Menuda fiesta

Me dijiste que era mejor en sábado, pero después supe que era para engañarme, la fiesta ya estaba montada ese viernes, después de tanto tiempo, meses de preparación, esa noche me ibas a dar una gran sorpresa.

He visto después tu nerviosismo, te imagino tumbada en la cama el día anterior sin poder dormir como siempre que preparabas algo especial. Como cuando vivíamos juntas en casa de papá y mamá, me acuerdo de tus preparativos cuando te ibas a ir de viaje. Sacabas la ropa y la lavabas, planchabas y doblabas antes de meterla en la maleta. La dejabas un rato antes encima de la cama, y a mí me gustaba mirar lo ordenadita que dejabas la ropa antes de guardarla. Yo nunca he sido capaz de hacerlo igual, yo cojo la ropa y la meto directamente en la maleta, la doblo mucho más deprisa y voy rellenando los huecos, así que al final la ropa termina arrugada.

Me pregunto cuántas veces comprobarías que todo estaba listo para mi fiesta, y sonrío al imaginarte llamar varias veces a Luis y repasar con él los detalles.

Cómo sabías que me iba a encantar una fiesta así, no dudaste ni un momento en organizarla porque sabes que me apasionan las fiestas. Lo sabes porque me conoces, eres una de las pocas personas. Tantos años compartiendo habitación hace que sepamos mucho la una de la otra. Como cuando me contabas historias de miedo y abrías mucho los ojos.

- Y entonces cuando la chica llega a la casa, de repente se abre la puerta del armario y empieza a girar todo lo que hay dentro, te mueres del susto.
- ¡No me mires con esa cara que me da miedo!
- ¡Qué cara! Ya no te cuento más, sólo una cosa. Resulta que es que la casa la habían construido encima de un cementerio…

Te encantaba contarme historias de mayores, al abrir tanto los ojos a mí me daba miedo, pero a ti te daba risa. El día que te fuiste de casa me sobraba espacio, y sentí que usurpaba tu espacio dentro de la habitación.

Aunque para usurpar, tú y los otros tres entrando en mi casa a la caza y captura de las fotos, yo es que me parto, imagino que pasasteis un rato inolvidable. Yo no noté nada cuando volví, menudos cómicos estáis hechos. Desde ocho meses antes preparándolo y yo ni enterarme. Me acuerdo el día de Reyes que me dijiste que no celebrara la fiesta en viernes porque tú estarías muy cansada. Y yo me lo tragué, preparé todo para el sábado, envié las invitaciones a mis amigos, reservé el local, hasta me compré un vestido. El viernes lo reservé para ir con Luis a cenar, claro, tú eso ya lo sabes porque lo habíais planeado los dos. Pero antes de cenar me llevó a tomar un vino al local de la fiesta, para ir ultimando los detalles, me dijo. ¡Qué sorpresón cuando os vi a todos allí!, si estaban hasta papá y mamá. Y tú, claro, con una sonrisa de oreja a oreja. Imagino que debió ser la culminación de un sueño que te duraba ya ocho meses, supongo que por fin pudiste demostrarme que yo seré tu hermanita siempre, a pesar de la distancia.

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