El castigo como motivador potente

Llevo años trabajando con algunas personas que tienen unas ideas curiosas sobre el castigo y el refuerzo. Y digo curiosas no porque piense que están en otro mundo, sino bien al contrario, porque pese a ser bastante correcto y coherente su planteamiento, lo que veo que sucede en el mundo educativo es lo contrario.

Independientemente de que seguramente sería necesario un reciclaje sobre castigos y refuerzos, que seguramente @gemadp nos podría escribir en su blog, ya que es a quien mejor se lo he visto explicar. ¡Casi he llegado a entenderlo yo! Resulta que vivimos en un mundo donde se utiliza, creo que para motivar, el castigo y la penalización. Lleva bastante tiempo asombrado con el sistema de notas que utilizan los profesores, casi siempre ponen un menos por detrás de un número, cosas como 6-, 7-, 8- e incluso 9-. Es fantástico porque así, incluso se consigue que un “sobresaliente” se perciba como algo negativo. Como medida profiláctica inmediata yo propondría que les bajasen las notas a sus alumnos, y les pusiesen 5+, 6+, 7+ u 8+, que en mi humilde entendimiento creo que numéricamente es prácticamente lo mismo que lo anterior (o desde luego muy, muy cercano) y se va a percibir como algo mejor. O realmente pensamos que las cosas negativas nos hacen motivarnos, esforzarnos más y decir ¡esto lo supero yo!
Es posible que si se utiliza de forma puntual, a lo mejor si, pero realizada de forma metódica continua parece más bien esa tortura de ir dejando caer una gota de agua sobre la cabeza, que al final hace un agujero en el cráneo.
Si eso lo juntamos con un sistema de evaluación totalmente desvinculado del aprendizaje, donde en algunos casos parece que se hace un alarde por parte de los profesores de lo que son capaces de saber ellos (compitiendo, por lo tanto con niños de 13, 14…años), y que por lo tanto suspenden metódicamente a un porcentaje elevado de la clase. El resultado es la indefensión más completa del alumno, y claro está, el fracaso “escolar”.

Me encanta, sin embargo, oir en un webinar de @nuriadesalvador que ella no utiliza los negativos, que el castigo no funciona y que solamente se consigue trabajo y aprendizaje en los alumnos cuando sumamos. Ella tiene a sus alumnos, en un centro con 67% de inmigración trabajando duramente y por lo tanto aprobando (si, increíble, trabajan y eso les lleva a aprobar) todos menos uno. Pero toda la clase está involucrada en que el que suspende consiga aprobar. Es decir, además sus alumnos cooperan y se ayudan y preocupan unos por otros. Y esto ¡En un mundo competititivo!

Veía el otro día un documental (La escuela olvidada) donde una abuela decía que el peor castigo era no ir al colegio. ¿Sucede eso ahora? En absoluto. Porque los centros educativos en general no son centros de aprendizaje sino de evaluación. Con la excusa de que “los niños ya no son lo que eran” les reprimimos antes incluso de llegar, les tenemos etiquetados desde antes de conocerlos. Así luego mi hijo, que es un experimentador nato, me dice hace unos meses que por él no iría al colegio. Bueno, en realidad me dijo que no le importaría ir al San Félix, de Candás, ya que conoció hace 4 años su proyecto y percibe que así si que se aprende.
Y eso en definitiva es lo que ellos quieren…aprender.
¿Es el sistema educativo actual capaz de proporcionárselo de forma general y no solo con excepciones de centros o docentes?