Algunos desafíos para el cambio

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¡Qué rápido va todo! ¿verdad? Vivimos tiempos de mucha aceleración, de muchas palabras sobre nuestra sociedad, la actual y la venidera. ¿Estamos en la Sociedad de la Información pero aún no en la del Conocimiento? ¿Y cuando hablamos de ello, cómo afecta a nuestro cambio en particular, el educativo? En estos momentos estamos en disposición de asistir a multitud de eventos, muchos presenciales, pero cada vez más eventos virtuales. Hemos comprendido que en el entorno educativo necesitamos un cambio. La invasión de las tecnologías han propiciado una revolución que se ha ido abordando de múltiples maneras. Unas veces se ha abordado introduciendo la tecnología en el aula pensando que así se realiza innovación, sin embargo de nada sirve ésta si no hay formación del profesorado, y multitud de profesores se han formado en la utilización de herramientas. Pero esto tampoco parece que haya dado resultados profundos en nuestras aulas. Necesitamos algo más, pero ¿qué es?

Desde mi punto de vista, y  de mi experiencia, lo que de verdad moviliza todos esos pasos que queremos dar, es la planificación de un Proyecto donde se establezcan los pilares de nuestros deseos de cambio. Sin un proyecto que marque las directrices, nuestro esfuerzo será mucho mayor y de menor impacto. Y ese proyecto ha de partir de la visión común de un grupo de personas que definan claramente cuáles son los objetivos de la nueva escuela inmersa en la Sociedad del Conocimiento y del Aprendizaje.

El primer desafío, por tanto, es imaginar la clase de futuro que queremos para nuestras escuelas y disponernos a crearlo. Una vez imaginado podremos comenzar a trabajar.

¿Y cómo hemos de llevar a cabo nuestro proyecto? La parte fundamental para que funcione cualquier plan son las personas, la capacidad para Trabajar en Equipo, Liderar procesos, Diseñar objetivos, Cumplirlos o readaptarlos. Necesitamos un equipo de personas que sean capaces de trabajar juntas, repartirse responsabilidades, ejercer un liderazgo “contagioso”, que entusiasme y extienda el sueño.

El segundo desafío: trabajar en equipo. Si somos capaces de hacerlo, tendremos mucho avanzado puesto que:

“El trabajo en equipo es la habilidad de trabajar juntos hacia una visión común. Es el combustible que le permite a la gente común obtener resultados poco comunes.”

Andrew Carnegie

Y ¿sabemos trabajar en equipo? ¿qué necesitamos para hacer equipo?

El primer paso es la responsabilidad individual, la capacidad de involucrarse y responsabilizarse de la tarea que uno tiene asignada para la consecución de la meta común. Elaborar un proyecto es fácil, lo difícil es llevarlo a la práctica si las personas no asumen su parte dentro de él. Quizás sea importante la organización del proceso dentro del proyecto: mirar hacia dónde queremos ir, con quién y cómo. Trabajar en equipo también requiere de unas altas dosis de empatía, entusiasmo y comunicación para poder contagiar y conectar en la consecución de nuestra meta común.

Pero más allá del trabajo de un grupo de personas involucradas directamente con el proyecto, está la misión de extender a otras personas nuestra filosofía, el sueño, el objetivo para el cambio. Es el turno de la Red, la estructura que nos permite poner en marcha procesos mucho más amplios, contagiar a otros, iniciar nuevas rutas y sumar. La Red que soporta toda la estructura de un cambio profundo.

Tal como señalan Antonio Moreno y Fernando de la Riva, el trabajo en red supone una forma de trabajar dentro de las propias organizaciones, así como la relación y cooperación entre ellas, destacándose principios como los de horizontalidad, sinergia (complementariedad-unión de fuerzas), autonomía, pertenencia participativa (la pertenencia se expresa en la participación activa, en la implicación), compromiso, etc. En el trabajo en red de los colectivos sociales, por tanto, resultan claves ideas como el que tod@s ganan, pero también el que tod@s ponen, o el que tod@s participan y tod@s lideran (de formas diferentes) (Ibáñez, 2003)

El trabajo en red, permite unir lazos con otros compañeros, pero también con otros centros. Permite arrancar procesos de construcción del espacio de acción común con una dinámica y un espíritu basado en el aprendizaje mutuo, el respeto y aprovechamiento de las diversidades, constituyendo un factor de fortalecimiento e impulso.

Tercer desafío: tejer y extender la red.

Queremos impulsar los procesos de innovación educativa desde nuestras aulas, desde nosotros mismos, soñando, imaginando y emprendiendo. Necesitamos aprender nuevos conceptos y herramientas, pero también desaprender ciertas formas de hacer. Necesitamos estar seguros, pero a la vez sentimos que no tenemos tiempo. Nuestro tiempo es este, marcado por grandes cambios que se cuelan en las vidas de nuestros niños, y nosotros queremos ofrecer lo mucho que sabemos desde otro escenario más cercano a ellos pero, a veces, muy lejano al nuestro.

¡Y para todo ello no puedo sola! ¿me acompañas?

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