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…la vida en salsa

ago
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Esta mañana me levanté muy temprano  con la intención de vivir. De vivir a pesar del panorama gris que tenemos encima de las cabezas:  futuro difuso, incertidumbre generalizada, puesta en cuestión de logros sociales conseguidos en las últimas décadas con enormes sacrificios, corrupción política, especulación inmobiliaria, futuro hipotecado con una deuda pública que obligará al Estado a recortar, lógicamente,  el bienestar de las clases trabajadoras…. A pesar de todo esto, me he levantado con la intención de vivir.

He pensando que este día no me lo va a quitar nadie, y sabía que dependería  de mí exclusivamente, siempre que gestionara inteligentemente todo lo que tenía a mi favor.

Decidí que la mejor celebración de la vida la podíamos hacer compartiendo una comida que nosotros mismos elaboráramos desde la tienda hasta la mesa. Con esa idea en la cabeza me encaminé hacia mi mercado y, una vez  en la plaza Larga del Albaicín, me encontré con la primera sorpresa: ¿donde está el puesto  de La Trini?, donde su Paco y sus niños, y toda la ristra de personajes y colores que generan con su movimiento?. Después de no muchas indagaciones supe que la ausencia se debía a la definitiva ausencia de su hermano Juanillo, emblemático gitano y figura indispensable  del Camino del Sacromonte, como así rezaba en el noticiero que pude leer mientras daba cuenta   de un café doble en “el Aixa”, contemplando el panorama de un viernes de agosto desde  su estratégica ventana . También daban cuenta de la defensa y dignificación  que, a lo largo de su vida, Juan llevó por bandera de la raza gitana. Así constaba en el obituario del Ideal de Granada, y así sonaba en “el run run  de la Plaza Larga“, hoy más corta que nunca por el vacío inabarcable  que ocasionaba la ausencia de  la gitana y su puesto.

Ante esta situación inesperada, he resuelto acercarme por vez primera al puesto contiguo  al  de la Trini (nunca antes lo había hecho, seguramente por mi histórico de tendero, y por entender la lealtad entre vendedor y cliente de manera un tanto rígida), y merqué, vaya que si merqué: tomates maduros, lechugas, cebolletas (cebolla fresca), ciruelas blancas y negras y unos poquitos melocotones, además de unos cuantos limones bien lustrosos.  No he notado grandemente la  diferencia en la mercancía, donde si la noté fue precisamente en la nota. En este caso sale expedida de un diabólico peso que nada tiene que ver con las herramientas de la Trini,  y mucho menos con sus ilegíbles anotaciones en un trozo de papelillo que le da al cliente, pienso que con la única intención de hacerle ver que efectivamente todo se pesa y nada se pasa, y que en función de lo que pese y del precio por kilo, el resultado es la cuenta total que te entrega en una hoja de libretilla de muelle que solamente entiende ella.

Si pasas por la Plaza de martes a sábado, y te encuentras con el puesto de frutas y verduras de la Trini, compres lo que compres-mucho o poco, caro o barato-siempre te cobrará 6 euros con 25 céntimos, pero lo mejor de esta historieta, y la segunda sorpresa, es que cuando le he preguntado por la cuenta a la vecina de la Trini, ha sacado el papelito de la máquina y arrojaba la mágica cifra de 6 euros con 25 céntimos. Extraordinario.

Como ya tenía en la cabeza lo que avíaría de comida,  de vuelta a casa por la calle Panaderos, pasé por la tienda de Luís y por la panadería, y me hice con dos bollillos de pan gallego y vino blanco para el guiso.

Ya en la casa conseguí asociarme con mi Antonio y hemos repartido las tareas hasta conseguir un resultado razonablemente gustoso, una carne con salsa de tomate de la que no ha quedado muestra alguna, excepto las fotos que hemos ido haciendo mientras la elaborábamos.

Ingredientes para tres personas:

6 filetes (cortados gruesos) de ternera o cerdo

2 kilos de tomates maduros

1 cebolleta

1/4 de setas (también valen los champiñones)

1 vaso de vino blanco

1 limón estrujado

Sal, la punta de una cucharita de canela, una ramilla de romero y otra de tomillo.

Aceite de oliva virgen extra (mejor cuanto más sepa a aceite)

Tiempo aproximado: 40 minutos

Elaboración:

Lo primero que hago es rehogar la carne en una sartén antiadherente hasta que reduzca y pierda la apariencia de cruda.  Seguidamente la retiro en un recipiente sobre un papel de cocina para que pierda la grasa sobrante. También se puede hacer pasándola primero por harina y sumergiéndola posteriormente  en aceite fuerte, escasísimo tiempo hasta conseguir el mismo resultado que el anterior. Nosotros elegímos la primera opción para que sea un poco más ligero.

La cebolla, cortada en juliana, se vierte en la olla rápida y con tres cucharadas de aceite se pocha antes de añadirle el tomate picado y sin piel. Cuando el jugo de todo ello empiece a pompear añadimos la carne, el vino, un vaso de agua, sal, la puntilla de canela, las ramillas de romero y de tomillo y el jugo del limón estrujado. Tapamos la olla, y una vez suban los anillos del vapor, bajamos el fuego hasta el núm. 2,  y aguardamos 8 minutos para el cerdo y 12 ó 14 para la ternera.

Mientras esto ocurre rehogamos las setas en una sartén y las sazonamos convenientemente. Se sacan en recipiente a parte,  se escurre la grasa sobrante igual que hicimos con la carne, y se vierten en la olla una vez transcurrido el tiempo de cocción. Cerramos de nuevo la olla (previamente hemos comprobado que la carne está tierna y hemos movido el contenido para que se liguen los productos que darán sentido a nuestro plato), y ahora, por último, mantendremos los anillos arriba en el nún. 2 del fuego no más de tres minutos.

Mientras escribía la receta y el modo de llevarla a cabo he vuelto a vivir, más bien a revivir. Revivir los comentarios de mi  Antonio, los olores, los sonidos de la calle, la luz, el calor, el color, el sabor y sobre todo la certeza de que mientras pasaba todo esto… estoy vivo y viviéndolo a calzón quitado.

Si además, como te digo, el guiso estaba rico… qué más puedo pedir?. Nada, no pido nada, sólo no distraer la capacidad que está en mi mano de crear muchos más momentos de vida como el de la carne en salsa…   (o el de la vida en salsa…)

One Response to “…la vida en salsa”

  1. gema dice:

    Lo he visto, lo he sentido y oído, el ruido de la Plaza Larga y la ausencia de Trini… También he olido los aromas de vuestra cocina… Muchas gracias por acercarme al Albaicin!

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