Un nuevo amanecer

Sede Madrid, con la colaboración de Fundación Siglo22

Coloquios al aroma de un buen café

¿Cómo aprende la generación actual? Durante el pasado viernes día 15, tuvo lugar un interesante y muy entretenido coloquio al aroma y calor de un café recién preparado en la sede de Madrid cortesía de Fundación Siglo22.

Fue mucha la gente que acudió a nuestra sede y mucha otra la que por medio de Tcwitter estuvieron siguiendo y participando activamente. En el encuentro tuve, mejor dicho tuvimos la oportunidad de conocer más de cerca a la Generación Y, sus motivaciones, su gestión de tareas y prioridades y lo más relevante poner de manifiesto su sistema de capacitación y absorción de conocimientos. Todo ello de la mano de docentes y formadores que conviven y viven su día a día inmersos en esta Generación.

Generación Y en el marco de KfeInnovacion

Debatiendo sobre la Generación Y

Ver un video donde un niño comienza a bailar en una fiesta en el campo e instantáneamente niños que se encontraban a su alrededor se unen y comienzan su baile, es lo que nos muestra lo especial de la Generación Y, una Generación que necesita, que demanda ser creadores de su propio conocimiento, “Autoconstructivistas”. Las personas que trabajamos en el campo de la formación debemos darnos cuenta de ello y cambiar nuestro formato de trabajo estricto y enfocado a un temario y no a la satisfacción de las necesidades de las personas a las que formamos. Después de mi participación he comprendido que un sistema enfocado a la memorización y aprendizaje mecánico no va a será efectivo, son los contenidos que se basan en las TIC’s los que nos permitirán llegar a ellos y a su mundo, un aprendizaje que use los mismo elementos que ellos utilizan en su vida fuera del Centro para aprender y descubrir.

Gracias a tod@s sin vosotr@s no podríamos continuar caminando. Podéis acceder a todo lo que se hablo en el siguiente link: bit.ly/Mo7mVe

Un nuevo amanecer

Sede Madrid, con la colaboración de Fundación Siglo22

Coloquios al aroma de un buen café

¿Cómo aprende la generación actual? Durante el pasado viernes día 15, tuvo lugar un interesante y muy entretenido coloquio al aroma y calor de un café recién preparado en la sede de Madrid cortesía de Fundación Siglo22.

Fue mucha la gente que acudió a nuestra sede y mucha otra la que por medio de Tcwitter estuvieron siguiendo y participando activamente. En el encuentro tuve, mejor dicho tuvimos la oportunidad de conocer más de cerca a la Generación Y, sus motivaciones, su gestión de tareas y prioridades y lo más relevante poner de manifiesto su sistema de capacitación y absorción de conocimientos. Todo ello de la mano de docentes y formadores que conviven y viven su día a día inmersos en esta Generación.

Generación Y en el marco de KfeInnovacion

Debatiendo sobre la Generación Y

Ver un video donde un niño comienza a bailar en una fiesta en el campo e instantáneamente niños que se encontraban a su alrededor se unen y comienzan su baile, es lo que nos muestra lo especial de la Generación Y, una Generación que necesita, que demanda ser creadores de su propio conocimiento, “Autoconstructivistas”. Las personas que trabajamos en el campo de la formación debemos darnos cuenta de ello y cambiar nuestro formato de trabajo estricto y enfocado a un temario y no a la satisfacción de las necesidades de las personas a las que formamos. Después de mi participación he comprendido que un sistema enfocado a la memorización y aprendizaje mecánico no va a será efectivo, son los contenidos que se basan en las TIC’s los que nos permitirán llegar a ellos y a su mundo, un aprendizaje que use los mismo elementos que ellos utilizan en su vida fuera del Centro para aprender y descubrir.

Gracias a tod@s sin vosotr@s no podríamos continuar caminando. Podéis acceder a todo lo que se hablo en el siguiente link: bit.ly/Mo7mVe

¿Aprendemos juntos?

Ayer terminé junto a mi compañero Abraham del Caño (@Abramchu) una formación realmente gratificante sobre Aprendizaje Cooperativo. Los que más me conocen saben que es un tema que me apasiona, sobre el que formo pero que nunca dejo de aprender. Y es que creo que esta metodología es más que nunca necesaria y urgente. Creo que estamos ante una serie de cambios sociales, culturales y, en definitiva, generacionales que hacen de aprender juntos sea una necesidad y no una más de las metodologías que podemos poner en marcha. Nuestros alumnos piden a gritos que les enseñemos a cooperar, nos están pidiendo transformar el mundo, que pasemos de la “Jungla” en la que algunos dicen que viven, al “Paraíso” de la creatividad y la innovación.

Las TIC nos están dando la excusa, ya hay muy poca gente en el entorno educativo que se resista a acercarse a ellas (hoy leía que tan solo un 5% del profesorado no está interesado), pero las TIC sin un cambio en el orden de las cosas será una vez más el parche que no consigue solucionar los problemas a los que tendrán que enfrentarse.

Y nosotros, generación anterior a esta, seguimos resistiéndonos a creer en un mundo diferente, seguimos teniendo miedo al cambio, a cambiar las estrategias y estructuras de aprendizaje en el aula, desconfiamos de la capacidad de nuestros alumnos para aprender a respetarse, cooperar y competir sanamente. Y tenemos miedo de que en el mundo de los adultos se comprenda la necesidad de este cambio.

Pero estamos en el 2012, ante un mundo en constante cambio, donde las tecnologías nos han transformado nuestra forma de pensar, donde nuestros alumnos han crecido y en el que suceden cosas curiosas como movimientos espontáneos en la calle. Estamos asistiendo a transformaciones lentas pero seguras en la importancia de la creatividad, de la emocionalidad y del disfrute. Estamos asistiendo a un entorno que persigue romper con estructuras antiguas y arcaicas para dar paso a movimientos en red, espontáneos, frescos y, la mayor parte de las veces, poco estructurados.
Así que ¿no merece la pena embarcarse en algo que permitirá a nuestros alumnos adaptarse mejor a esta mundo? Diseñar los espacios del aula donde sean ellos los que asumen la responsabilidad de su aprendizaje en compañía de otros que, a su vez, aprenden con ellos. Conseguir que sean ellos mismos los que nos pidan más y más, hasta saciar su ansia de saber que nada tiene que ver con las asignaturas encorsetadas y pobres que muchas veces impartimos. Alentar su capacidad para desarrollar nuevos conocimientos a partir de un entorno-red en el que se sientan además imprescindibles.

Imagen de previsualización de YouTube

Eso es el aprendizaje cooperativo, crear estructuras y espacios para el aprendizaje en grupos cohesionados que respetan a todos sus miembros, que aprenden a descubrir el potencial que cada uno tiene, que toman las riendas de lo que pasa en el aula y que ven en su profesor una persona que posibilita que este “milagro” suceda.

Así que, vaya esta entrada dedicada a todos aquellos docentes que se embarcan de forma valiente en la transformación de sus aulas dedicando horas de formación, de dedicación y de sueños para que sus alumnos, nuestros niños, construyan un mundo diferente en el que todos podamos aprender juntos.

¡Gracias por enseñarme cada día un poquito más!

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¿Aprendemos juntos?

Ayer terminé, junto a mi compañero Abraham del Caño (@Abramchu), un curso de formación realmente gratificante sobre Aprendizaje Cooperativo. Los que más me conocen saben que es un tema que me apasiona, sobre el que formo pero que nunca dejo de aprender. Y es que creo que esta metodología es más que nunca necesaria y urgente. Creo que estamos ante una serie de cambios sociales, culturales y, en definitiva, generacionales que hacen que aprender juntos sea una necesidad y no una más de las metodologías que podemos poner en marcha. Nuestros alumnos piden a gritos que les enseñemos a cooperar, nos están pidiendo transformar el mundo, que pasemos de la “Jungla” en la que algunos dicen que viven, al “Paraíso” de la creatividad y la innovación.

Las TIC nos están dando la excusa, ya hay muy poca gente en el entorno educativo que se resista a acercarse a ellas (hoy leía que tan solo un 5% del profesorado no está interesado), pero las TIC sin un cambio en el orden de las cosas será una vez más el parche que no consigue solucionar los problemas a los que tendrán que enfrentarse.

Y nosotros, generación anterior a esta, seguimos resistiéndonos a creer en un mundo diferente, seguimos teniendo miedo al cambio, a cambiar las estrategias y estructuras de aprendizaje en el aula, desconfiamos de la capacidad de nuestros alumnos para aprender a respetarse, cooperar y competir sanamente. Y tenemos miedo de que en el mundo de los adultos se comprenda la necesidad de este cambio.

Pero estamos en el 2012, ante un mundo en constante cambio, donde las tecnologías han transformado nuestra forma de pensar, donde nuestros alumnos han crecido y en el que suceden cosas curiosas como movimientos espontáneos en la calle. Estamos asistiendo a transformaciones lentas pero seguras en la importancia de la creatividad, de la emocionalidad y del disfrute. Estamos asistiendo a un entorno que persigue romper con estructuras antiguas y arcaicas para dar paso a movimientos en red, espontáneos, frescos y, la mayor parte de las veces, poco estructurados.

Así que ¿no merece la pena embarcarse en algo que permitirá a nuestros alumnos adaptarse mejor a este mundo? Diseñar los espacios del aula donde sean ellos los que asumen la responsabilidad de su aprendizaje en compañía de otros que, a su vez, aprenden con ellos. Conseguir que sean ellos mismos los que nos pidan más y más, hasta saciar su ansia de saber que nada tiene que ver con las asignaturas encorsetadas y pobres que muchas veces impartimos. Alentar su capacidad para desarrollar nuevos conocimientos a partir de un entorno-red en el que se sientan además imprescindibles.

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Eso es el aprendizaje cooperativo, crear estructuras y espacios para el aprendizaje en grupos cohesionados que respetan a todos sus miembros, que aprenden a descubrir el potencial que cada uno tiene, que toman las riendas de lo que pasa en el aula y que ven en su profesor una persona que posibilita que este “milagro” suceda.

Así que, vaya esta entrada dedicada a todos aquellos docentes que se embarcan de forma valiente en la transformación de sus aulas dedicando horas de formación, de dedicación y de sueños para que sus alumnos, nuestros niños, construyan un mundo diferente en el que todos podamos aprender juntos.

¡Gracias por enseñarme cada día un poquito más!

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¿Aprendemos juntos?

Ayer terminé, junto a mi compañero Abraham del Caño (@Abramchu), un curso de formación realmente gratificante sobre Aprendizaje Cooperativo. Los que más me conocen saben que es un tema que me apasiona, sobre el que formo pero que nunca dejo de aprender. Y es que creo que esta metodología es más que nunca necesaria y urgente. Creo que estamos ante una serie de cambios sociales, culturales y, en definitiva, generacionales que hacen que aprender juntos sea una necesidad y no una más de las metodologías que podemos poner en marcha. Nuestros alumnos piden a gritos que les enseñemos a cooperar, nos están pidiendo transformar el mundo, que pasemos de la “Jungla” en la que algunos dicen que viven, al “Paraíso” de la creatividad y la innovación.

Las TIC nos están dando la excusa, ya hay muy poca gente en el entorno educativo que se resista a acercarse a ellas (hoy leía que tan solo un 5% del profesorado no está interesado), pero las TIC sin un cambio en el orden de las cosas será una vez más el parche que no consigue solucionar los problemas a los que tendrán que enfrentarse.

Y nosotros, generación anterior a esta, seguimos resistiéndonos a creer en un mundo diferente, seguimos teniendo miedo al cambio, a cambiar las estrategias y estructuras de aprendizaje en el aula, desconfiamos de la capacidad de nuestros alumnos para aprender a respetarse, cooperar y competir sanamente. Y tenemos miedo de que en el mundo de los adultos se comprenda la necesidad de este cambio.

Pero estamos en el 2012, ante un mundo en constante cambio, donde las tecnologías han transformado nuestra forma de pensar, donde nuestros alumnos han crecido y en el que suceden cosas curiosas como movimientos espontáneos en la calle. Estamos asistiendo a transformaciones lentas pero seguras en la importancia de la creatividad, de la emocionalidad y del disfrute. Estamos asistiendo a un entorno que persigue romper con estructuras antiguas y arcaicas para dar paso a movimientos en red, espontáneos, frescos y, la mayor parte de las veces, poco estructurados.

Así que ¿no merece la pena embarcarse en algo que permitirá a nuestros alumnos adaptarse mejor a este mundo? Diseñar los espacios del aula donde sean ellos los que asumen la responsabilidad de su aprendizaje en compañía de otros que, a su vez, aprenden con ellos. Conseguir que sean ellos mismos los que nos pidan más y más, hasta saciar su ansia de saber que nada tiene que ver con las asignaturas encorsetadas y pobres que muchas veces impartimos. Alentar su capacidad para desarrollar nuevos conocimientos a partir de un entorno-red en el que se sientan además imprescindibles.

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Eso es el aprendizaje cooperativo, crear estructuras y espacios para el aprendizaje en grupos cohesionados que respetan a todos sus miembros, que aprenden a descubrir el potencial que cada uno tiene, que toman las riendas de lo que pasa en el aula y que ven en su profesor una persona que posibilita que este “milagro” suceda.

Así que, vaya esta entrada dedicada a todos aquellos docentes que se embarcan de forma valiente en la transformación de sus aulas dedicando horas de formación, de dedicación y de sueños para que sus alumnos, nuestros niños, construyan un mundo diferente en el que todos podamos aprender juntos.

¡Gracias por enseñarme cada día un poquito más!

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Algunos desafíos para el cambio

¡Qué rápido va todo! ¿verdad? Vivimos tiempos de mucha aceleración, de muchas palabras sobre nuestra sociedad, la actual y la venidera. ¿Estamos en la Sociedad de la Información pero aún no en la del Conocimiento? ¿Y cuando hablamos de ello, cómo afecta a nuestro cambio en particular, el educativo? En estos momentos estamos en disposición de asistir a multitud de eventos, muchos presenciales, pero cada vez más eventos virtuales. Hemos comprendido que en el entorno educativo necesitamos un cambio. La invasión de las tecnologías han propiciado una revolución que se ha ido abordando de múltiples maneras. Unas veces se ha abordado introduciendo la tecnología en el aula pensando que así se realiza innovación, sin embargo de nada sirve ésta si no hay formación del profesorado, y multitud de profesores se han formado en la utilización de herramientas. Pero esto tampoco parece que haya dado resultados profundos en nuestras aulas. Necesitamos algo más, pero ¿qué es?

Desde mi punto de vista, y  de mi experiencia, lo que de verdad moviliza todos esos pasos que queremos dar, es la planificación de un Proyecto donde se establezcan los pilares de nuestros deseos de cambio. Sin un proyecto que marque las directrices, nuestro esfuerzo será mucho mayor y de menor impacto. Y ese proyecto ha de partir de la visión común de un grupo de personas que definan claramente cuáles son los objetivos de la nueva escuela inmersa en la Sociedad del Conocimiento y del Aprendizaje.

El primer desafío, por tanto, es imaginar la clase de futuro que queremos para nuestras escuelas y disponernos a crearlo. Una vez imaginado podremos comenzar a trabajar.

¿Y cómo hemos de llevar a cabo nuestro proyecto? La parte fundamental para que funcione cualquier plan son las personas, la capacidad para Trabajar en Equipo, Liderar procesos, Diseñar objetivos, Cumplirlos o readaptarlos. Necesitamos un equipo de personas que sean capaces de trabajar juntas, repartirse responsabilidades, ejercer un liderazgo “contagioso”, que entusiasme y extienda el sueño.

El segundo desafío: trabajar en equipo. Si somos capaces de hacerlo, tendremos mucho avanzado puesto que:

“El trabajo en equipo es la habilidad de trabajar juntos hacia una visión común. Es el combustible que le permite a la gente común obtener resultados poco comunes.”

Andrew Carnegie

Y ¿sabemos trabajar en equipo? ¿qué necesitamos para hacer equipo?

El primer paso es la responsabilidad individual, la capacidad de involucrarse y responsabilizarse de la tarea que uno tiene asignada para la consecución de la meta común. Elaborar un proyecto es fácil, lo difícil es llevarlo a la práctica si las personas no asumen su parte dentro de él. Quizás sea importante la organización del proceso dentro del proyecto: mirar hacia dónde queremos ir, con quién y cómo. Trabajar en equipo también requiere de unas altas dosis de empatía, entusiasmo y comunicación para poder contagiar y conectar en la consecución de nuestra meta común.

Pero más allá del trabajo de un grupo de personas involucradas directamente con el proyecto, está la misión de extender a otras personas nuestra filosofía, el sueño, el objetivo para el cambio. Es el turno de la Red, la estructura que nos permite poner en marcha procesos mucho más amplios, contagiar a otros, iniciar nuevas rutas y sumar. La Red que soporta toda la estructura de un cambio profundo.

Tal como señalan Antonio Moreno y Fernando de la Riva, el trabajo en red supone una forma de trabajar dentro de las propias organizaciones, así como la relación y cooperación entre ellas, destacándose principios como los de horizontalidad, sinergia (complementariedad-unión de fuerzas), autonomía, pertenencia participativa (la pertenencia se expresa en la participación activa, en la implicación), compromiso, etc. En el trabajo en red de los colectivos sociales, por tanto, resultan claves ideas como el que tod@s ganan, pero también el que tod@s ponen, o el que tod@s participan y tod@s lideran (de formas diferentes) (Ibáñez, 2003)

El trabajo en red, permite unir lazos con otros compañeros, pero también con otros centros. Permite arrancar procesos de construcción del espacio de acción común con una dinámica y un espíritu basado en el aprendizaje mutuo, el respeto y aprovechamiento de las diversidades, constituyendo un factor de fortalecimiento e impulso.

Tercer desafío: tejer y extender la red.

Queremos impulsar los procesos de innovación educativa desde nuestras aulas, desde nosotros mismos, soñando, imaginando y emprendiendo. Necesitamos aprender nuevos conceptos y herramientas, pero también desaprender ciertas formas de hacer. Necesitamos estar seguros, pero a la vez sentimos que no tenemos tiempo. Nuestro tiempo es este, marcado por grandes cambios que se cuelan en las vidas de nuestros niños, y nosotros queremos ofrecer lo mucho que sabemos desde otro escenario más cercano a ellos pero, a veces, muy lejano al nuestro.

¡Y para todo ello no puedo sola! ¿me acompañas?

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Contra el fracaso escolar, ¡evolución!

El otro día leí una noticia en el periódico que dice que el fracaso escolar se fragua en la primaria y que tiene un carácter irreversible a los 19 años. La verdad es que es una noticia que me parece aterradora en un país como el nuestro que necesita cada vez más ciudadanos formados y cultos. Estamos ante una realidad contra la que no sabemos luchar por lo que parece. Las soluciones que se aportan desde los Gobiernos y sus leyes de educación parece que no contribuyen al descenso del fracaso escolar, pero ¿por qué?

Tengo la sensación de que los padres de ahora tenemos un nivel mejor si lo comparamos con nuestros propios padres. El nivel de analfabetismo en España ha disminuido hasta el 2,2%, y esto es sin duda un logro frente a otras épocas bastante recientes. Sin embargo, no estamos sabiendo luchar contra el fracaso y abandono escolar, este es un problema que no se arregla con obligatoriedades ni repeticiones de nivel. Estamos asistiendo en mayor o menos grado a la generalización de la desmotivación por aprender, y esto sí que es grave, ya que sin conocimiento no existe la innovación, ni la creatividad, ni el avance de una sociedad.

Hay multitud de foros últimamente donde se habla del cambio de paradigma, normalmente motivado por las TIC. Y sin embargo no percibo que se evolucione realmente a dicho cambio de paradigma, salvo excepciones. El panorama general sitúa a los alumnos en aulas donde, a medida que pasan los años, se les resta escenarios de creatividad, debate y manipulación, para convertirse en aulas donde el aprendizaje se produce básicamente por escuchar en silencio a un profesor. Ni existe silencio, ni existe escucha, ni existe aprendizaje con ese modelo, ¡asumámoslo! Nos cuesta mucho cambiar el modelo, y comienzan a aflorar teorías nostálgicas de un tiempo mejor: cuando el alumno respetaba al profesor. Y echamos mano de medidas disciplinarias para volver a aquellos tiempos en que los alumnos callaban y escuchaban. Y no queremos ruido en las aulas, pero lo tenemos. No queremos que copien, pero lo hacen. No queremos que respondan, pero lo cierto es que si no comprenden han de preguntar, y responder.

Intentamos resolver el problema, nuestro problema, con un modelo antiguo ya caduco. Intentamos que nuestras aulas de ahora sean como lo eran cuando nosotros éramos estudiantes. Nosotros callábamos ante las incomprensiones, o ante las injusticias. Nosotros quizás aprendimos con un modelo basado principalmente en el miedo, y esto ahora no funciona. Y me da la sensación de que respondemos al desconcierto con desorden, sin pensar en modelos diferentes, sin pensar en la “evolución”.

Tenemos multitud de recursos para cambiar, sólo nos falta atrevernos. Sabemos que hay metodologías más motivadoras, como el aprendizaje cooperativo, o el trabajo por proyectos, basándonos en las inteligencias múltiples. Existen las tecnologías en educación, el uso de internet en el aula, y sin embargo recurrimos una y otra vez a los modelos de antaño. Los métodos de mira el libro y haz los ejercicios. Pero no es la tecnología lo importante, es el saber plantear proyectos de innovación pedagógica, de EVOLUCIÓN. Me quedo con la frase de Carlinhos Brown con su proyecto del Candeal, de todo el movimiento social y educativo que ha revolucionado su favela natal: “la revolución destruye, pero la evolución construye”

Metodología cooperativa de aula, ¿sabemos lo que es?

Casi todos los que nos dedicamos a la educación hemos oído, e incluso coqueteado haciendo algunos pinitos, con el término cooperativo, pero ¿sabemos realmente a qué nos referimos cuando hablamos de ello?, ¿sabemos distinguir entre metodología cooperativa (aprendizaje cooperativo) y metodología colaborativa?

El aprendizaje cooperativo es una metodología que se basa en pequeños grupos de trabajo, seleccionados de forma intencional, que permiten a los alumnos trabajar juntos en la consecución de metas comunes, beneficiosas para todos los participantes.

Las características generales son:

  • Es una metodología activa.
  • Está basada en la experiencia e interacción entre los alumnos.
  • El rol del profesor se basa en la supervisión activa y no directiva tanto del proceso de aprendizaje, como de las interacciones entre los alumnos.
  • Posibilita que los alumnos aprendan unos de otros, así como del profesor y del entorno.

El aprendizaje cooperativo hace hincapié en las relaciones interpersonales y en la experiencia colectiva como fuentes del crecimiento social y cognitivo de los estudiantes. Para conseguirlo, propone un acercamiento muy “estructurado” al trabajo de grupo.

Y por otra parte, ¿qué entendemos por colaborativo? Muchas veces tendemos a pensar que es lo mismo y sin embargo esto no es exactamente así, colaborar y cooperar son términos diferentes aunque en la cooperación haga falta la colaboración.
Cada uno de los términos  representa un extremo de un espectro del proceso enseñanza-aprendizaje que va de ser altamente estructurado por el profesor (cooperativo) hasta dejar la responsabilidad del aprendizaje principalmente en el estudiante (colaborativo).

La cooperación es una estructura de interacción diseñada para facilitar el logro de una meta o producto final específico por un grupo de personas que trabajan juntas. El aprendizaje cooperativo es definido por un conjunto de procesos que ayudan a las personas a interactuar para lograr una meta específica o desarrollar un producto final, por lo general ambos relacionados directamente con un contenido.
A diferencia de la cooperación, la colaboración es una filosofía de interacción donde los individuos son responsables de sus acciones, incluyendo el aprendizaje, y respetan las habilidades y contribuciones de sus compañeros. El aprendizaje colaborativo es una filosofía personal, no solo una técnica del aula. En la cooperación existe siempre una meta o producto común, beneficioso para todos, existe lo que llamamos Interdependencia positiva, tanto en cuanto a metas, como roles, tareas… En la colaboración esto no es necesario.

Para llevar a cabo el aprendizaje cooperativo en el aula, lo primero que hace falta es creer firmemente que con él estamos contribuyendo a un cambio radical del espacio de aula, de estructura de grupo y de metodología de trabajo que va a repercutir positivamente en el aprendizaje de nuestros alumnos y en el nuestro propio. No hago aprendizaje cooperativo para que se lo pasen bien los chicos, hago aprendizaje cooperativo porque sé en qué fundamentos teóricos se asienta y por tanto sé que mejora significativamente el aprendizaje.

Por otra parte, conocemos en profundidad las bases de esta metodología y los elementos que debo contemplar en el diseño:

  • Interdependencia positiva: es fundamental el estímulo al esfuerzo, el apoyo mutuo y la ayuda recíproca. En el aprendizaje cooperativo Yo gano si Tú ganas, es decir, todos ganamos. Ha de existir interdependencia positiva en cuanto a: objetivos, recompensas, recursos y roles.
  • Responsabilidad individual que se asegura cuando el estudiante sabe que sus realizaciones y resultados académicos serán verificadas y valoradas. Para conseguirlo es importante mantener un grupo de trabajo reducido, hacer evaluaciones individuales, examinar al azar a estudiantes oralmente pidiéndole a uno de ellos que exponga el trabajo grupal, etc.
  • Evaluación grupal: la evaluación ha de hacerse en una doble vertiente, por parte del profesor y por parte del propio grupo, que sean conscientes de en qué medida están alcanzando los objetivos y mantienen buena relación. La evaluación grupal imprime cohesión al grupo.
  • Interacción interpersonal cooperativa: es importante confiar y conocer a los demás, tener habilidades de comunicación, aceptarse y apoyarse, y ser capaces de resolver los conflictos de forma constructiva.
  • Elaboración cognitiva de la información: tener la premisa de que siempre HAY ALGO QUE APRENDER, la ayuda implica explicaciones, formulación de ejemplos e IGUALDAD DE OPORTUNIDADES.