emite sistemáticamente modelos de belleza femenina (cada vez más, masculina también) que va en contra de la naturaleza, del paso del tiempo, de la belleza real en definitiva. Y nuestros hijos adolescentes consumen de forma instantánea estas imágenes que luego comparan delante del espejo para concluir que ellos no son bellos, no son perfectos. Y tengo que decir que no son solo nuestros hijos adolescentes los que consumen sin plantearse dicho modelo, también nosotros (nosotras) asumimos que hay que llegar a ser más delgadas, tener menos arrugas, unos pómulos más pronunciados, unos labios más turgentes… también nosotras, señoras adultas, caemos en la trampa de obligarnos a luchar contra nosotras mismas. Y empezar a consumir cremas, lociones, aparatos… operaciones. Y dejar de consumir comidas que engorden. Y dejar de disfrutar con el paso del tiempo, de la vida.

Las mujeres de todo el mundo estamos siendo utilizadas como un objeto de consumo, presentadoras esbeltas con altas dosis de maquillaje, con un pelo estandarizado, que figuran sólo como elemento decorativo, que alimentan posturas machistas con dicho papel sin darse cuenta de que dentro de esa cabecita hecha a imagen y semejanza de cualquier otra cabecita de cualquier otra presentadora, hay un cerebro que piensa, que siente, que dirige. Parece que nos hubiésemos acostrumbrado a ver muñecas de plástico y las hubiésemos incorporado a nuestro modelo como “lo realmente bonito”. Y esto desencadena sufrimiento en las mujeres corrientes de un mundo corriente que se maquillan en su casa, que se peinan en su casa, que buscan un gimnasio que les haga perder esos kilitos de más cuando en realidad, buscan lucir un cuerpo como el de esas muñecas que no son tan reales. Anuncios de cremas antiarrugas que muestran caras de chicas muy jóvenes que, evidentemente, no tienen arrugas. Cremas anticelulíticas en cuerpos delgados de niñas que no tienen, evidentemente también, celulitis. Mensajes que nos cuentan que todas esas señales están mal en nuestro cuerpo: ni cicatrices, ni estrías, ni arrugas, ni celulitis, ni impurezas de la piel…

Cuando iban a nacer mis hijas gemelas tuvieron que hacerme cesárea, y mientras estaban preparándome en el quirófano, el médico me preguntaba cómo quería la cicatriz. Comenzó a darme un montón de explicaciones sobre las diferentes opciones de cicatrices con una cesárea en un parto gemelar. Yo le dije: “no vivo de mi cuerpo, lo que quiero es que nazcan bien y como sea más seguro”. Luzco una cicatriz bastante grande que me divide el vientre en dos mitades de arriba a abajo y que cuando llega el verano pongo al sol. Ni me acuerdo que la tengo, pero de vez en cuando sorprendo a alguien mirando mi cicatriz y preguntándose ¿por qué no le harían una cicatriz horizontal de esas que no se ven? es que es muy fea.

A mis hijas les cuento que por ahí nacieron ellas, sanas, a tiempo, y me gusta mostrarla como parte de mi historia y de lo grande que fue ese momento, ¿acaso no es bella?

Me gustaría pediros que veáis el documental, que se lo enseñéis a vuestras hijas (también a vuestros hijos), a vuestros alumnos, a toda la gente, para que demos la importancia justa a la imagen, para que empecemos a reivindicar, en serio, que belleza es salud, y por tanto requiere unas altas dosis de educación para la salud llegar a estar bella: buena alimentación, ejercicio y mucha risa. Dejemos de taparnos ante las cámaras y mostremos nuestra belleza tal y como es.

¿Cuándo dejaste de sentirte bella?

 

Aquí os dejo el documental:

 

 

El cuerpo de las mujeres

Me gustaría recomendaros un documental que me gustó mucho sobre la manipulación que poco a poco, muy a fuego lento, se ha ido fraguando para conseguir convencernos de que tenemos que modificar nuestro cuerpo y nuestro rostro hacia un modelo que alguien ha pensado que es un modelo de belleza.

La televisión, ese medio que ya está en nuestros hogares como uno más y que emite sistemáticamente modelos de belleza femenina (cada vez más, masculina también) que va en contra de la naturaleza, del paso del tiempo, de la belleza real en definitiva. Y nuestros hijos adolescentes consumen de forma instantánea estas imágenes que luego comparan delante del espejo para concluir que ellos no son bellos, no son perfectos. Y tengo que decir que no son solo nuestros hijos adolescentes los que consumen sin plantearse dicho modelo, también nosotros (nosotras) asumimos que hay que llegar a ser más delgadas, tener menos arrugas, unos pómulos más pronunciados, unos labios más turgentes… también nosotras, señoras adultas, caemos en la trampa de obligarnos a luchar contra nosotras mismas. Y empezar a consumir cremas, lociones, aparatos… operaciones. Y dejar de consumir comidas que engorden. Y dejar de disfrutar con el paso del tiempo, de la vida.

Las mujeres de todo el mundo estamos siendo utilizadas como un objeto de consumo, presentadoras esbeltas con altas dosis de maquillaje, con un pelo estandarizado, que figuran sólo como elemento decorativo, que alimentan posturas machistas con dicho papel sin darse cuenta de que dentro de esa cabecita hecha a imagen y semejanza de cualquier otra cabecita de cualquier otra presentadora, hay un cerebro que piensa, que siente, que dirige. Parece que nos hubiésemos acostrumbrado a ver muñecas de plástico y las hubiésemos incorporado a nuestro modelo como “lo realmente bonito”. Y esto desencadena sufrimiento en las mujeres corrientes de un mundo corriente que se maquillan en su casa, que se peinan en su casa, que buscan un gimnasio que les haga perder esos kilitos de más cuando en realidad, buscan lucir un cuerpo como el de esas muñecas que no son tan reales. Anuncios de cremas antiarrugas que muestran caras de chicas muy jóvenes que, evidentemente, no tienen arrugas. Cremas anticelulíticas en cuerpos delgados de niñas que no tienen, evidentemente también, celulitis. Mensajes que nos cuentan que todas esas señales están mal en nuestro cuerpo: ni cicatrices, ni estrías, ni arrugas, ni celulitis, ni impurezas de la piel…

Cuando iban a nacer mis hijas gemelas tuvieron que hacerme cesárea, y mientras estaban preparándome en el quirófano, el médico me preguntaba cómo quería la cicatriz. Comenzó a darme un montón de explicaciones sobre las diferentes opciones de cicatrices con una cesárea en un parto gemelar. Yo le dije: “no vivo de mi cuerpo, lo que quiero es que nazcan bien y como sea más seguro”. Luzco una cicatriz bastante grande que me divide el vientre en dos mitades de arriba a abajo y que cuando llega el verano pongo al sol. Ni me acuerdo que la tengo, pero de vez en cuando sorprendo a alguien mirando mi cicatriz y preguntándose ¿por qué no le harían una cicatriz horizontal de esas que no se ven? es que es muy fea.

A mis hijas les cuento que por ahí nacieron ellas, sanas, a tiempo, y me gusta mostrarla como parte de mi historia y de lo grande que fue ese momento, ¿acaso no es bella?

Me gustaría pediros que veáis el documental, que se lo enseñéis a vuestras hijas (también a vuestros hijos), a vuestros alumnos, a toda la gente, para que demos la importancia justa a la imagen, para que empecemos a reivindicar, en serio, que belleza es salud, y por tanto requiere unas altas dosis de educación para la salud llegar a estar bella: buena alimentación, ejercicio y mucha risa. Dejemos de taparnos ante las cámaras y mostremos nuestra belleza tal y como es.

¿Cuándo dejaste de sentirte bella?

 

Aquí os dejo el documental:

 

 

El cuerpo de las mujeres

Me gustaría recomendaros un documental que me gustó mucho sobre la manipulación que poco a poco, muy a fuego lento, se ha ido fraguando para conseguir convencernos de que tenemos que modificar nuestro cuerpo y nuestro rostro hacia un modelo que alguien ha pensado que es un modelo de belleza.

La televisión, ese medio que ya está en nuestros hogares como uno más y que emite sistemáticamente modelos de belleza femenina (cada vez más, masculina también) que va en contra de la naturaleza, del paso del tiempo, de la belleza real en definitiva. Y nuestros hijos adolescentes consumen de forma instantánea estas imágenes que luego comparan delante del espejo para concluir que ellos no son bellos, no son perfectos. Y tengo que decir que no son solo nuestros hijos adolescentes los que consumen sin plantearse dicho modelo, también nosotros (nosotras) asumimos que hay que llegar a ser más delgadas, tener menos arrugas, unos pómulos más pronunciados, unos labios más turgentes… también nosotras, señoras adultas, caemos en la trampa de obligarnos a luchar contra nosotras mismas. Y empezar a consumir cremas, lociones, aparatos… operaciones. Y dejar de consumir comidas que engorden. Y dejar de disfrutar con el paso del tiempo, de la vida.

Las mujeres de todo el mundo estamos siendo utilizadas como un objeto de consumo, presentadoras esbeltas con altas dosis de maquillaje, con un pelo estandarizado, que figuran sólo como elemento decorativo, que alimentan posturas machistas con dicho papel sin darse cuenta de que dentro de esa cabecita hecha a imagen y semejanza de cualquier otra cabecita de cualquier otra presentadora, hay un cerebro que piensa, que siente, que dirige. Parece que nos hubiésemos acostrumbrado a ver muñecas de plástico y las hubiésemos incorporado a nuestro modelo como “lo realmente bonito”. Y esto desencadena sufrimiento en las mujeres corrientes de un mundo corriente que se maquillan en su casa, que se peinan en su casa, que buscan un gimnasio que les haga perder esos kilitos de más cuando en realidad, buscan lucir un cuerpo como el de esas muñecas que no son tan reales. Anuncios de cremas antiarrugas que muestran caras de chicas muy jóvenes que, evidentemente, no tienen arrugas. Cremas anticelulíticas en cuerpos delgados de niñas que no tienen, evidentemente también, celulitis. Mensajes que nos cuentan que todas esas señales están mal en nuestro cuerpo: ni cicatrices, ni estrías, ni arrugas, ni celulitis, ni impurezas de la piel…

Cuando iban a nacer mis hijas gemelas tuvieron que hacerme cesárea, y mientras estaban preparándome en el quirófano, el médico me preguntaba cómo quería la cicatriz. Comenzó a darme un montón de explicaciones sobre las diferentes opciones de cicatrices con una cesárea en un parto gemelar. Yo le dije: “no vivo de mi cuerpo, lo que quiero es que nazcan bien y como sea más seguro”. Luzco una cicatriz bastante grande que me divide el vientre en dos mitades de arriba a abajo y que cuando llega el verano pongo al sol. Ni me acuerdo que la tengo, pero de vez en cuando sorprendo a alguien mirando mi cicatriz y preguntándose ¿por qué no le harían una cicatriz horizontal de esas que no se ven? es que es muy fea.

A mis hijas les cuento que por ahí nacieron ellas, sanas, a tiempo, y me gusta mostrarla como parte de mi historia y de lo grande que fue ese momento, ¿acaso no es bella?

Me gustaría pediros que veáis el documental, que se lo enseñéis a vuestras hijas (también a vuestros hijos), a vuestros alumnos, a toda la gente, para que demos la importancia justa a la imagen, para que empecemos a reivindicar, en serio, que belleza es salud, y por tanto requiere unas altas dosis de educación para la salud llegar a estar bella: buena alimentación, ejercicio y mucha risa. Dejemos de taparnos ante las cámaras y mostremos nuestra belleza tal y como es.

¿Cuándo dejaste de sentirte bella?

 

Aquí os dejo el documental:

 

 

El cuerpo de las mujeres

Me gustaría recomendaros un documental que me gustó mucho sobre la manipulación que poco a poco, muy a fuego lento, se ha ido fraguando para conseguir convencernos de que tenemos que modificar nuestro cuerpo y nuestro rostro hacia un modelo que alguien ha pensado que es un modelo de belleza.

La televisión, ese medio que ya está en nuestros hogares como uno más y que emite sistemáticamente modelos de belleza femenina (cada vez más, masculina también) que va en contra de la naturaleza, del paso del tiempo, de la belleza real en definitiva. Y nuestros hijos adolescentes consumen de forma instantánea estas imágenes que luego comparan delante del espejo para concluir que ellos no son bellos, no son perfectos. Y tengo que decir que no son solo nuestros hijos adolescentes los que consumen sin plantearse dicho modelo, también nosotros (nosotras) asumimos que hay que llegar a ser más delgadas, tener menos arrugas, unos pómulos más pronunciados, unos labios más turgentes… también nosotras, señoras adultas, caemos en la trampa de obligarnos a luchar contra nosotras mismas. Y empezar a consumir cremas, lociones, aparatos… operaciones. Y dejar de consumir comidas que engorden. Y dejar de disfrutar con el paso del tiempo, de la vida.

Las mujeres de todo el mundo estamos siendo utilizadas como un objeto de consumo, presentadoras esbeltas con altas dosis de maquillaje, con un pelo estandarizado, que figuran sólo como elemento decorativo, que alimentan posturas machistas con dicho papel sin darse cuenta de que dentro de esa cabecita hecha a imagen y semejanza de cualquier otra cabecita de cualquier otra presentadora, hay un cerebro que piensa, que siente, que dirige. Parece que nos hubiésemos acostrumbrado a ver muñecas de plástico y las hubiésemos incorporado a nuestro modelo como “lo realmente bonito”. Y esto desencadena sufrimiento en las mujeres corrientes de un mundo corriente que se maquillan en su casa, que se peinan en su casa, que buscan un gimnasio que les haga perder esos kilitos de más cuando en realidad, buscan lucir un cuerpo como el de esas muñecas que no son tan reales. Anuncios de cremas antiarrugas que muestran caras de chicas muy jóvenes que, evidentemente, no tienen arrugas. Cremas anticelulíticas en cuerpos delgados de niñas que no tienen, evidentemente también, celulitis. Mensajes que nos cuentan que todas esas señales están mal en nuestro cuerpo: ni cicatrices, ni estrías, ni arrugas, ni celulitis, ni impurezas de la piel…

Cuando iban a nacer mis hijas gemelas tuvieron que hacerme cesárea, y mientras estaban preparándome en el quirófano, el médico me preguntaba cómo quería la cicatriz. Comenzó a darme un montón de explicaciones sobre las diferentes opciones de cicatrices con una cesárea en un parto gemelar. Yo le dije: “no vivo de mi cuerpo, lo que quiero es que nazcan bien y como sea más seguro”. Luzco una cicatriz bastante grande que me divide el vientre en dos mitades de arriba a abajo y que cuando llega el verano pongo al sol. Ni me acuerdo que la tengo, pero de vez en cuando sorprendo a alguien mirando mi cicatriz y preguntándose ¿por qué no le harían una cicatriz horizontal de esas que no se ven? es que es muy fea.

A mis hijas les cuento que por ahí nacieron ellas, sanas, a tiempo, y me gusta mostrarla como parte de mi historia y de lo grande que fue ese momento, ¿acaso no es bella?

Me gustaría pediros que veáis el documental, que se lo enseñéis a vuestras hijas (también a vuestros hijos), a vuestros alumnos, a toda la gente, para que demos la importancia justa a la imagen, para que empecemos a reivindicar, en serio, que belleza es salud, y por tanto requiere unas altas dosis de educación para la salud llegar a estar bella: buena alimentación, ejercicio y mucha risa. Dejemos de taparnos ante las cámaras y mostremos nuestra belleza tal y como es.

¿Cuándo dejaste de sentirte bella?

 

Aquí os dejo el documental:

 

 

Descubre quién eres y apórtalo al mundo

Hace tiempo que quería colgar este vídeo que me enviaron de Joan Antoni Melé, subdirector general de Triodos Bank, banca ética.

Hoy consigo colgarlo y me gustaría que lo escuchárais varias veces, hay mucho contenido en él, mucho contenido que nos hace pensar sobre el papel que estamos jugando en nuestra sociedad actual. Con respecto a muchos aspectos, economía, política, educación, pero sobre todo con respecto a nuestra contribución para la paz. No estamos siendo conscientes, o no queremos serlo, pero nuestra pasividad frente a lo que dictan los mercados, nuestra incomprensión o comprensión del mundo como un lugar salvaje en el que sólo gana el individuo y no el colectivo humano.

Este hombre nos habla de elecciones personales, de elegir ser humano frente a ser animal, dejar los instintos y las bajas pasiones, para elegir hacer una elección de nuestro destino como especie, con responsabilidad y compromiso por la paz. Una apuesta por la bondad. Y resalta algo muy interesante: el gran capital con el que cuenta el hombre por primera vez en el mundo que es el conocimiento, la inteligencia y poder. Teniendo por primera vez mucho conocimiento y poder, el mundo está cada vez peor. Y es que no entendemos que lo que hace uno sólo de nosotros afecta al resto, no entendemos que formamos parte de un “organismo global”, y que si una parte está enferma, afectará a todas las demás partes.

Y me quedo con la parte que más me ha emocionado: lo que debemos transmitir a nuestros hijos, lo que debemos enseñar, a descubrir sus capacidades para aportarlas al mundo para mejorarlo y no tanto a competir con otros para mejorar sólo uno mismo a costa de los demás. En sus propias palabras “no transmitir más miedo a nuestros hijos de que tienen que ganarse la vida, tenemos que decirles: descubre quién eres y apórtalo al mundo”.

Por último, y porque su exposición es más interesante que cualquier cosa que pueda escribir yo, lo más importante, poder mirar a nuestros nietos un día y decirles que intentamos cambiar el mundo, que intentamos un lugar mejor para ellos, un lugar de paz, aunque no lo consiguiéramos, antes que tener que soportar la vergüenza de mirarles a los ojos y decirles que ni lo intentamos.

Educación para la salud, tarea pendiente

Voy a cambiar un poco el tono de las entradas en este blog para abordar un tema que me preocupa desde hace varios años, y es la educación para la salud.

He leído hoy que aumentan en un 470% las páginas web que fomentan la anorexia, y este es un dato preocupante, pero me parece una consecuencia lógica de un entorno en el que el fomento de trastornos de la alimentación está en el día a día. Está en los coles, está en la calle, en las casas, en la televisión, en la radio, en los restaurantes… ¿por qué no iba a estar también en la web?

La valoración de la delgadez está dentro de nosotros y nosotras y convivimos con ello deseando, ansiando muchas veces, parecernos a esos modelos de belleza que en la mayor parte de los casos son pura manipulación visual. Y nos anuncian miles de dietas, alimentos que adelgazan, aparatos para hacer músculo… y nos enseñan cuerpos delgados, muy delgados (y muy jóvenes), sin rastro de defectos en la piel, sin rastro de un mínimo de grasa corporal. Está claro que son cuerpos manipulados, tanto que a veces se cometen deslices, como el de la modelo de esta noticia en la que directamente le falta un brazo.

Pero no me gustaría que esta entrada dejara la idea equivocada, no creo que los problemas de alimentación como la anorexia y la bulimia se estén debiendo exclusivamente a la publicidad, aunque también. Creo que el problema es más profundo, es un problema de educación y también de valoración de las cosas importantes en nuestra sociedad. Vivimos en una sociedad excesivamente orientada hacia la imagen, todo es imagen, todo es vender, hacer marketing para poder vender mejor. No importa tanto qué es lo que eres, cómo piensas o qué sabes hacer, lo importante es si eres “guapo-a y delgado-a”. Te escucharán mejor si entras dentro de esos modelos de belleza que, por otra parte y en muchos casos, son síntoma de enfermedad y una mala alimentación. Vivimos en una sociedad donde importa más cómo se muestran las cosas que las cosas en sí mismas. Y esto se ve en todos y cada uno de los detalles con los que te tropiezas en tu vida cotidiana. La red también es un escaparate de imágenes, y no tanto de contenidos.

Vivimos en la sociedad de La Caverna de José Saramago, en un Centro Comercial sin ventanas, en un mundo orientado al consumo de productos que caducan al poco tiempo, como tuvimos la ocasión de comprobar en el documental de La Obsolescencia Programada. No damos valor a la creatividad, ni al conocimiento en la misma medida que a la propia imagen. Y eso es en lo que estamos educando.

En los colegios, y en edades muy tempranas, ya hablan de los alimentos que engordan, que producen celulitis o granos Y sin embargo no se habla tanto de los alimentos que alimentan (valga la redundancia). Ni en casa, ni en la escuela, se trabaja adecuadamente el tema de la salud, cómo hay que hacer para tener un cuerpo saludable, que no delgado. No discriminamos la diferencia entre salud y belleza, y la mayor parte del ejercicio físico que se realiza va encaminado a la consecución de un cuerpo “danone”. Maltratamos nuestras estructuras físicas desde edades muy tempranas hasta edades muy avanzadas, y esto sí que es una novedad porque todo el mundo sabe que la adolescencia es una época de inseguridad, pero la madurez no debería serlo, y sin embargo cada vez oigo más “abuelas-os” preocuparse porque están engordando, y no todos ellos es por salud, cuando en realidad lo que pasa es que el cuerpo es diferente.

Deberíamos replantearnos como educadores qué es lo que estamos haciendo, padres y profesores, abuelos, hermanos, tíos, primos… todos somos cómplices de este mal. Todos estamos contribuyendo con nuestros hábitos  a crear una sociedad maleducada en la salud. El porcentaje de anorexia es muy alto, pero el de personas insatisfechas consigo mismas lo es aún más. El problema es que no nos miramos de forma global, focalizamos nuestra atención sobre aquella parte de nuestro cuerpo que no nos gusta, y no nos gusta porque lo comparamos con algo… ese algo es lo que está mal, los modelos de belleza y de personas de éxito son modelos antinaturales, difíciles de alcanzar si no te modificas tu propia configuración a base de mucho ejercicio físico, poca comida y mucho, mucho tesón. Tenemos patrones enfermos guiando nuestro modelo a seguir, y no estamos siendo conscientes de que esa es la educación en la que nuestros hijos están inmersos. La pregunta es si seremos capaces de dejar de mirar las sombras proyectadas en la Caverna.

Sobre la felicidad

Acabo de escuchar al psicólogo Daniel Kanheman en el TED, hablar sobre la Felicidad y nuestras trampas cognitivas.

Os invito a pinchar en el enlace y escucharle porque es muy interesante lo que plantea. Me ha llamado la atención cómo nuestros recuerdos (la memoria) mediatizan en la concepción de las experiencias reales haciendo que ese recuerdo sea lo que hace que sintamos si la experiencia ha sido grata o no y si el balance final es de felicidad.

No es lo mismo lo que vivimos que lo que recordamos que hemos vivido, y eso hace que valoremos los acontecimientos y, en ocaciones, nuestra vida en general.

La felicidad, esa meta tan deseada pero tan lejana muchas veces, es producto de nuestra memoria. Probablemente n0 dependa tanto de tener o no tener salud, dinero o amor, si no más bien de qué rememoramos cuando pensamos en esas tres cosas, de las experiencias vividas en torno a ellas y el recuerdo fuertemente asociado a ellas.

¿Y cómo hacer entonces para alcanzar la felicidad? ¿es posible ser feliz aunque no se tenga ni dinero, ni salud, ni amor? Interesante debate ¿verdad?

La calma y el pensamiento

Hago un llamamiento público a la calma y el reposo en la red. Por favor, relájense, pongan los pies en alto y saboreen lo que hay detrás de los artículos, post, tweets de los diferentes sitios sociales, informativos y divulgativos en Internet. Verán que no todos ellos les provocan las mismas sensaciones porque no todos tienen el mismo cariz. Y es que cuando uno va estresado por la vida no es capaz de discriminar ni reposar todo lo que ve… y lee.

Por eso, quiero que se sienten tranquilos delante de sus múltiples sitios y piensen si el camino realmente nos provoca pensamiento. Lo digo por la cantidad de mensajes emitidos en las últimas semanas. Por ejemplo, la noticia “un post al día” que salió ayer en el Ciberpaís dice que WordPress quiere lanzar una campaña para que los “blogueros” (supongo que yo seré una de ellos) posteen algo al día: No es imprescindible escribir, vale postear una foto, un vídeo o un sonido. Cualquier cosa, pero al día. Y todo ello porque las redes sociales acaparan la atención de los usuarios, WordPress intenta demostrar que el blog sigue hoy tan vivo como antes del nacimiento de Facebook. Y en este punto me surge una pregunta, ¿es que es lo mismo un blog que una red como Facebook? Para mí un blog siempre había sido un lugar donde publicar artículos con un mínimo de interés para provocar pensamiento y discusión en quien te lee. Un lugar donde puedes tener todos tus intereses juntos, donde enlazar noticias, fotos, vídeos y sonidos pero con un sentido para el lector, y para el propio escritor. Claro que tiene un componente social, en el sentido de que tus “seguidores” te leen y te opinan en él, pero no veo el componente de inmediatez que persigue esta campaña.

Mención aparte merecen las Redes sociales, como Facebook, Twitter, en las que el ritmo es vertiginoso. No sé si realmente este camino no llegará a una sobresaturación de las personas que usamos estos medios. Pero es que ¿cuál es el sentido de estos medios? Quizás debamos hacer un paréntesis y reflexionar sobre para qué nos sirve tener un montón de “amigos” en Facebook, o un montón de tweets en Twitter, si no conseguimos conectar intereses, conocimientos y aficiones. Si lo que finalmente conseguimos con tanta obligación a “postear, twitear, facebookear” sea saturar a nuestros seguidores y conseguir que pasemos por la pantalla rapidamente sin pensar ni tan siquiera leer.

El uso de blogs, aunque no tenga tantos números como Facebook, ha sido una de las aplicaciones más utilizadas por los profesores en sus aulas y en sus centros. Y esto ha provocado una cierta penetración de las tecnologías en el aula real, lo cual es una noticia estupenda porque en el camino de la integración de las TIC todavía queda mucho que recorrer en el terreno de a pie, que es significativamente distinto del camino virtual de números y cifras que nos invade desde hace tan solo unos pocos meses.

Así que, calma, que es la única manera para que podamos comenzar a andar en el camino del conocimiento. Necesitamos reposar, elaborar, madurar para después generar. No sólo viendo, escuchando, viendo, se consigue crear, necesitamos ser capaces de discriminar para poder pensar.

Pensamiento libre, educación para tener conciencia

Merece la pena escuchar esta entrevista a José Luis Sampedro porque tiene una claridad de pensamiento que a mí, particularmente me conmueve. Hace tiempo leí su libro “Escribir es vivir”, que recoge un curso que impartió en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander,  dentro de un ciclo dedicado a “”El autor y su obra”, y en él explica toda su evolución y su relación con la escritura y la economía. Una vida realmente ejemplar, para mí es uno de los sabios de la actualidad.

En este vídeo que comienza con una pregunta sobre cómo salir de la crisis, hace una aunténtica exposición ordenada de grandes ideas para salir de la crisis y avanzar como sociedad, incidiendo especialmente en la importancia de la educación para promover la cooperación, el pensamiento libre y la generación de una conciencia crítica.

¡Fantástico e imprescindible!