Educación para la salud, tarea pendiente

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Voy a cambiar un poco el tono de las entradas en este blog para abordar un tema que me preocupa desde hace varios años, y es la educación para la salud.

He leído hoy que aumentan en un 470% las páginas web que fomentan la anorexia, y este es un dato preocupante, pero me parece una consecuencia lógica de un entorno en el que el fomento de trastornos de la alimentación está en el día a día. Está en los coles, está en la calle, en las casas, en la televisión, en la radio, en los restaurantes… ¿por qué no iba a estar también en la web?

La valoración de la delgadez está dentro de nosotros y nosotras y convivimos con ello deseando, ansiando muchas veces, parecernos a esos modelos de belleza que en la mayor parte de los casos son pura manipulación visual. Y nos anuncian miles de dietas, alimentos que adelgazan, aparatos para hacer músculo… y nos enseñan cuerpos delgados, muy delgados (y muy jóvenes), sin rastro de defectos en la piel, sin rastro de un mínimo de grasa corporal. Está claro que son cuerpos manipulados, tanto que a veces se cometen deslices, como el de la modelo de esta noticia en la que directamente le falta un brazo.

Pero no me gustaría que esta entrada dejara la idea equivocada, no creo que los problemas de alimentación como la anorexia y la bulimia se estén debiendo exclusivamente a la publicidad, aunque también. Creo que el problema es más profundo, es un problema de educación y también de valoración de las cosas importantes en nuestra sociedad. Vivimos en una sociedad excesivamente orientada hacia la imagen, todo es imagen, todo es vender, hacer marketing para poder vender mejor. No importa tanto qué es lo que eres, cómo piensas o qué sabes hacer, lo importante es si eres “guapo-a y delgado-a”. Te escucharán mejor si entras dentro de esos modelos de belleza que, por otra parte y en muchos casos, son síntoma de enfermedad y una mala alimentación. Vivimos en una sociedad donde importa más cómo se muestran las cosas que las cosas en sí mismas. Y esto se ve en todos y cada uno de los detalles con los que te tropiezas en tu vida cotidiana. La red también es un escaparate de imágenes, y no tanto de contenidos.

Vivimos en la sociedad de La Caverna de José Saramago, en un Centro Comercial sin ventanas, en un mundo orientado al consumo de productos que caducan al poco tiempo, como tuvimos la ocasión de comprobar en el documental de La Obsolescencia Programada. No damos valor a la creatividad, ni al conocimiento en la misma medida que a la propia imagen. Y eso es en lo que estamos educando.

En los colegios, y en edades muy tempranas, ya hablan de los alimentos que engordan, que producen celulitis o granos Y sin embargo no se habla tanto de los alimentos que alimentan (valga la redundancia). Ni en casa, ni en la escuela, se trabaja adecuadamente el tema de la salud, cómo hay que hacer para tener un cuerpo saludable, que no delgado. No discriminamos la diferencia entre salud y belleza, y la mayor parte del ejercicio físico que se realiza va encaminado a la consecución de un cuerpo “danone”. Maltratamos nuestras estructuras físicas desde edades muy tempranas hasta edades muy avanzadas, y esto sí que es una novedad porque todo el mundo sabe que la adolescencia es una época de inseguridad, pero la madurez no debería serlo, y sin embargo cada vez oigo más “abuelas-os” preocuparse porque están engordando, y no todos ellos es por salud, cuando en realidad lo que pasa es que el cuerpo es diferente.

Deberíamos replantearnos como educadores qué es lo que estamos haciendo, padres y profesores, abuelos, hermanos, tíos, primos… todos somos cómplices de este mal. Todos estamos contribuyendo con nuestros hábitos  a crear una sociedad maleducada en la salud. El porcentaje de anorexia es muy alto, pero el de personas insatisfechas consigo mismas lo es aún más. El problema es que no nos miramos de forma global, focalizamos nuestra atención sobre aquella parte de nuestro cuerpo que no nos gusta, y no nos gusta porque lo comparamos con algo… ese algo es lo que está mal, los modelos de belleza y de personas de éxito son modelos antinaturales, difíciles de alcanzar si no te modificas tu propia configuración a base de mucho ejercicio físico, poca comida y mucho, mucho tesón. Tenemos patrones enfermos guiando nuestro modelo a seguir, y no estamos siendo conscientes de que esa es la educación en la que nuestros hijos están inmersos. La pregunta es si seremos capaces de dejar de mirar las sombras proyectadas en la Caverna.

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