¿Aprendemos juntos?

Ayer terminé junto a mi compañero Abraham del Caño (@Abramchu) una formación realmente gratificante sobre Aprendizaje Cooperativo. Los que más me conocen saben que es un tema que me apasiona, sobre el que formo pero que nunca dejo de aprender. Y es que creo que esta metodología es más que nunca necesaria y urgente. Creo que estamos ante una serie de cambios sociales, culturales y, en definitiva, generacionales que hacen de aprender juntos sea una necesidad y no una más de las metodologías que podemos poner en marcha. Nuestros alumnos piden a gritos que les enseñemos a cooperar, nos están pidiendo transformar el mundo, que pasemos de la “Jungla” en la que algunos dicen que viven, al “Paraíso” de la creatividad y la innovación.

Las TIC nos están dando la excusa, ya hay muy poca gente en el entorno educativo que se resista a acercarse a ellas (hoy leía que tan solo un 5% del profesorado no está interesado), pero las TIC sin un cambio en el orden de las cosas será una vez más el parche que no consigue solucionar los problemas a los que tendrán que enfrentarse.

Y nosotros, generación anterior a esta, seguimos resistiéndonos a creer en un mundo diferente, seguimos teniendo miedo al cambio, a cambiar las estrategias y estructuras de aprendizaje en el aula, desconfiamos de la capacidad de nuestros alumnos para aprender a respetarse, cooperar y competir sanamente. Y tenemos miedo de que en el mundo de los adultos se comprenda la necesidad de este cambio.

Pero estamos en el 2012, ante un mundo en constante cambio, donde las tecnologías nos han transformado nuestra forma de pensar, donde nuestros alumnos han crecido y en el que suceden cosas curiosas como movimientos espontáneos en la calle. Estamos asistiendo a transformaciones lentas pero seguras en la importancia de la creatividad, de la emocionalidad y del disfrute. Estamos asistiendo a un entorno que persigue romper con estructuras antiguas y arcaicas para dar paso a movimientos en red, espontáneos, frescos y, la mayor parte de las veces, poco estructurados.
Así que ¿no merece la pena embarcarse en algo que permitirá a nuestros alumnos adaptarse mejor a esta mundo? Diseñar los espacios del aula donde sean ellos los que asumen la responsabilidad de su aprendizaje en compañía de otros que, a su vez, aprenden con ellos. Conseguir que sean ellos mismos los que nos pidan más y más, hasta saciar su ansia de saber que nada tiene que ver con las asignaturas encorsetadas y pobres que muchas veces impartimos. Alentar su capacidad para desarrollar nuevos conocimientos a partir de un entorno-red en el que se sientan además imprescindibles.

Imagen de previsualización de YouTube

Eso es el aprendizaje cooperativo, crear estructuras y espacios para el aprendizaje en grupos cohesionados que respetan a todos sus miembros, que aprenden a descubrir el potencial que cada uno tiene, que toman las riendas de lo que pasa en el aula y que ven en su profesor una persona que posibilita que este “milagro” suceda.

Así que, vaya esta entrada dedicada a todos aquellos docentes que se embarcan de forma valiente en la transformación de sus aulas dedicando horas de formación, de dedicación y de sueños para que sus alumnos, nuestros niños, construyan un mundo diferente en el que todos podamos aprender juntos.

¡Gracias por enseñarme cada día un poquito más!

Imagen de previsualización de YouTube

¿Aprendemos juntos?

Ayer terminé, junto a mi compañero Abraham del Caño (@Abramchu), un curso de formación realmente gratificante sobre Aprendizaje Cooperativo. Los que más me conocen saben que es un tema que me apasiona, sobre el que formo pero que nunca dejo de aprender. Y es que creo que esta metodología es más que nunca necesaria y urgente. Creo que estamos ante una serie de cambios sociales, culturales y, en definitiva, generacionales que hacen que aprender juntos sea una necesidad y no una más de las metodologías que podemos poner en marcha. Nuestros alumnos piden a gritos que les enseñemos a cooperar, nos están pidiendo transformar el mundo, que pasemos de la “Jungla” en la que algunos dicen que viven, al “Paraíso” de la creatividad y la innovación.

Las TIC nos están dando la excusa, ya hay muy poca gente en el entorno educativo que se resista a acercarse a ellas (hoy leía que tan solo un 5% del profesorado no está interesado), pero las TIC sin un cambio en el orden de las cosas será una vez más el parche que no consigue solucionar los problemas a los que tendrán que enfrentarse.

Y nosotros, generación anterior a esta, seguimos resistiéndonos a creer en un mundo diferente, seguimos teniendo miedo al cambio, a cambiar las estrategias y estructuras de aprendizaje en el aula, desconfiamos de la capacidad de nuestros alumnos para aprender a respetarse, cooperar y competir sanamente. Y tenemos miedo de que en el mundo de los adultos se comprenda la necesidad de este cambio.

Pero estamos en el 2012, ante un mundo en constante cambio, donde las tecnologías han transformado nuestra forma de pensar, donde nuestros alumnos han crecido y en el que suceden cosas curiosas como movimientos espontáneos en la calle. Estamos asistiendo a transformaciones lentas pero seguras en la importancia de la creatividad, de la emocionalidad y del disfrute. Estamos asistiendo a un entorno que persigue romper con estructuras antiguas y arcaicas para dar paso a movimientos en red, espontáneos, frescos y, la mayor parte de las veces, poco estructurados.

Así que ¿no merece la pena embarcarse en algo que permitirá a nuestros alumnos adaptarse mejor a este mundo? Diseñar los espacios del aula donde sean ellos los que asumen la responsabilidad de su aprendizaje en compañía de otros que, a su vez, aprenden con ellos. Conseguir que sean ellos mismos los que nos pidan más y más, hasta saciar su ansia de saber que nada tiene que ver con las asignaturas encorsetadas y pobres que muchas veces impartimos. Alentar su capacidad para desarrollar nuevos conocimientos a partir de un entorno-red en el que se sientan además imprescindibles.

Imagen de previsualización de YouTube

Eso es el aprendizaje cooperativo, crear estructuras y espacios para el aprendizaje en grupos cohesionados que respetan a todos sus miembros, que aprenden a descubrir el potencial que cada uno tiene, que toman las riendas de lo que pasa en el aula y que ven en su profesor una persona que posibilita que este “milagro” suceda.

Así que, vaya esta entrada dedicada a todos aquellos docentes que se embarcan de forma valiente en la transformación de sus aulas dedicando horas de formación, de dedicación y de sueños para que sus alumnos, nuestros niños, construyan un mundo diferente en el que todos podamos aprender juntos.

¡Gracias por enseñarme cada día un poquito más!

Imagen de previsualización de YouTube

¿Aprendemos juntos?

Ayer terminé, junto a mi compañero Abraham del Caño (@Abramchu), un curso de formación realmente gratificante sobre Aprendizaje Cooperativo. Los que más me conocen saben que es un tema que me apasiona, sobre el que formo pero que nunca dejo de aprender. Y es que creo que esta metodología es más que nunca necesaria y urgente. Creo que estamos ante una serie de cambios sociales, culturales y, en definitiva, generacionales que hacen que aprender juntos sea una necesidad y no una más de las metodologías que podemos poner en marcha. Nuestros alumnos piden a gritos que les enseñemos a cooperar, nos están pidiendo transformar el mundo, que pasemos de la “Jungla” en la que algunos dicen que viven, al “Paraíso” de la creatividad y la innovación.

Las TIC nos están dando la excusa, ya hay muy poca gente en el entorno educativo que se resista a acercarse a ellas (hoy leía que tan solo un 5% del profesorado no está interesado), pero las TIC sin un cambio en el orden de las cosas será una vez más el parche que no consigue solucionar los problemas a los que tendrán que enfrentarse.

Y nosotros, generación anterior a esta, seguimos resistiéndonos a creer en un mundo diferente, seguimos teniendo miedo al cambio, a cambiar las estrategias y estructuras de aprendizaje en el aula, desconfiamos de la capacidad de nuestros alumnos para aprender a respetarse, cooperar y competir sanamente. Y tenemos miedo de que en el mundo de los adultos se comprenda la necesidad de este cambio.

Pero estamos en el 2012, ante un mundo en constante cambio, donde las tecnologías han transformado nuestra forma de pensar, donde nuestros alumnos han crecido y en el que suceden cosas curiosas como movimientos espontáneos en la calle. Estamos asistiendo a transformaciones lentas pero seguras en la importancia de la creatividad, de la emocionalidad y del disfrute. Estamos asistiendo a un entorno que persigue romper con estructuras antiguas y arcaicas para dar paso a movimientos en red, espontáneos, frescos y, la mayor parte de las veces, poco estructurados.

Así que ¿no merece la pena embarcarse en algo que permitirá a nuestros alumnos adaptarse mejor a este mundo? Diseñar los espacios del aula donde sean ellos los que asumen la responsabilidad de su aprendizaje en compañía de otros que, a su vez, aprenden con ellos. Conseguir que sean ellos mismos los que nos pidan más y más, hasta saciar su ansia de saber que nada tiene que ver con las asignaturas encorsetadas y pobres que muchas veces impartimos. Alentar su capacidad para desarrollar nuevos conocimientos a partir de un entorno-red en el que se sientan además imprescindibles.

Imagen de previsualización de YouTube

Eso es el aprendizaje cooperativo, crear estructuras y espacios para el aprendizaje en grupos cohesionados que respetan a todos sus miembros, que aprenden a descubrir el potencial que cada uno tiene, que toman las riendas de lo que pasa en el aula y que ven en su profesor una persona que posibilita que este “milagro” suceda.

Así que, vaya esta entrada dedicada a todos aquellos docentes que se embarcan de forma valiente en la transformación de sus aulas dedicando horas de formación, de dedicación y de sueños para que sus alumnos, nuestros niños, construyan un mundo diferente en el que todos podamos aprender juntos.

¡Gracias por enseñarme cada día un poquito más!

Imagen de previsualización de YouTube

Algunos desafíos para el cambio

¡Qué rápido va todo! ¿verdad? Vivimos tiempos de mucha aceleración, de muchas palabras sobre nuestra sociedad, la actual y la venidera. ¿Estamos en la Sociedad de la Información pero aún no en la del Conocimiento? ¿Y cuando hablamos de ello, cómo afecta a nuestro cambio en particular, el educativo? En estos momentos estamos en disposición de asistir a multitud de eventos, muchos presenciales, pero cada vez más eventos virtuales. Hemos comprendido que en el entorno educativo necesitamos un cambio. La invasión de las tecnologías han propiciado una revolución que se ha ido abordando de múltiples maneras. Unas veces se ha abordado introduciendo la tecnología en el aula pensando que así se realiza innovación, sin embargo de nada sirve ésta si no hay formación del profesorado, y multitud de profesores se han formado en la utilización de herramientas. Pero esto tampoco parece que haya dado resultados profundos en nuestras aulas. Necesitamos algo más, pero ¿qué es?

Desde mi punto de vista, y  de mi experiencia, lo que de verdad moviliza todos esos pasos que queremos dar, es la planificación de un Proyecto donde se establezcan los pilares de nuestros deseos de cambio. Sin un proyecto que marque las directrices, nuestro esfuerzo será mucho mayor y de menor impacto. Y ese proyecto ha de partir de la visión común de un grupo de personas que definan claramente cuáles son los objetivos de la nueva escuela inmersa en la Sociedad del Conocimiento y del Aprendizaje.

El primer desafío, por tanto, es imaginar la clase de futuro que queremos para nuestras escuelas y disponernos a crearlo. Una vez imaginado podremos comenzar a trabajar.

¿Y cómo hemos de llevar a cabo nuestro proyecto? La parte fundamental para que funcione cualquier plan son las personas, la capacidad para Trabajar en Equipo, Liderar procesos, Diseñar objetivos, Cumplirlos o readaptarlos. Necesitamos un equipo de personas que sean capaces de trabajar juntas, repartirse responsabilidades, ejercer un liderazgo “contagioso”, que entusiasme y extienda el sueño.

El segundo desafío: trabajar en equipo. Si somos capaces de hacerlo, tendremos mucho avanzado puesto que:

“El trabajo en equipo es la habilidad de trabajar juntos hacia una visión común. Es el combustible que le permite a la gente común obtener resultados poco comunes.”

Andrew Carnegie

Y ¿sabemos trabajar en equipo? ¿qué necesitamos para hacer equipo?

El primer paso es la responsabilidad individual, la capacidad de involucrarse y responsabilizarse de la tarea que uno tiene asignada para la consecución de la meta común. Elaborar un proyecto es fácil, lo difícil es llevarlo a la práctica si las personas no asumen su parte dentro de él. Quizás sea importante la organización del proceso dentro del proyecto: mirar hacia dónde queremos ir, con quién y cómo. Trabajar en equipo también requiere de unas altas dosis de empatía, entusiasmo y comunicación para poder contagiar y conectar en la consecución de nuestra meta común.

Pero más allá del trabajo de un grupo de personas involucradas directamente con el proyecto, está la misión de extender a otras personas nuestra filosofía, el sueño, el objetivo para el cambio. Es el turno de la Red, la estructura que nos permite poner en marcha procesos mucho más amplios, contagiar a otros, iniciar nuevas rutas y sumar. La Red que soporta toda la estructura de un cambio profundo.

Tal como señalan Antonio Moreno y Fernando de la Riva, el trabajo en red supone una forma de trabajar dentro de las propias organizaciones, así como la relación y cooperación entre ellas, destacándose principios como los de horizontalidad, sinergia (complementariedad-unión de fuerzas), autonomía, pertenencia participativa (la pertenencia se expresa en la participación activa, en la implicación), compromiso, etc. En el trabajo en red de los colectivos sociales, por tanto, resultan claves ideas como el que tod@s ganan, pero también el que tod@s ponen, o el que tod@s participan y tod@s lideran (de formas diferentes) (Ibáñez, 2003)

El trabajo en red, permite unir lazos con otros compañeros, pero también con otros centros. Permite arrancar procesos de construcción del espacio de acción común con una dinámica y un espíritu basado en el aprendizaje mutuo, el respeto y aprovechamiento de las diversidades, constituyendo un factor de fortalecimiento e impulso.

Tercer desafío: tejer y extender la red.

Queremos impulsar los procesos de innovación educativa desde nuestras aulas, desde nosotros mismos, soñando, imaginando y emprendiendo. Necesitamos aprender nuevos conceptos y herramientas, pero también desaprender ciertas formas de hacer. Necesitamos estar seguros, pero a la vez sentimos que no tenemos tiempo. Nuestro tiempo es este, marcado por grandes cambios que se cuelan en las vidas de nuestros niños, y nosotros queremos ofrecer lo mucho que sabemos desde otro escenario más cercano a ellos pero, a veces, muy lejano al nuestro.

¡Y para todo ello no puedo sola! ¿me acompañas?

Imagen de previsualización de YouTube

¿Bailamos?

Estamos llegando a la recta final del curso, un curso más, un año más con resultados muy parecidos. Observo los foros, las redes, tanta innovación que se supone que estamos arrancando no se refleja después en los alumnos. Éstos siguen contando los días hasta el final del curso, centrados en terminar cuanto antes los exámenes y por fin disfrutar de sus vacaciones. Y esto se repite un año tras otro, pasando de curso sin detenerse apenas en lo que la escuela les está ofreciendo, aunque quizás no les esté ofreciendo tanto…

Es muy interesante leer en las redes el movimiento que están causando las TIC, cualquiera que no esté día tras día observando el panorama pensaría que estamos avanzando mucho, cambiando paradigmas, estrategias, innovando de verdad. Sin embargo tengo la impresión de que es tan solo una línea débil, que se mantiene gracias a los que estamos mirando lo que pasa en estos medios. La otra línea, la más fuerte, paralela a esta, es la de los profesores estresados porque los niños les faltan el respeto en el aula, estresados porque se acerca la evaluación final y hay que corregir exámenes, alumnos estresados porque tienen que aprobar, padres y madres preocupados porque sus hijos aprueben… En fin, ¿que donde está la innovación? Que está muy bien que haya iniciativas de algunos profesores, eso es mejor que nada, pero ¿dónde está el proyecto de cambio real?,¿ cuándo vamos a conseguir que cambien realmente las estructuras de los centros?, ¿cuándo vamos a sacar la escuela a la calle?

Igual que en este vídeo, donde la Filarmónica de Copenhage sale a la calle y toca el Bolero de Ravel en la Estación Central, la escuela debería romper sus muros, integrarse en su entorno y mostrar a los alumnos la vida. Hacer que éstos no estén contando los días para salir de la escuela porque la escuela esté dentro de sus días, en sus vidas, en sus calles. Y esto no se consigue con algunas experiencias aisladas, se consigue realizando un verdadero pensamiento grupal. De nada serviría que uno de los músicos de la Filarmónica saliera a la calle a tocar, sería un músico más, un buen músico más, de los que tocan en la calle y quizás no nos pararíamos a mirar (como podemos ver en este vídeo en el que Ara Malikian, probablemente uno de los violinistas mejores, sale a tocar en el metro y recibe muy poca atención). El impacto de la Estación Central de Copenhage reside en el grupo, en la orquesta. Es más difícil hacer que se oiga nuestra voz si somos uno, la fuerza del grupo es más potente.

Así debería ser en educación, romper de una vez el trabajo individual, ponernos a trabajar en grupo para generar proyectos de cambio. Todo cambio pasa por un proyecto, un propósito para generar objetivos y acciones encaminadas a conseguirlos. Los centros siguen reproduciendo los modelos burocráticos exigidos por las administraciones, dejando el papel de la innovación en los profesores, y éstos hacen lo que pueden y/o lo que quieren, y no se les oye tanto como sería deseable.

Para producir una auténtica innovación hay que juntar a la orquesta, que cada uno aporte lo que sabe “tocar”, y que comience a sonar. Y para comenzar hemos de tener la “partitura”, para saber cuáles son los pasos que hemos de dar. De ahí la importancia del Proyecto para integrar cualquier cambio, pedagógico, tecnológico, arquitectónico… primero pensamos, consensuamos y, después, actuamos. Hacer un proyecto que contemple a todos los actores implicados, que sea capaz de sacar el partido de cada uno de ellos, profesores, equipo directivo, familias, alumnos, personal no docente… todos los que trabajamos por y para la educación. Los que queremos que el cambio llegue, los que queremos que el aprendizaje no se base exclusivamente en exámenes y pruebas de nivel. Todos los que deseamos que nuestros niños y  adolescentes no tengan ganas de que suene el timbre de salida del cole para poder “hacer su vida”.

Cada vez es más urgente mediar en este divorcio entre la escuela y la vida, y conseguir que vuelvan a ir de la mano. Romper de una vez con el modelo industrializado de la escuela de timbres, planificaciones y exámenes, y avanzar hacia una escuela activa del conocimiento.

Conocimiento como “hechos o datos de información adquiridos por una persona a través de la experiencia o la educación, la comprensión teórica o práctica de un tema u objeto de la realidad”.

Y existen herramientas que intentan llevar la realidad a la escuela, que pueden llevar la realidad a la escuela, pero ¿por qué no llevar también la escuela a la realidad? Las TIC nos permiten lograrlo, pero nos falta lo más importante que es dar el salto hacia un proyecto realmente innovador.

¿Qué me dices? ¿te animas a bailar conmigo?

Por una escuela innovadora:

Fundación Siglo22: http://fundacionsiglo22.org

Centros en Red: http://siglo22.net/enred

Descubre quién eres y apórtalo al mundo

Hace tiempo que quería colgar este vídeo que me enviaron de Joan Antoni Melé, subdirector general de Triodos Bank, banca ética.

Hoy consigo colgarlo y me gustaría que lo escuchárais varias veces, hay mucho contenido en él, mucho contenido que nos hace pensar sobre el papel que estamos jugando en nuestra sociedad actual. Con respecto a muchos aspectos, economía, política, educación, pero sobre todo con respecto a nuestra contribución para la paz. No estamos siendo conscientes, o no queremos serlo, pero nuestra pasividad frente a lo que dictan los mercados, nuestra incomprensión o comprensión del mundo como un lugar salvaje en el que sólo gana el individuo y no el colectivo humano.

Este hombre nos habla de elecciones personales, de elegir ser humano frente a ser animal, dejar los instintos y las bajas pasiones, para elegir hacer una elección de nuestro destino como especie, con responsabilidad y compromiso por la paz. Una apuesta por la bondad. Y resalta algo muy interesante: el gran capital con el que cuenta el hombre por primera vez en el mundo que es el conocimiento, la inteligencia y poder. Teniendo por primera vez mucho conocimiento y poder, el mundo está cada vez peor. Y es que no entendemos que lo que hace uno sólo de nosotros afecta al resto, no entendemos que formamos parte de un “organismo global”, y que si una parte está enferma, afectará a todas las demás partes.

Y me quedo con la parte que más me ha emocionado: lo que debemos transmitir a nuestros hijos, lo que debemos enseñar, a descubrir sus capacidades para aportarlas al mundo para mejorarlo y no tanto a competir con otros para mejorar sólo uno mismo a costa de los demás. En sus propias palabras “no transmitir más miedo a nuestros hijos de que tienen que ganarse la vida, tenemos que decirles: descubre quién eres y apórtalo al mundo”.

Por último, y porque su exposición es más interesante que cualquier cosa que pueda escribir yo, lo más importante, poder mirar a nuestros nietos un día y decirles que intentamos cambiar el mundo, que intentamos un lugar mejor para ellos, un lugar de paz, aunque no lo consiguiéramos, antes que tener que soportar la vergüenza de mirarles a los ojos y decirles que ni lo intentamos.

Metodología cooperativa de aula, ¿sabemos lo que es?

Casi todos los que nos dedicamos a la educación hemos oído, e incluso coqueteado haciendo algunos pinitos, con el término cooperativo, pero ¿sabemos realmente a qué nos referimos cuando hablamos de ello?, ¿sabemos distinguir entre metodología cooperativa (aprendizaje cooperativo) y metodología colaborativa?

El aprendizaje cooperativo es una metodología que se basa en pequeños grupos de trabajo, seleccionados de forma intencional, que permiten a los alumnos trabajar juntos en la consecución de metas comunes, beneficiosas para todos los participantes.

Las características generales son:

  • Es una metodología activa.
  • Está basada en la experiencia e interacción entre los alumnos.
  • El rol del profesor se basa en la supervisión activa y no directiva tanto del proceso de aprendizaje, como de las interacciones entre los alumnos.
  • Posibilita que los alumnos aprendan unos de otros, así como del profesor y del entorno.

El aprendizaje cooperativo hace hincapié en las relaciones interpersonales y en la experiencia colectiva como fuentes del crecimiento social y cognitivo de los estudiantes. Para conseguirlo, propone un acercamiento muy “estructurado” al trabajo de grupo.

Y por otra parte, ¿qué entendemos por colaborativo? Muchas veces tendemos a pensar que es lo mismo y sin embargo esto no es exactamente así, colaborar y cooperar son términos diferentes aunque en la cooperación haga falta la colaboración.
Cada uno de los términos  representa un extremo de un espectro del proceso enseñanza-aprendizaje que va de ser altamente estructurado por el profesor (cooperativo) hasta dejar la responsabilidad del aprendizaje principalmente en el estudiante (colaborativo).

La cooperación es una estructura de interacción diseñada para facilitar el logro de una meta o producto final específico por un grupo de personas que trabajan juntas. El aprendizaje cooperativo es definido por un conjunto de procesos que ayudan a las personas a interactuar para lograr una meta específica o desarrollar un producto final, por lo general ambos relacionados directamente con un contenido.
A diferencia de la cooperación, la colaboración es una filosofía de interacción donde los individuos son responsables de sus acciones, incluyendo el aprendizaje, y respetan las habilidades y contribuciones de sus compañeros. El aprendizaje colaborativo es una filosofía personal, no solo una técnica del aula. En la cooperación existe siempre una meta o producto común, beneficioso para todos, existe lo que llamamos Interdependencia positiva, tanto en cuanto a metas, como roles, tareas… En la colaboración esto no es necesario.

Para llevar a cabo el aprendizaje cooperativo en el aula, lo primero que hace falta es creer firmemente que con él estamos contribuyendo a un cambio radical del espacio de aula, de estructura de grupo y de metodología de trabajo que va a repercutir positivamente en el aprendizaje de nuestros alumnos y en el nuestro propio. No hago aprendizaje cooperativo para que se lo pasen bien los chicos, hago aprendizaje cooperativo porque sé en qué fundamentos teóricos se asienta y por tanto sé que mejora significativamente el aprendizaje.

Por otra parte, conocemos en profundidad las bases de esta metodología y los elementos que debo contemplar en el diseño:

  • Interdependencia positiva: es fundamental el estímulo al esfuerzo, el apoyo mutuo y la ayuda recíproca. En el aprendizaje cooperativo Yo gano si Tú ganas, es decir, todos ganamos. Ha de existir interdependencia positiva en cuanto a: objetivos, recompensas, recursos y roles.
  • Responsabilidad individual que se asegura cuando el estudiante sabe que sus realizaciones y resultados académicos serán verificadas y valoradas. Para conseguirlo es importante mantener un grupo de trabajo reducido, hacer evaluaciones individuales, examinar al azar a estudiantes oralmente pidiéndole a uno de ellos que exponga el trabajo grupal, etc.
  • Evaluación grupal: la evaluación ha de hacerse en una doble vertiente, por parte del profesor y por parte del propio grupo, que sean conscientes de en qué medida están alcanzando los objetivos y mantienen buena relación. La evaluación grupal imprime cohesión al grupo.
  • Interacción interpersonal cooperativa: es importante confiar y conocer a los demás, tener habilidades de comunicación, aceptarse y apoyarse, y ser capaces de resolver los conflictos de forma constructiva.
  • Elaboración cognitiva de la información: tener la premisa de que siempre HAY ALGO QUE APRENDER, la ayuda implica explicaciones, formulación de ejemplos e IGUALDAD DE OPORTUNIDADES.