Muñecas y coches, niños y niñas

“Tú es que lo exageras todo”, “todo para ti es machismo”, “eres muy radical”, “no todo es así, hay cosas que no se pueden cambiar”.
“Te digo yo que algo hay ahí que es innato, porque a mí mi hija, aunque en casa hay coches y muñecas y yo les he enseñado a los dos a compartir juguetes, me pide muñecas. A ella le gusta jugar con barbies y juguetes de niña, eso tiene que ser innato”.

Esta última frase es real y me la dijo el otro día una madre. Me da que pensar, esta y todas las anteriores, así como similares. Y es que, una vez te pones las llamadas ‘gafas moradas’, no puedes evitar verlo todo con ese filtro. No juzgo a esos pobre ignorantes (sin ofender a nadie) que no observan, no miran, no quieren ser conscientes de la realidad, viven cómodamente en su mundo, en la vida que les ha otorgado sus privilegios de hombre blanco homosexual.
No, no señores, el machismo no es innato, los roles de género no se gestan en la barriga de nuestras mamis, la violencia tampoco y mucho menos la distinción entre juguetes de niños y de niñas.

Eso, queridos míos (y sé que estáis hartos de escucharlo), se llama EDUCACIÓN. Si, con mayúsculas. La tradición, la historia y la educación que aún se sigue impartiendo (muchas veces de manera inconsciente) refuerza el comportamiento sexista que, desde pequeños, adoptamos.
“Los niños son fuertes y las niñas empáticas y lloronas”, “los niños azul y las niñas rosa”, “las niñas muñecas y los niños coches, armas, guerreros…”. Estos ejemplos, entre muchos otros, reflejan contra lo que durante tanto tiempo llevamos intentado luchar.

Sin embargo, y para no ser tan negativos, la solución es muy sencilla: eliminar esos roles y comportamientos desde pequeños. Y ya se que me vais a decir que eso es muy difícil, que no se puede cambiar una generación tan fácilmente, que además los padres y abuelos que educan no tienen esos comportamientos adoptados y no los vas a cambiar, bla bla bla… Se puede hacer, y se está haciendo.
Solo os pido, si vais a tener hijos e hijas, intentad explicarles que la igualdad de géneros, el respeto y la no violencia son valores esenciales para convivir en una sociedad como la nuestra.

Muñecas y coches, niños y niñas

“Tú es que lo exageras todo”, “todo para ti es machismo”, “eres muy radical”, “no todo es así, hay cosas que no se pueden cambiar”.
“Te digo yo que algo hay ahí que es innato, porque a mí mi hija, aunque en casa hay coches y muñecas y yo les he enseñado a los dos a compartir juguetes, me pide muñecas. A ella le gusta jugar con barbies y juguetes de niña, eso tiene que ser innato”.

Esta última frase es real y me la dijo el otro día una madre. Me da que pensar, esta y todas las anteriores, así como similares. Y es que, una vez te pones las llamadas ‘gafas moradas’, no puedes evitar verlo todo con ese filtro. No juzgo a esos pobre ignorantes (sin ofender a nadie) que no observan, no miran, no quieren ser conscientes de la realidad, viven cómodamente en su mundo, en la vida que les ha otorgado sus privilegios de hombre blanco homosexual.
No, no señores, el machismo no es innato, los roles de género no se gestan en la barriga de nuestras mamis, la violencia tampoco y mucho menos la distinción entre juguetes de niños y de niñas.

Eso, queridos míos (y sé que estáis hartos de escucharlo), se llama EDUCACIÓN. Si, con mayúsculas. La tradición, la historia y la educación que aún se sigue impartiendo (muchas veces de manera inconsciente) refuerza el comportamiento sexista que, desde pequeños, adoptamos.
“Los niños son fuertes y las niñas empáticas y lloronas”, “los niños azul y las niñas rosa”, “las niñas muñecas y los niños coches, armas, guerreros…”. Estos ejemplos, entre muchos otros, reflejan contra lo que durante tanto tiempo llevamos intentado luchar.

Sin embargo, y para no ser tan negativos, la solución es muy sencilla: eliminar esos roles y comportamientos desde pequeños. Y ya se que me vais a decir que eso es muy difícil, que no se puede cambiar una generación tan fácilmente, que además los padres y abuelos que educan no tienen esos comportamientos adoptados y no los van a cambiar, bla bla bla… Se puede hacer, y se está haciendo.
Solo os pido, si vais a tener hijos e hijas, intentad explicarles que la igualdad de género, el respeto y la no violencia son valores esenciales para convivir en una sociedad como la nuestra.

Muñecas y coches, niños y niñas

“Tú es que lo exageras todo”, “todo para ti es machismo”, “eres muy radical”, “no todo es así, hay cosas que no se pueden cambiar”.
“Te digo yo que algo hay ahí que es innato, porque a mí mi hija, aunque en casa hay coches y muñecas y yo les he enseñado a los dos a compartir juguetes, me pide muñecas. A ella le gusta jugar con barbies y juguetes de niña, eso tiene que ser innato”.

Esta última frase es real y me la dijo el otro día una madre. Me da que pensar, esta y todas las anteriores, así como similares. Y es que, una vez te pones las llamadas ‘gafas moradas’, no puedes evitar verlo todo con ese filtro. No juzgo a esos pobre ignorantes (sin ofender a nadie) que no observan, no miran, no quieren ser conscientes de la realidad, viven cómodamente en su mundo, en la vida que les ha otorgado sus privilegios de hombre blanco heterosexual.
No, no señores, el machismo no es innato, los roles de género no se gestan en la barriga de nuestras mamis, la violencia tampoco y mucho menos la distinción entre juguetes de niños y de niñas.

Eso, queridos míos (y sé que estáis hartos de escucharlo), se llama EDUCACIÓN. Si, con mayúsculas. La tradición, la historia y la educación que aún se sigue impartiendo (muchas veces de manera inconsciente) refuerza el comportamiento sexista que, desde pequeños, adoptamos.
“Los niños son fuertes y las niñas empáticas y lloronas”, “los niños azul y las niñas rosa”, “las niñas muñecas y los niños coches, armas, guerreros…”. Estos ejemplos, entre muchos otros, reflejan contra lo que durante tanto tiempo llevamos intentado luchar.

Sin embargo, y para no ser tan negativos, la solución es muy sencilla: eliminar esos roles y comportamientos desde pequeños. Y ya se que me vais a decir que eso es muy difícil, que no se puede cambiar una generación tan fácilmente, que además los padres y abuelos que educan no tienen esos comportamientos adoptados y no los van a cambiar, bla bla bla… Se puede hacer, y se está haciendo.
Solo os pido, si vais a tener hijos e hijas, intentad explicarles que la igualdad de género, el respeto y la no violencia son valores esenciales para convivir en una sociedad como la nuestra.

No lo queremos ver

He llegado a la conclusión de que el egoísmo ha invadido nuestra sociedad. Vivimos felices en nuestra pequeña burbuja que abarca tan solo nuestros seres más cercanos. Mientras que esa burbuja no se dañe, nos da igual que, día tras día, la burbuja de otra persona se rompa.
Este intento de metáfora viene porque no acabo de entender qué es lo que tiene que pasar más para que veamos que no ha dejado de existir esa sociedad machista que hemos creado, ¿o es que no lo queremos ver?
Todos los días, sino en nuestra propia piel, en la de una amiga, prima, hermana… vemos como volvemos con miedo a casa de noche, somos juzgadas por nuestra forma de vestir, de pensar… Pasamos por alto cosas bajo frases como: “¿no queríais libertad de expresión? pues podrán deciros lo que quieran por la calle”, “vas muy fresca, tápate”, “si es que si vais provocando normal que os pasen cosas”, “si yo estoy a favor de la igualdad , pero no puedes negar que hombres y mujeres son diferentes”.
Y no es solo eso, no es que entres gratis en las discotecas solo por ser mujer o que los hombres te digan por la calle cuatro burradas, es lo que estamos enseñando a nuestros niños, a los más pequeños de las familias, esos que aprenden la mayor parte de las cosas por imitación.
?El otro día salía de trabajar y, esperando un semáforo, alguien me dio un azote en el culo. Con toda mi rabia me giré para gritar al baboso, pero para mi sorpresa vi ante mis ojos a tres niños de unos diez años y uno de ellos que salía corriendo. Sin saber que decir, sin palabras, volví a girarme y entonces, otro azote. Ya muy enfadada me giré gritando y vi a los mismos niños que salían corriendo mientras me hacían burla.
No se muy bien explicaros qué es lo que pensé en ese momento, estaba completamente alucinada. Solo sentí que ya no solo tenía que estar pendiente de los hombres, sino también de los niños. Muchos diréis algo así como: “¡qué graciosos!”, “no te puedes enfadar, son niños nada más, no lo hacen con ninguna intención”.
Pero yo os planteo una pregunta, ¿os imagináis a una niña de diez años (o de los que sean) tocándole descaradamente el culo a un hombre por la calle, alguna vez os ha pasado, serían capaces?.
Si la respuesta es no, no se qué más tiene que pasar para que veáis la sociedad en la que vivimos. Vivir sin querer ver está muy bien, pero no dejemos que nuestros niños y niñas vivan todas las situaciones a las que nos enfrentamos nosotras, pero también vosotros, no lo olvidéis. El feminismo es para ellas y ellos.

No lo queremos ver

He llegado a la conclusión de que el egoísmo ha invadido nuestra sociedad. Vivimos felices en nuestra pequeña burbuja que abarca tan solo nuestros seres más cercanos. Mientras que esa burbuja no se dañe, nos da igual que, día tras día, la burbuja de otra persona se rompa.
Este intento de metáfora viene porque no acabo de entender qué más tiene que pasar para que veamos que no ha dejado de existir esa sociedad machista que hemos creado, ¿o es que no lo queremos ver?.
Todos los días, sino en nuestra propia piel, en la de una amiga, prima, hermana… vemos cómo volvemos con miedo a casa de noche, somos juzgadas por nuestra forma de vestir, de pensar… Pasamos por alto situaciones bajo frases como: “¿no queríais libertad de expresión? pues podrán decir lo que quieran por la calle”, “vas muy fresca, tápate”, “si es que si vais provocando normal que os pasen cosas”, “si yo estoy a favor de la igualdad , pero no puedes negar que hombres y mujeres son diferentes”.
Y no es solo eso, no es que entres gratis en las discotecas solo por ser mujer o que los hombres te digan por la calle cuatro burradas, es lo que estamos enseñando a nuestros niños, a los más pequeños de las familias, esos que aprenden la mayor parte de las cosas por imitación.
?El otro día salía de trabajar y, esperando un semáforo, alguien me dio un azote en el culo. Con toda mi rabia me giré para gritar al baboso, pero para mi sorpresa vi ante mis ojos a tres niños de unos diez años y uno de ellos que salía corriendo. Sin saber que decir, sin palabras, volví a girarme y entonces, otro azote. Ya muy enfadada me giré gritando y vi a los mismos niños que salían corriendo mientras me hacían burla.
No se muy bien explicar qué es lo que pensé en ese momento, estaba completamente alucinada. Solo sentí que ya no solo tenía que estar pendiente de los hombres, sino también de los niños. Muchos diréis algo así como: “¡qué graciosos!”, “no te puedes enfadar, son niños nada más, no lo hacen con ninguna intención”.
Pero yo os planteo una pregunta, ¿os imagináis a una niña de diez años (o de los que sean) tocándole descaradamente el culo a un hombre por la calle, alguna vez os ha pasado, serían capaces?.
Si la respuesta es no, no se qué más tiene que pasar para que veáis la sociedad en la que vivimos. Vivir sin querer ver está muy bien, pero no dejemos que nuestros niños y niñas vivan todas las situaciones a las que nos enfrentamos nosotras, pero también vosotros, no lo olvidéis. El feminismo es para ellas y ellos.

¿Y los hombres?

¿Sabías que han muerto 29 hombres a manos de sus mujeres? ¿Y esos hombres que se quedan sin ver a sus hijos y encima pagan más en un divorcio? ¿Luego pedimos igualdad cuando estamos discriminando al género masculino?

 

Esta clase de preguntas y muchas parecidas son las que me han lanzado a escribir. Llevo un tiempo escuchando y leyendo este tipo de indignaciones y, la verdad, es que me cuesta reaccionar de manera serena.

 

Para empezar, me gustaría aclarar que no se puede meter en el mismo saco sentencias de divorcios, violencia de género, micromachismos, etc. Si, todo forma parte de la sociedad machista patriarcal que nuestra cultura ha creado para nosotros, pero son diferentes conceptos.

El machismo afecta tanto a hombres como a mujeres y, muchas veces, cuando se les llena la boca de acusaciones a aquellos que pedimos una sociedad feminista, se les olvida parar un segundo, solo uno, y reflexionar sobre ello. Una sociedad feminista no implica una supremacía de la mujer, no implica que el hombre tenga que “obedecer” las leyes de la mujer. El feminismo no implica darle la vuelta a la tortilla y hacer pasar al hombre por todo lo que las mujeres hemos pasado durante años. El feminismo implica una sociedad libre de mejores y peores, libre de desigualdades laborales, acoso escolar, de roles, una sociedad libre de violencia —en todos sus ámbitos—.

Cuando analizamos cada una de las situaciones por las que pedimos igualdad, nos damos cuenta de que tanto ellas como ellos sufren las consecuencias de nuestra cultura. Si, es cierto que un padre puede llegar a tener menos derechos que una madre en un divorcio, pero esto sigue siendo una consecuencia del machismo, ya que, la madre es la que siempre se ha hecho cargo de los hijos (al igual que del hogar, la limpieza, la cocina, etc.) y el padre es el que llevaba el dinero a casa. Pero también es cierto que ciertos padres, debido a esa cultura machista, dejan de ver a sus hijos y deciden tan solo pagar una pensión alimenticia, o ni siquiera eso. En cualquier caso, esa decisión la tiene un juez y cada juicio es diferente porque no todas las familias son iguales.

Tampoco se puede relacionar estas sentencias judiciales con la Ley de Violencia de Género, ni agrupar los asesinatos de hombres con la violencia a las mujeres. Eso es simplemente una excusa para evitar el gran problema que se quiere erradicar, y es que son demasiadas las víctimas de maltrato por la supremacía masculina. Con esto no insinúo que esté bien asesinar a tu pareja masculina, es igualmente un delito, solo digo que nos dejemos de excusas, ya que, a nadie se le ocurre contestar con un “si pero ¿y los niños asesinados por sus padres?” a un comentario sobre violencia de género.

 

Lo que tenemos que observar es que todos los casos son consecuencia de la sociedad patriarcal y que solo con la lucha por la igualdad podremos conseguir que ambos géneros tengan los mismos derechos, libertades y respeto. El gran problema está claro, vivimos inmersos en un círculo del que no vamos a salir hasta que digamos “¡Hasta aquí!” basta de desigualdad, luchemos por un mundo feminista, porque el feminismo es para todos.

¿Y los hombres?

¿Sabías que han muerto 29 hombres a manos de sus mujeres? ¿Y esos hombres que se quedan sin ver a sus hijos y encima pagan más en un divorcio? ¿Luego pedimos igualdad cuando estamos discriminando al género masculino?

 

Esta clase de preguntas y muchas parecidas son las que me han lanzado a escribir. Llevo un tiempo escuchando y leyendo este tipo de indignaciones y, la verdad, es que me cuesta reaccionar de manera serena.

 

Para empezar, me gustaría aclarar que no se puede meter en el mismo saco sentencias de divorcios, violencia de género, micromachismos, etc. Si, todo forma parte de la sociedad machista patriarcal que nuestra cultura ha creado para nosotros, pero son diferentes conceptos.

El machismo afecta tanto a hombres como a mujeres y, muchas veces, cuando se les llena la boca de acusaciones a aquellos que pedimos una sociedad feminista, se les olvida parar un segundo, solo uno, y reflexionar sobre ello. Una sociedad feminista no implica una supremacía de la mujer, no implica que el hombre tenga que “obedecer” las leyes de la mujer. El feminismo no implica darle la vuelta a la tortilla y hacer pasar al hombre por todo lo que las mujeres hemos pasado durante años. El feminismo implica una sociedad libre de mejores y peores, libre de desigualdades laborales, acoso escolar, de roles, una sociedad libre de violencia —en todos sus ámbitos—.

Cuando analizamos cada una de las situaciones por las que pedimos igualdad, nos damos cuenta de que tanto ellas como ellos sufren las consecuencias de nuestra cultura. Si, es cierto que un padre puede llegar a tener menos derechos que una madre en un divorcio, pero esto sigue siendo una consecuencia del machismo, ya que, la madre es la que siempre se ha hecho cargo de los hijos (al igual que del hogar, la limpieza, la cocina, etc.) y el padre es el que llevaba el dinero a casa. Pero también es cierto que ciertos padres, debido a esa cultura machista, dejan de ver a sus hijos y deciden tan solo pagar una pensión alimenticia, o ni siquiera eso. En cualquier caso, esa decisión la tiene un juez y cada juicio es diferente porque no todas las familias son iguales.

Tampoco se puede relacionar estas sentencias judiciales con la Ley de Violencia de Género, ni agrupar los asesinatos de hombres con la violencia a las mujeres. Eso es simplemente una excusa para evitar el gran problema que se quiere erradicar, y es que son demasiadas las víctimas de maltrato por la supremacía masculina. Con esto no insinúo que esté bien asesinar a tu pareja masculina, es igualmente un delito, solo digo que nos dejemos de excusas, ya que, a nadie se le ocurre contestar con un “si pero ¿y los niños asesinados por sus padres?” a un comentario sobre violencia de género.

 

Lo que tenemos que observar es que todos los casos son consecuencia de la sociedad patriarcal y que solo con la lucha por la igualdad podremos conseguir que ambos géneros tengan los mismos derechos, libertades y respeto. El gran problema está claro, vivimos inmersos en un círculo del que no vamos a salir hasta que digamos “¡Hasta aquí!” basta de desigualdad, luchemos por un mundo feminista, porque el feminismo es para todos.

¿Y los hombres?

¿Sabías que han muerto 29 hombres a manos de sus mujeres? ¿Y esos hombres que se quedan sin ver a sus hijos y encima pagan más en un divorcio? ¿Luego pedimos igualdad cuando estamos discriminando al género masculino?

 

Esta clase de preguntas y muchas parecidas son las que me han lanzado a escribir. Llevo un tiempo escuchando y leyendo este tipo de indignaciones y, la verdad, es que me cuesta reaccionar de manera serena.

 

Para empezar, me gustaría aclarar que no se puede meter en el mismo saco sentencias de divorcios, violencia de género, micromachismos, etc. Si, todo forma parte de la sociedad machista patriarcal que nuestra cultura ha creado para nosotros, pero son diferentes conceptos.

El machismo afecta tanto a hombres como a mujeres y, muchas veces, cuando se les llena la boca de acusaciones a aquellos que pedimos una sociedad feminista, se les olvida parar un segundo, solo uno, y reflexionar sobre ello. Una sociedad feminista no implica una supremacía de la mujer, no implica que el hombre tenga que “obedecer” las leyes de la mujer. El feminismo no implica darle la vuelta a la tortilla y hacer pasar al hombre por todo lo que las mujeres hemos pasado durante años. El feminismo implica una sociedad libre de mejores y peores, libre de desigualdades laborales, acoso escolar, de roles, una sociedad libre de violencia —en todos sus ámbitos—.

Cuando analizamos cada una de las situaciones por las que pedimos igualdad, nos damos cuenta de que tanto ellas como ellos sufren las consecuencias de nuestra cultura. Si, es cierto que un padre puede llegar a tener menos derechos que una madre en un divorcio, pero esto sigue siendo una consecuencia del machismo, ya que, la madre es la que siempre se ha hecho cargo de los hijos (al igual que del hogar, la limpieza, la cocina, etc.) y el padre es el que llevaba el dinero a casa. Pero también es cierto que ciertos padres, debido a esa cultura machista, dejan de ver a sus hijos y deciden tan solo pagar una pensión alimenticia, o ni siquiera eso. En cualquier caso, esa decisión la tiene un juez y cada juicio es diferente porque no todas las familias son iguales.

Tampoco se puede relacionar estas sentencias judiciales con la Ley de Violencia de Género, ni agrupar los asesinatos de hombres con la violencia a las mujeres. Eso es simplemente una excusa para evitar el gran problema que se quiere erradicar, y es que son demasiadas las víctimas de maltrato por la supremacía masculina. Con esto no insinúo que esté bien asesinar a tu pareja masculina, es igualmente un delito, solo digo que nos dejemos de excusas, ya que, a nadie se le ocurre contestar con un “si pero ¿y los niños asesinados por sus padres?” a un comentario sobre violencia de género.

 

Lo que tenemos que observar es que todos los casos son consecuencia de la sociedad patriarcal y que solo con la lucha por la igualdad podremos conseguir que ambos géneros tengan los mismos derechos, libertades y respeto. El gran problema está claro, vivimos inmersos en un círculo del que no vamos a salir hasta que digamos “¡Hasta aquí!” basta de desigualdad, luchemos por un mundo feminista, porque el feminismo es para todos.

¿Y los hombres?

¿Sabías que han muerto 29 hombres a manos de sus mujeres? ¿Y esos hombres que se quedan sin ver a sus hijos y encima pagan más en un divorcio? ¿Luego pedimos igualdad cuando estamos discriminando al género masculino?

 

Esta clase de preguntas y muchas parecidas son las que me han lanzado a escribir. Llevo un tiempo escuchando y leyendo este tipo de indignaciones y, la verdad, es que me cuesta reaccionar de manera serena.

 

Para empezar, me gustaría aclarar que no se puede meter en el mismo saco sentencias de divorcios, violencia de género, micromachismos, etc. Si, todo forma parte de la sociedad machista patriarcal que nuestra cultura ha creado para nosotros, pero son diferentes conceptos.

El machismo afecta tanto a hombres como a mujeres y, muchas veces, cuando se les llena la boca de acusaciones a aquellos que pedimos una sociedad feminista, se les olvida parar un segundo, solo uno, y reflexionar sobre ello. Una sociedad feminista no implica una supremacía de la mujer, no implica que el hombre tenga que “obedecer” las leyes de la mujer. El feminismo no implica darle la vuelta a la tortilla y hacer pasar al hombre por todo lo que las mujeres hemos pasado durante años. El feminismo implica una sociedad libre de mejores y peores, libre de desigualdades laborales, acoso escolar, de roles, una sociedad libre de violencia —en todos sus ámbitos—.

Cuando analizamos cada una de las situaciones por las que pedimos igualdad, nos damos cuenta de que tanto ellas como ellos sufren las consecuencias de nuestra cultura. Si, es cierto que un padre puede llegar a tener menos derechos que una madre en un divorcio, pero esto sigue siendo una consecuencia del machismo, ya que, la madre es la que siempre se ha hecho cargo de los hijos (al igual que del hogar, la limpieza, la cocina, etc.) y el padre es el que llevaba el dinero a casa. Pero también es cierto que ciertos padres, debido a esa cultura machista, dejan de ver a sus hijos y deciden tan solo pagar una pensión alimenticia, o ni siquiera eso. En cualquier caso, esa decisión la tiene un juez y cada juicio es diferente porque no todas las familias son iguales.

Tampoco se puede relacionar estas sentencias judiciales con la Ley de Violencia de Género, ni agrupar los asesinatos de hombres con la violencia a las mujeres. Eso es simplemente una excusa para evitar el gran problema que se quiere erradicar, y es que son demasiadas las víctimas de maltrato por la supremacía masculina. Con esto no insinúo que esté bien asesinar a tu pareja masculina, es igualmente un delito, solo digo que nos dejemos de excusas, ya que, a nadie se le ocurre contestar con un “si pero ¿y los niños asesinados por sus padres?” a un comentario sobre violencia de género.

 

Lo que tenemos que observar es que todos los casos son consecuencia de la sociedad patriarcal y que solo con la lucha por la igualdad podremos conseguir que ambos géneros tengan los mismos derechos, libertades y respeto. El gran problema está claro, vivimos inmersos en un círculo del que no vamos a salir hasta que digamos “¡Hasta aquí!” basta de desigualdad, luchemos por un mundo feminista, porque el feminismo es para todos.

¿Y los hombres?

¿Sabías que han muerto 29 hombres a manos de sus mujeres? ¿Y esos hombres que se quedan sin ver a sus hijos y encima pagan más en un divorcio? ¿Luego pedimos igualdad cuando estamos discriminando al género masculino?

 

Esta clase de preguntas y muchas parecidas son las que me han lanzado a escribir. Llevo un tiempo escuchando y leyendo este tipo de indignaciones y, la verdad, es que me cuesta reaccionar de manera serena.

 

Para empezar, me gustaría aclarar que no se puede meter en el mismo saco sentencias de divorcios, violencia de género, micromachismos, etc. Si, todo forma parte de la sociedad machista patriarcal que nuestra cultura ha creado para nosotros, pero son diferentes conceptos.

El machismo afecta tanto a hombres como a mujeres y, muchas veces, cuando se les llena la boca de acusaciones a aquellos que pedimos una sociedad feminista, se les olvida parar un segundo, solo uno, y reflexionar sobre ello. Una sociedad feminista no implica una supremacía de la mujer, no implica que el hombre tenga que “obedecer” las leyes de la mujer. El feminismo no implica darle la vuelta a la tortilla y hacer pasar al hombre por todo lo que las mujeres hemos pasado durante años. El feminismo implica una sociedad libre de mejores y peores, libre de desigualdades laborales, acoso escolar, de roles, una sociedad libre de violencia —en todos sus ámbitos—.

Cuando analizamos cada una de las situaciones por las que pedimos igualdad, nos damos cuenta de que tanto ellas como ellos sufren las consecuencias de nuestra cultura. Si, es cierto que un padre puede llegar a tener menos derechos que una madre en un divorcio, pero esto sigue siendo una consecuencia del machismo, ya que, la madre es la que siempre se ha hecho cargo de los hijos (al igual que del hogar, la limpieza, la cocina, etc.) y el padre es el que llevaba el dinero a casa. Pero también es cierto que ciertos padres, debido a esa cultura machista, dejan de ver a sus hijos y deciden tan solo pagar una pensión alimenticia, o ni siquiera eso. En cualquier caso, esa decisión la tiene un juez y cada juicio es diferente porque no todas las familias son iguales.

Tampoco se puede relacionar estas sentencias judiciales con la Ley de Violencia de Género, ni agrupar los asesinatos de hombres con la violencia a las mujeres. Eso es simplemente una excusa para evitar el gran problema que se quiere erradicar, y es que son demasiadas las víctimas de maltrato por la supremacía masculina. Con esto no insinúo que esté bien asesinar a tu pareja masculina, es igualmente un delito, solo digo que nos dejemos de excusas, ya que, a nadie se le ocurre contestar con un “si pero ¿y los niños asesinados por sus padres?” a un comentario sobre violencia de género.

 

Lo que tenemos que observar es que todos los casos son consecuencia de la sociedad patriarcal y que solo con la lucha por la igualdad podremos conseguir que ambos géneros tengan los mismos derechos, libertades y respeto. El gran problema está claro, vivimos inmersos en un círculo del que no vamos a salir hasta que digamos “¡Hasta aquí!” basta de desigualdad, luchemos por un mundo feminista, porque el feminismo es para todos.