La escuela del futuro ¿ya está aquí?

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Hablamos mucho de la Escuela del Futuro, de cómo debería ser, de qué elementos debería contar, cómo habría que configurar la clase, de teorías de aprendizaje, de tecnologías… vivimos tiempos de grandes cambios tecnológicos, de avances muy rápidos, tanto que casi no somos capaces de digerirlos. ¿Esto quiere decir que la escuela del futuro ya está aquí?

En estos últimos meses, casi un año ya, hemos asistido a una auténtica revolución en las aulas, las diferentes Consejerías de Educación, aunque no todas, han decidido aplicar de una u otra manera el famoso plan de la Escuela 2.0. Hemos visto a los niños asistir al centro con su portátil, los hemos visto trabajar en casa con ellos. Hemos asistido a grandes proyectos de formación para enseñar a los docentes, perdidos en este gran cambio, a enseñar con estos medios. Hemos visto a las editoriales moverse para comenzar el largo camino de la digitalización. Hemos visto en los foros, en las redes sociales, y en las mesas de los cafés, hablar del tema con gran emocionalidad. Unos a favor, otros no tanto.

Yo me pregunto ahora, ¿estamos dando respuesta a tanto cambio?, ¿estamos sabiendo responder con suficiente rigor y profesionalidad a lo que significa la integración de estos medios en las aulas?, o por el contrario, ¿estamos replicando lo que ya hacíamos con la última herramienta? La mayor parte de las veces tengo la sensación de que los docentes van con la lengua fuera, cansados de responder a tantas demandas.

Las TIC han invadido las aulas de muchos profesores que, en muchos casos, no saben ni repertorios básicos para manejar un ordenador provocando un problema grave de afrontamiento, y gran cantidad de estrés. Ha faltado, y está faltando formación. Y esta formación, muchas veces, está siendo poco significativa, basada en herramientas más que en habilidades y métodos. Falta consenso, unidad e investigación. El proceso de formación del profesorado para la integración de las TIC en el centro educativo consiste en la adquisición por parte de éste de ciertos repertorios, habilidades y destrezas que les permitan plantear didácticas de aula donde estas tecnologías sean un medio para el fin de la escuela: enseñar a aprender. Requiere trabajo en equipo, elaboración de proyectos con objetivos alcanzables, requiere evaluación del proceso. Y después de todo, herramientas.

Lo planteo así porque creo que en la escuela del futuro, que no la del presente aún, el objetivo debería ser la de proporcionar a los alumnos las destrezas que les permitan aprender de cualquier tema, y para eso hacen falta habilidades para enseñar a ser críticos, manejando múltiples fuentes, a hablar bien, a escribir bien, a leer… con los medios que tengamos al alcance, sin desaprovechar ninguno. La escuela del futuro no es la escuela de las tecnologías. La escuela del futuro es aquella que consiga una enseñanza creativa, flexible e infinita, donde el currículum sea una guía por la que moverse y no un esquema rígido de contenidos. La escuela del futuro plantea situaciones diversas de aprendizaje, y enseña todo el conocimiento acumulado por el ser humano durante todos los siglos de su existencia. Porque en la escuela del futuro, que todavía no ha llegado, la formación del profesorado para una pedagogía innovadora, basada en teorías no tan innovadoras, sea una prioridad. En la escuela del futuro se trabajan las competencias docentes, para que éstos puedan ayudar a los alumnos a que aprendan sus propias compentencias. Y en ella utilizaremos, claro que sí, las tecnologías.

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