Evaluación Archive

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Hace muchos años que comencé a dedicarme a la formación, sobre todo del profesorado, en diferentes contextos. He formado a profesores en paro, en activo, sobre habilidades, TIC, metodologías. También he realizado trabajos de desarrollo de materiales formativos, y formación on line. Me encanta la formación, creo en la formación como un proceso necesario para la evolución de cualquier persona, para su aprendizaje continuo y permanente a lo largo de toda su vida. Pero esto nos lleva a un punto muy importante a considerar en todo proceso formativo, y es que la formación no es simplemente dar cursos, es algo más, es un proceso amplio de diversas acciones que llevan a una persona a adquirir ciertas competencias que le permiten seguir avanzando en su desempeño.

Parece de cajón pero cuando me enfrento a la mayor parte de los planes de formación que se organizan, ya sea dentro de plan de formación continua, ya sea en el marco de formación para desempleados o para trabajadores en activo que han de aprender por ejemplo cómo prevenir accidentes, nos encontramos con un grado bajo de impacto de esta formación. Y esto se debe a que la formación se plantea como un curso plano donde un experto (formador) comunica a una serie de personas (alumnos) lo que él sabe. Después de impartir la formación normalmente se pasa una encuesta de calidad, se nos pregunta si el curso nos ha gustado, si los materiales eran buenos, si el formador comunicaba bien… con una mínima dedicación saldremos airosos de la acción formativa, los alumnos se irán contentos a sus casas, puestos de trabajo, y nosotros que nos ganamos la vida así, hasta la próxima acción formativa.

Pero qué pasa con esos alumnos, ¿cómo sabemos si lo que les comunicamos les produjo algún tipo de cambio, algún aprendizaje?, ¿averiguamos si después de nuestro breve paso por su vida hemos aportado algo que les haya permitido mejorar? Se supone que la formación sirve sobre todo para que la gente cambie sus modos de hacer a mejor. Sirve para aprender, y si ese aprendizaje es válido, lo más probable es que contribuya a un cambio tanto de sí mismo como de su entorno laboral o personal. Y aquí es donde no solemos hacer los deberes, abandonamos a su suerte a nuestros alumnos, no volvemos a saber de ellos y por tanto no podemos saber si hemos generado o no dicho aprendizaje y posterior impacto.

También está la visión del alumno, el que muchas veces acude a formarse para obtener créditos, títulos, diplomas… algo que les permita optar de mejor manera a conseguir un determinado puesto o ascender de categoría o sueldo. Cambia por tanto el objetivo de la formación y ésta pasa de ser un proceso para el aprendizaje a un proceso para el currículo y la escalada profesional sin necesidad de obtener ningún aprendizaje. ¿Estáis de acuerdo?

Considero que en este momento, donde las crisis de diversa índole nos invaden, hemos de poner mucha atención y dedicación al delicado proceso de la formación de personas, de profesionales, de tal modo que transformemos también la formación convirtiéndola en una herramienta vital para el desarrollo de las personas, tanto desde un ámbito personal como profesional, que revierta en una mejora también de nuestra sociedad. Centrándonos en el entorno educativo, creo que la formación continua es un buen planteamiento, pero que esta formación ha de ser demandada por el profesorado para la mejora de su profesión y por tanto, del entorno en general. Es momento de una formación instrumental, personalizada y supervisada, que genere estrategias de aprendizaje a largo plazo. Un sistema de formación donde se puedan utilizar las diferentes estrategias y herramientas disponibles.

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La importancia de la confianza para evaluar

Posted 17 diciembre, 2010 By gema
confianza

Ayer tuve la magnífica oportunidad de asistir a una conferencia virtual impartida por mi amiga Núria de Salvador sobre Evaluación y TIC. Tengo que decir que me encantó, tanto por la forma de exponer los contenidos y las ideas, como por el gran trabajo realizado con su grupo de alumnos.

Núria es profesora de secundaria en un instituto de la periferia de Barcelona donde hay un 67% de inmigración y un nivel bajito de aprendizaje, y ella sólo ha suspendido a un niño y además, como nos contaba ayer, todos (alumnos y profesora) están intentado trabajar para que ese niño apruebe finalmente.

Cuando dices esto, mucha gente puede pensar que Núria es una profesora “floja”, poco exigente, y sin embargo ella es una de las profesoras que conozco que está en permanente aprendizaje e investigación, por lo que la amplitud con que plantea a sus alumnos la diversidad de tareas es bastante más exigente y requiere de más estrategias que la mayor parte de tareas que propondría un profesor “tradicional” de los que suspenden masivamente, por ejemplo aprobar a un sólo niño de toda una clase (vivido por una de mis hijas recientemente).

¿Y por qué pasa esto? Creo que la diferencia estriba en el enfoque que hagas del aula y de los alumnos. Puedes tratarlos de manera vertical donde tú eres el que estás en la cúspide y tienes todo el saber, y por lo tanto no confías en sus capacidades ni en su aprendizaje. Tú te conviertes en el líder indiscutible que tiene todo el saber y el poder, un poder que es, además, irrevocable y nada negociable. Planteas las tareas de forma estructurada pero no das visión global de objetivos y adquisición de competencias y nuestros alumnos muchas veces no saben para qué están ahí.

Pero también puedes basar tu sistema en una evaluación “confiada”. Es decir, basada en premios, y no en castigos, y además consensuados. El resultado es que los chavales trabajan, aprenden y aprueban. Trabajan más, probablemente, que cuando su profesor les guía de la mano hasta las últimas consecuencias.

Y en todo ese camino utilizas las TIC… y éstas te abren un panorama fundamental para motivar, abrir y generar trabajo para adquirir muchas de las competencias que nuestros alumnos han de adquirir.

¿Y por qué basado en premios? Porque los seres humanos aprenden siempre por refuerzos, pero difícilmente por castigos. El castigo genera indefensión la mayor parte de los casos y poca construcción creativa de conocimiento. El castigo sólo funciona cuando hay una alternativa reforzante y normalmente se nos olvida esta segunda parte. Pero muchas veces en las aulas de secundaria basamos nuestra didáctica (sobre todo para controlar el comportamiento) en penalizaciones, en puntos negativos en lugar de positivos. Y lo de dar positivos nos parece que nos hace ser “blandos”, cuando lo que sucede es que los alumnos comienzan a confiar en tí, y tú puedes confiar en ellos. Y esto es porque son ellos los que tienen en su mano conseguir los positivos, ellos son “autónomos” en la evolución de su propio aprendizaje y esto construye muchas más competencias además de las que el currículum exige.

Y por último, cuando el profesor evalúa está pensando en comprobar cuáles son los aprendizaje obtenidos y el avance de sus alumnos gracias a las tareas y diseño metodológico propuesto. Si éste ha sido bien diseñado por el profesor, consensuado y entendido por los alumnos, éstos tendrán éxito y, por supuesto, el profesor también. Mi opinión es que un profesor que aprueba es un buen profesor, y es competente en su trabajo: enseñar.

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