La importancia de la confianza para evaluar

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Ayer tuve la magnífica oportunidad de asistir a una conferencia virtual impartida por mi amiga Núria de Salvador sobre Evaluación y TIC. Tengo que decir que me encantó, tanto por la forma de exponer los contenidos y las ideas, como por el gran trabajo realizado con su grupo de alumnos.

Núria es profesora de secundaria en un instituto de la periferia de Barcelona donde hay un 67% de inmigración y un nivel bajito de aprendizaje, y ella sólo ha suspendido a un niño y además, como nos contaba ayer, todos (alumnos y profesora) están intentado trabajar para que ese niño apruebe finalmente.

Cuando dices esto, mucha gente puede pensar que Núria es una profesora “floja”, poco exigente, y sin embargo ella es una de las profesoras que conozco que está en permanente aprendizaje e investigación, por lo que la amplitud con que plantea a sus alumnos la diversidad de tareas es bastante más exigente y requiere de más estrategias que la mayor parte de tareas que propondría un profesor “tradicional” de los que suspenden masivamente, por ejemplo aprobar a un sólo niño de toda una clase (vivido por una de mis hijas recientemente).

¿Y por qué pasa esto? Creo que la diferencia estriba en el enfoque que hagas del aula y de los alumnos. Puedes tratarlos de manera vertical donde tú eres el que estás en la cúspide y tienes todo el saber, y por lo tanto no confías en sus capacidades ni en su aprendizaje. Tú te conviertes en el líder indiscutible que tiene todo el saber y el poder, un poder que es, además, irrevocable y nada negociable. Planteas las tareas de forma estructurada pero no das visión global de objetivos y adquisición de competencias y nuestros alumnos muchas veces no saben para qué están ahí.

Pero también puedes basar tu sistema en una evaluación “confiada”. Es decir, basada en premios, y no en castigos, y además consensuados. El resultado es que los chavales trabajan, aprenden y aprueban. Trabajan más, probablemente, que cuando su profesor les guía de la mano hasta las últimas consecuencias.

Y en todo ese camino utilizas las TIC… y éstas te abren un panorama fundamental para motivar, abrir y generar trabajo para adquirir muchas de las competencias que nuestros alumnos han de adquirir.

¿Y por qué basado en premios? Porque los seres humanos aprenden siempre por refuerzos, pero difícilmente por castigos. El castigo genera indefensión la mayor parte de los casos y poca construcción creativa de conocimiento. El castigo sólo funciona cuando hay una alternativa reforzante y normalmente se nos olvida esta segunda parte. Pero muchas veces en las aulas de secundaria basamos nuestra didáctica (sobre todo para controlar el comportamiento) en penalizaciones, en puntos negativos en lugar de positivos. Y lo de dar positivos nos parece que nos hace ser “blandos”, cuando lo que sucede es que los alumnos comienzan a confiar en tí, y tú puedes confiar en ellos. Y esto es porque son ellos los que tienen en su mano conseguir los positivos, ellos son “autónomos” en la evolución de su propio aprendizaje y esto construye muchas más competencias además de las que el currículum exige.

Y por último, cuando el profesor evalúa está pensando en comprobar cuáles son los aprendizaje obtenidos y el avance de sus alumnos gracias a las tareas y diseño metodológico propuesto. Si éste ha sido bien diseñado por el profesor, consensuado y entendido por los alumnos, éstos tendrán éxito y, por supuesto, el profesor también. Mi opinión es que un profesor que aprueba es un buen profesor, y es competente en su trabajo: enseñar.

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