¿Y los hombres?

¿Sabías que han muerto 29 hombres a manos de sus mujeres? ¿Y esos hombres que se quedan sin ver a sus hijos y encima pagan más en un divorcio? ¿Luego pedimos igualdad cuando estamos discriminando al género masculino?

 

Esta clase de preguntas y muchas parecidas son las que me han lanzado a escribir. Llevo un tiempo escuchando y leyendo este tipo de indignaciones y, la verdad, es que me cuesta reaccionar de manera serena.

 

Para empezar, me gustaría aclarar que no se puede meter en el mismo saco sentencias de divorcios, violencia de género, micromachismos, etc. Si, todo forma parte de la sociedad machista patriarcal que nuestra cultura ha creado para nosotros, pero son diferentes conceptos.

El machismo afecta tanto a hombres como a mujeres y, muchas veces, cuando se les llena la boca de acusaciones a aquellos que pedimos una sociedad feminista, se les olvida parar un segundo, solo uno, y reflexionar sobre ello. Una sociedad feminista no implica una supremacía de la mujer, no implica que el hombre tenga que “obedecer” las leyes de la mujer. El feminismo no implica darle la vuelta a la tortilla y hacer pasar al hombre por todo lo que las mujeres hemos pasado durante años. El feminismo implica una sociedad libre de mejores y peores, libre de desigualdades laborales, acoso escolar, de roles, una sociedad libre de violencia —en todos sus ámbitos—.

Cuando analizamos cada una de las situaciones por las que pedimos igualdad, nos damos cuenta de que tanto ellas como ellos sufren las consecuencias de nuestra cultura. Si, es cierto que un padre puede llegar a tener menos derechos que una madre en un divorcio, pero esto sigue siendo una consecuencia del machismo, ya que, la madre es la que siempre se ha hecho cargo de los hijos (al igual que del hogar, la limpieza, la cocina, etc.) y el padre es el que llevaba el dinero a casa. Pero también es cierto que ciertos padres, debido a esa cultura machista, dejan de ver a sus hijos y deciden tan solo pagar una pensión alimenticia, o ni siquiera eso. En cualquier caso, esa decisión la tiene un juez y cada juicio es diferente porque no todas las familias son iguales.

Tampoco se puede relacionar estas sentencias judiciales con la Ley de Violencia de Género, ni agrupar los asesinatos de hombres con la violencia a las mujeres. Eso es simplemente una excusa para evitar el gran problema que se quiere erradicar, y es que son demasiadas las víctimas de maltrato por la supremacía masculina. Con esto no insinúo que esté bien asesinar a tu pareja masculina, es igualmente un delito, solo digo que nos dejemos de excusas, ya que, a nadie se le ocurre contestar con un “si pero ¿y los niños asesinados por sus padres?” a un comentario sobre violencia de género.

 

Lo que tenemos que observar es que todos los casos son consecuencia de la sociedad patriarcal y que solo con la lucha por la igualdad podremos conseguir que ambos géneros tengan los mismos derechos, libertades y respeto. El gran problema está claro, vivimos inmersos en un círculo del que no vamos a salir hasta que digamos “¡Hasta aquí!” basta de desigualdad, luchemos por un mundo feminista, porque el feminismo es para todos.

¿Y los hombres?

¿Sabías que han muerto 29 hombres a manos de sus mujeres? ¿Y esos hombres que se quedan sin ver a sus hijos y encima pagan más en un divorcio? ¿Luego pedimos igualdad cuando estamos discriminando al género masculino?

 

Esta clase de preguntas y muchas parecidas son las que me han lanzado a escribir. Llevo un tiempo escuchando y leyendo este tipo de indignaciones y, la verdad, es que me cuesta reaccionar de manera serena.

 

Para empezar, me gustaría aclarar que no se puede meter en el mismo saco sentencias de divorcios, violencia de género, micromachismos, etc. Si, todo forma parte de la sociedad machista patriarcal que nuestra cultura ha creado para nosotros, pero son diferentes conceptos.

El machismo afecta tanto a hombres como a mujeres y, muchas veces, cuando se les llena la boca de acusaciones a aquellos que pedimos una sociedad feminista, se les olvida parar un segundo, solo uno, y reflexionar sobre ello. Una sociedad feminista no implica una supremacía de la mujer, no implica que el hombre tenga que “obedecer” las leyes de la mujer. El feminismo no implica darle la vuelta a la tortilla y hacer pasar al hombre por todo lo que las mujeres hemos pasado durante años. El feminismo implica una sociedad libre de mejores y peores, libre de desigualdades laborales, acoso escolar, de roles, una sociedad libre de violencia —en todos sus ámbitos—.

Cuando analizamos cada una de las situaciones por las que pedimos igualdad, nos damos cuenta de que tanto ellas como ellos sufren las consecuencias de nuestra cultura. Si, es cierto que un padre puede llegar a tener menos derechos que una madre en un divorcio, pero esto sigue siendo una consecuencia del machismo, ya que, la madre es la que siempre se ha hecho cargo de los hijos (al igual que del hogar, la limpieza, la cocina, etc.) y el padre es el que llevaba el dinero a casa. Pero también es cierto que ciertos padres, debido a esa cultura machista, dejan de ver a sus hijos y deciden tan solo pagar una pensión alimenticia, o ni siquiera eso. En cualquier caso, esa decisión la tiene un juez y cada juicio es diferente porque no todas las familias son iguales.

Tampoco se puede relacionar estas sentencias judiciales con la Ley de Violencia de Género, ni agrupar los asesinatos de hombres con la violencia a las mujeres. Eso es simplemente una excusa para evitar el gran problema que se quiere erradicar, y es que son demasiadas las víctimas de maltrato por la supremacía masculina. Con esto no insinúo que esté bien asesinar a tu pareja masculina, es igualmente un delito, solo digo que nos dejemos de excusas, ya que, a nadie se le ocurre contestar con un “si pero ¿y los niños asesinados por sus padres?” a un comentario sobre violencia de género.

 

Lo que tenemos que observar es que todos los casos son consecuencia de la sociedad patriarcal y que solo con la lucha por la igualdad podremos conseguir que ambos géneros tengan los mismos derechos, libertades y respeto. El gran problema está claro, vivimos inmersos en un círculo del que no vamos a salir hasta que digamos “¡Hasta aquí!” basta de desigualdad, luchemos por un mundo feminista, porque el feminismo es para todos.