Tecno-adicciones y otras hierbas

El pasado 17 de septiembre El Confidencial publicó un reportaje sobre Niños adictos a la Blackberry en el que tuve la oportunidad de participar como “experta” en el tema. El títular era ese y el subtitular: “No es recomendable que los menores de 17 años tengan su propio dispositivo” y exponía dos posturas contrapuestas aunque no tan diferentes como veremos a continuación. En cualquier caso no me considero “tecnófila” como me presentan en el artículo, si no más bien preocupada e interesada en los procesos de cambios y adaptación.

El artículo expone que también los dispositivos electrónicos móviles pueden generar adicciones igual que las sustancias consideradas adictivas hasta ahora. Y efectivamente es así, pero esto no va relacionado con el uso que normalmente vemos a nuestros jóvenes hacer. La ausencia de límites en general conlleva muchos trastornos para los niños, tanto si usan o no móviles, blackberrys, iPhones… Hay una serie de repertorios fundamentales que el ser humano debe aprender para tener una adecuada adaptación a la sociedad, como por ejemplo horarios, límites,  consecuencias a su comportamiento, recibir y expresar afecto,  resistencia a la frustración, demora del refuerzo… y si somos capaces de enseñar todos estos repertorios y algunos más a nuestros infantes, seremos capaces de hacerles ver que no pueden depender de ninguna sustancia ni ningún dispositivo para ser felices.

Los cambios generacionales en general se llevan mal. Esta mañana en el vestuario de la piscina escuchaba como dos mujeres comentaban que los niños de ahora no quieren aprender, que no sienten curiosidad, y que es importantísimo el clima de cultura que se viva en las casas. Son comentarios demasiado serios, si el ser humano está llegando a no querer aprender estamos completamente sentenciados a la extinción como especie. Por otra parte, nunca ha existido tanta cultura en las casas como ahora, por lo menos en mi ciudad. Yo recuerdo mi infancia y mi adolescencia (y no es que sea una jovencita precisamente) y sé que en mi casa la cultura estaba restringida, no porque mis padres no quisieran si no porque no podían, porque el entorno educativo era muy diferente, porque nuestros padres bastante tenían con suministrarnos el acceso a la educación-cultura que ellos no pudieron tener en muchos casos. Y esto se traducía en enciclopedias de 50 tomos con el saber estático y, en algunos casos, doctrinario. Se traducía después en algunos programas educativos que podíamos ver con cuentagotas, y quien tuviera suerte, quizás, podría tener algún padre, madre o hermano mayor que le ayudara con los deberes aunque esto era en contadas ocasiones. ¿Recordamos con nostalgia esta época? ¿o es que estamos absolutamente perdidos con la generación que nos acompaña ahora? ¿Creemos que éramos mejores o teníamos menos riesgos? Durante mi adolescencia el riesgo a consumir drogas en edades tempranas era real, existían también (como ahora) y además teníamos mucha menos información tanto padres como hijos. No por eso nos hicimos todos drogadictos.

¿Y queríamos aprender? ¿O teníamos que aprender? Era una deuda con tus padres, con la sociedad, con tu entorno, con tu generación. Pero evidentemente, tampoco esto era para todos.

Vivimos una etapa magnífica para el saber, tenemos una generación magnífica para el aprendizaje, pero tenemos muchos miedos y muchos prejuicios. Demasiada nostalgia de tiempos pasados que nos impide desarrollar la creatividad para explorar nuevos lugares, nuevos métodos, nuevos escenarios para la generación actual que se caracteriza por formas diferentes de aprendizaje, de relacionarse con el entorno. Es una generación muy motivada para el aprendizaje, al contrario de lo que mucha gente se empeña en hacernos creer.

Sin embargo, es una generación con poca orientación justamente porque sus adultos (nosotros) nos empeñamos en no quererlos conocer. Queremos que sean como éramos nosotros, nos extrañan sus formas de reaccionar, y nos molestan. Y como no sabemos, les dejamos hacer. Y como TODOS lo hacen, no se nos vaya a frustrar, hay que dejarles hacer lo que hacen todos. Y ahí sí que existen riesgos de adicciones o determinados comportamientos que les impida desarrollarse adecuadamente. Han de plantearse los límites también con las tecnologías móviles, hay que mostrarles lo absurdo de sus comportamientos (cuando se den). Pero hemos de mentalizarnos de que las tecnologías móviles o no, tienen mucho de positivo para que ellos quieran aprender también.

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Las adicciones existen, normalmente motivadas por la ausencia de aprendizaje de diferentes repertorios. Una Blackberry por supuesto que tiene riesgos de generar adicciones, pero no todos los niños con BB son adictos. Ni tampoco lo son los que continuamente consultan sus mensajes o, incluso, participan de una reunión liderada por estos aparatitos con sus amigos. La adicción la define el comportamiento que se da cuando no existe el elemento adictivo, si a esos niños les quitamos la BB u otro de los dispositivos móviles a los que están enganchados, manifiestan síntomas de un síndrome de abstinencia (irascibilidad, ansiedad, obsesión, …), en definitiva muestran dependencia y pérdida de control sobre el dispositivo. Y esto se puede dar, pero no creo que el hecho de prohibir y limitar la edad de acceso sea la solución. Creo que la solución se ha de dar durante toda la vida del individuo. Enseñamos y orientamos desde que nacen, y no hemos de dejar de hacerlo con ninguna de las cosas que se encuentren en el camino, ni con los aparatitos, ni con las sustancias, ni con las personas. Es una educación del carácter, de saber decir no, de tener autocontrol.

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Poner límites de edad sólo provoca que los niños tengan la necesidad de mentir, como pasa con las redes sociales (¿cuántos niños tienen tuenti o facebook con 12 años?), a sabiendas de los padres que lo consideran normal. ¿Alguna vez nos hemos planteado que permitir que un niño mienta sobre su edad en las redes, está enseñándole a mentir en otros sitios? Quizás sólo estamos centrándonos en el aparato (BB, iPhone, iPod, móvil) en lugar de en lo que no se ve. Quizás estamos dejando de hacer algunas cosas que como sociedad deberíamos hacer, como enseñar a utilizar las cosas, y a prevenir la aparición de conductas dañinas y poco saludables.

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Las tutorías: ¿plan o intervención?

Este verano estoy leyendo noticias sobre la nueva actuación del Gobierno de la Comunidad de Madrid sobre las tutorías. Parece que como nos faltan horas para dedicar a las matemáticas (o el inglés, o la lengua…) hemos de dedicar las que teníamos para llevar a cabo parte del Plan de Acción Tutorial y que se realizaban con el grupo. Según la Consejería, no se eliminan las tutorías, que ahora se llevarán a cabo de forma individual con cada alumno, en horario extraescolar y además serán remuneradas para el profesor!!

El problema no es cómo voy a conocer, yo como docente, a mis alumnos. El problema es que no sabemos en qué consiste el Plan de Acción Tutorial, y es que esto es más, mucho más, que simples horas dedicadas a hablar con los alumnos. Como su propio nombre indica es un plan, un conjunto de acciones que tienen como objetivo integrar a los alumnos en el proceso educativo en su conjunto: sí, también el social, grupal, de conocimiento mutuo entre compañeros y entre profesores y alumnos.

Como formadora, llevo impartiendo el módulo de Acción Tutorial ya casi once años por petición expresa de muchos centros en los que trabajo, me pregunto qué estarán pensando estos centros (sus profesores y directores) sobre esta nueva decisión. Muchos de los docentes con los que trabajo se quejan de falta de tiempo para poder enseñar a sus alumnos a trabajar en equipo, a prevenir conflictos, a crear nuevos escenarios para el aprendizaje. Y eso ahora que todavía hay tutorías.

Pero veamos un poco más en profundidad qué es la Acción Tutorial. La tutoría se conceptúa como una forma esencial y básica del ejercicio orientador a nivel de aula. Un instrumento útil y productivo al servicio del proceso educativo del alumno.

Las características de la ACCIÓN TUTORIAL son:

  • Continua.
  • Que implica a profesores, escuela, familia y medio social.
  • Que atiende a las particularidades de cada individuo.
  • Que proporciona al alumno la capacidad para su auto-orientación.

El tutor se erige como el responsable directo, junto con el Orientador de Centro de la labor de “educar para la vida”. La relación entre el Orientador y el Profesor-Tutor se establece en términos de un trabajo en equipo, que proporciona asesoramiento mutuo y se realiza de forma continuada.

Las funciones del tutor abarcan tres ámbitos fundamentales:

  • Alumnos
  • Padres
  • Otros profesores

E implica los siguientes ámbitos de actuación:

  • Desarrollo del autoconcepto
  • Relaciones interpersonales
  • Habilidades sociales
  • Clima de clase e integración grupal
  • Desarrollo de las competencias básicas
  • Habilidades de la vida
  • Habilidades para el estudio
  • Dificultades de aprendizaje

Así de modo sintético, esto es lo que significa la Acción tutorial y ahora pregunto, ¿creen que todo esto se puede llevar a cabo con entrevistas personales e individuales con los alumnos, padres o compañeros? ¿cómo voy a enseñar Habilidades Sociales si no tengo al grupo para entrenarlas? ¿cómo voy a desarrollar el trabajo para la mejora del clima de clase o integración grupal?

Ya era una asignatura pendiente, esto de las tutorías, muchos tutores dedican las horas de tutoría para dar su materia y esto es grave. Estos niños, los de la ESO, están en una fase fundamental de su vida a nivel madurativo y de desarrollo. Las familias somos importantes, pero los profesores, el centro educativo también lo son. Desde mi punto de vista, eliminar las tutorías o hacerlas tal y como propone la Consejería a nivel individual, es lo mismo que si un padre decidiera que no va a charlar durante la cena con sus hijos, ni va a ver qué tienen que hacer de tareas, ni trabajan valores de convivencia con los hermanos, y solo interviene cuando surge un problema y sólo si el hijo acude a solucionarlo… vamos, lo mismo que reprocha la sociedad a los padres en este momento, lo que se dice que está haciendo la familia: desatender su labor educativa.

¿Por qué la escuela secundaria puede desatender su labor educativa? ¿por qué le damos más importancia a las matemáticas, la lengua, el inglés? Nuevamente el problema es que estamos centrando la misión del centro educativo en el currículum rígido y parcelado, y no está apostando por nuevas metodologías, globales, capaces de generar dinámicas grupales de aprendizaje de todas las áreas del conocimiento.

Aunque ya lo vimos en este blog, vuelvo a remitirme a la excepcional charla de Sir Ken Robinson en el TED que para mí es inspiradora y reveladora sobre cuál debería ser el modelo o modelos hacia los que deberíamos tender como educadores. Estamos dejando de hacer muchas cosas, las fundamentales, para centrarnos en crear alumnos con un currículum único que tiene un peso diferente según materias. Igual que si un padre sólo se centrara en alimentar y vestir a sus hijos, sin configurar su personalidad.

Desde mi punto de vista, eso no es mejorar la educación, pero sólo es mi opinión.

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Notas finales, ¿vacaciones?

Voy a dedicar esta entrada a mis hijas de 14 años, porque ya están en la ESO, porque ya han aprendido a suspender, porque ya han aprendido a bloquearse en los exámenes y a saber lo que son las etiquetas invisibles que nos coloca la gente. Porque son casi Adolescentes, porque están en riesgo de formar parte del porcentaje de chavales que “fracasan” en los estudios convirtiéndose en personas con un futuro limitado, al menos desde un punto de vista académico.

Y voy a empezar colgando este vídeo porque creo que introduce muy bien el sentimiento de ansiedad que yo, como madre y también como profesional, he sentido y sigo sintiendo frente a ESO que se supone que nuestros hijos tienen que superar.Imagen de previsualización de YouTube

Después del ver el vídeo deberíamos preguntarnos ¿por qué?, ¿por qué todos esos chicos se aburren en el aula? ¿por qué todos esos profesores se aburren de su trabajo? ¿por qué todos ellos fracasan en el objetivo de enseñar y aprender? Mis hijas de 14 años son dos niñas estudiosas, responsables, alegres y con energía para estudiar ESO y más cosas como música o teatro e, incluso, algún deporte. Pero desde hace dos años, desde que pasaron a ser estudiantes de secundaria, sienten que no llegan a conseguir los objetivos que les ponen sus profesores, suspenden, sí, pero estudiando, y esto es lo más sorprendente. Ahora ha terminado el curso, pero alguna que otra asignatura ha quedado pendiente para septiembre, cosa que es la primera vez que sucede y que les ha supuesto mucho estrés. Aunque sus profesores les transmiten un mensaje de tranquilidad, “no pasa nada, en septiembre lo vas a conseguir y además con nota!” Y yo me pregunto, si va a sacar nota en septiembre ¿por qué no lo pueden sacar en junio? Y lo que me parece todavía más curioso, ¿por qué saben que lo conseguirá basándose en un examen? Todos sabemos que los exámenes son pruebas de un momento, de un día, de una hora. No es lo mismo hacer un examen a la semana que dos exámenes diarios, tampoco es lo mismo hacer un examen a las ocho de la mañana que a las dos de la tarde. Pero sobre todo, ¿ por qué damos tanta importancia a los exámenes como métodos de evaluación? Me gusta esta entrada en este blog, “El Adarve”, porque me siento completamente identificada con el sufrimiento, como madre, pero también como profesional relacionada con formación del profesorado, con educación, con innovación. Sinceramente, creo que falta mucho, mucho todavía para que hablemos de innovación en el aula por muchas pizarras digitales que coloquemos y nuestros alumnos vayan cargados con ordenadores portátiles en lugar de libros. Falta mucho porque todavía no nos hemos metido a fondo con la Evaluación, nos falta seguridad para poder decidir que no necesito exámenes (o al menos sólo exámenes) para poder medir las competencias de mis alumnos. Nos falta valor para acercarnos de verdad a la evaluación, ¿quizás porque no queremos ver el reflejo de nuestra propia competencia como enseñantes?

Hablamos de competencias, pero cuando decimos esta palabra siempre nos referimos a los alumnos, las competencias básicas que nuestros alumnos tienen que tener. Pero, ¿y las competencias docentes? Muchas veces tengo la sensación de que los docentes no quieren formarse para adquirir dichas competencias, la mayor parte de las veces lo hacen para obtener alguna certificación pero luego siguen replicando una y otra vez el mismo método, la misma forma de exponer (que no de enseñar), la misma forma de evaluar o, mejor dicho, de examinar.

Le dedico esta entrada a mis hijas para decirles además, que me encantan las competencias que ya tienen adquiridas: las de la responsabilidad, el interés, el esfuerzo, el compañerismo, la amistad, el juicio crítico (no todas ellas adquiridas en la escuela, por cierto). A ellas y a muchos otros chicos, les envío muchos ánimos para los cursos que aún les quedan, pero sobre todo muchos ánimos para todo lo que les queda por hacer en la vida y que será lo que ellos quieran hacer.

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¿Bailamos?

Estamos llegando a la recta final del curso, un curso más, un año más con resultados muy parecidos. Observo los foros, las redes, tanta innovación que se supone que estamos arrancando no se refleja después en los alumnos. Éstos siguen contando los días hasta el final del curso, centrados en terminar cuanto antes los exámenes y por fin disfrutar de sus vacaciones. Y esto se repite un año tras otro, pasando de curso sin detenerse apenas en lo que la escuela les está ofreciendo, aunque quizás no les esté ofreciendo tanto…

Es muy interesante leer en las redes el movimiento que están causando las TIC, cualquiera que no esté día tras día observando el panorama pensaría que estamos avanzando mucho, cambiando paradigmas, estrategias, innovando de verdad. Sin embargo tengo la impresión de que es tan solo una línea débil, que se mantiene gracias a los que estamos mirando lo que pasa en estos medios. La otra línea, la más fuerte, paralela a esta, es la de los profesores estresados porque los niños les faltan el respeto en el aula, estresados porque se acerca la evaluación final y hay que corregir exámenes, alumnos estresados porque tienen que aprobar, padres y madres preocupados porque sus hijos aprueben… En fin, ¿que donde está la innovación? Que está muy bien que haya iniciativas de algunos profesores, eso es mejor que nada, pero ¿dónde está el proyecto de cambio real?,¿ cuándo vamos a conseguir que cambien realmente las estructuras de los centros?, ¿cuándo vamos a sacar la escuela a la calle?

Igual que en este vídeo, donde la Filarmónica de Copenhage sale a la calle y toca el Bolero de Ravel en la Estación Central, la escuela debería romper sus muros, integrarse en su entorno y mostrar a los alumnos la vida. Hacer que éstos no estén contando los días para salir de la escuela porque la escuela esté dentro de sus días, en sus vidas, en sus calles. Y esto no se consigue con algunas experiencias aisladas, se consigue realizando un verdadero pensamiento grupal. De nada serviría que uno de los músicos de la Filarmónica saliera a la calle a tocar, sería un músico más, un buen músico más, de los que tocan en la calle y quizás no nos pararíamos a mirar (como podemos ver en este vídeo en el que Ara Malikian, probablemente uno de los violinistas mejores, sale a tocar en el metro y recibe muy poca atención). El impacto de la Estación Central de Copenhage reside en el grupo, en la orquesta. Es más difícil hacer que se oiga nuestra voz si somos uno, la fuerza del grupo es más potente.

Así debería ser en educación, romper de una vez el trabajo individual, ponernos a trabajar en grupo para generar proyectos de cambio. Todo cambio pasa por un proyecto, un propósito para generar objetivos y acciones encaminadas a conseguirlos. Los centros siguen reproduciendo los modelos burocráticos exigidos por las administraciones, dejando el papel de la innovación en los profesores, y éstos hacen lo que pueden y/o lo que quieren, y no se les oye tanto como sería deseable.

Para producir una auténtica innovación hay que juntar a la orquesta, que cada uno aporte lo que sabe “tocar”, y que comience a sonar. Y para comenzar hemos de tener la “partitura”, para saber cuáles son los pasos que hemos de dar. De ahí la importancia del Proyecto para integrar cualquier cambio, pedagógico, tecnológico, arquitectónico… primero pensamos, consensuamos y, después, actuamos. Hacer un proyecto que contemple a todos los actores implicados, que sea capaz de sacar el partido de cada uno de ellos, profesores, equipo directivo, familias, alumnos, personal no docente… todos los que trabajamos por y para la educación. Los que queremos que el cambio llegue, los que queremos que el aprendizaje no se base exclusivamente en exámenes y pruebas de nivel. Todos los que deseamos que nuestros niños y  adolescentes no tengan ganas de que suene el timbre de salida del cole para poder “hacer su vida”.

Cada vez es más urgente mediar en este divorcio entre la escuela y la vida, y conseguir que vuelvan a ir de la mano. Romper de una vez con el modelo industrializado de la escuela de timbres, planificaciones y exámenes, y avanzar hacia una escuela activa del conocimiento.

Conocimiento como “hechos o datos de información adquiridos por una persona a través de la experiencia o la educación, la comprensión teórica o práctica de un tema u objeto de la realidad”.

Y existen herramientas que intentan llevar la realidad a la escuela, que pueden llevar la realidad a la escuela, pero ¿por qué no llevar también la escuela a la realidad? Las TIC nos permiten lograrlo, pero nos falta lo más importante que es dar el salto hacia un proyecto realmente innovador.

¿Qué me dices? ¿te animas a bailar conmigo?

Por una escuela innovadora:

Fundación Siglo22: http://fundacionsiglo22.org

Centros en Red: http://siglo22.net/enred

Descubre quién eres y apórtalo al mundo

Hace tiempo que quería colgar este vídeo que me enviaron de Joan Antoni Melé, subdirector general de Triodos Bank, banca ética.

Hoy consigo colgarlo y me gustaría que lo escuchárais varias veces, hay mucho contenido en él, mucho contenido que nos hace pensar sobre el papel que estamos jugando en nuestra sociedad actual. Con respecto a muchos aspectos, economía, política, educación, pero sobre todo con respecto a nuestra contribución para la paz. No estamos siendo conscientes, o no queremos serlo, pero nuestra pasividad frente a lo que dictan los mercados, nuestra incomprensión o comprensión del mundo como un lugar salvaje en el que sólo gana el individuo y no el colectivo humano.

Este hombre nos habla de elecciones personales, de elegir ser humano frente a ser animal, dejar los instintos y las bajas pasiones, para elegir hacer una elección de nuestro destino como especie, con responsabilidad y compromiso por la paz. Una apuesta por la bondad. Y resalta algo muy interesante: el gran capital con el que cuenta el hombre por primera vez en el mundo que es el conocimiento, la inteligencia y poder. Teniendo por primera vez mucho conocimiento y poder, el mundo está cada vez peor. Y es que no entendemos que lo que hace uno sólo de nosotros afecta al resto, no entendemos que formamos parte de un “organismo global”, y que si una parte está enferma, afectará a todas las demás partes.

Y me quedo con la parte que más me ha emocionado: lo que debemos transmitir a nuestros hijos, lo que debemos enseñar, a descubrir sus capacidades para aportarlas al mundo para mejorarlo y no tanto a competir con otros para mejorar sólo uno mismo a costa de los demás. En sus propias palabras “no transmitir más miedo a nuestros hijos de que tienen que ganarse la vida, tenemos que decirles: descubre quién eres y apórtalo al mundo”.

Por último, y porque su exposición es más interesante que cualquier cosa que pueda escribir yo, lo más importante, poder mirar a nuestros nietos un día y decirles que intentamos cambiar el mundo, que intentamos un lugar mejor para ellos, un lugar de paz, aunque no lo consiguiéramos, antes que tener que soportar la vergüenza de mirarles a los ojos y decirles que ni lo intentamos.

¿Necesitamos excelencia o revolución?

Ayer uno de mis alumnos comentó que estaba llegando a la conclusión de que en educación lo que estábamos necesitando era una revolución. Lo decía reflexionando sobre un tema del que ya hemos hablado en este blog, la evaluación en nuestro sistema educativo. Hablábamos de la desconexión que existe, sobre todo en secundaria pero cada vez más en primaria, entre lo que el alumno sabe porque aprende y lo que el alumno hace después en los exámenes. Hablábamos de la “indefensión aprendida” a la que muchas veces llegan nuestros alumnos sumidos en un entorno donde han perdido la ruta por la que llegar al éxito académico. Y es que quizás, sólo quizás, nosotros no sabemos qué es el éxito académico tampoco.

Por la tarde encontré este reportaje sobre la educación en Finlandia, en el que el autor acompaña a un chaval “normalito” en Finlandia en un día cotidiano y lo compara con un día cotidiano de un chaval “normalito” en España, su propio hijo. La verdad, y aunque ya sea un tema muy repetido y comentado, ¿realmente estamos siendo conscientes de lo que supone esa comparación? Si leemos atentamente el texto en Finlandia no hay ningún curso de “excelencia” porque todos son excelentes. No existe discriminación a favor de unos frente a otros. Existe igualdad de oportunidades para todos los alumnos, eso que se dice pero se hace muy poco en nuestro país. Nosotros preferimos separar a los niños que “sacan buenas notas”, que no a los que saben más, porque como he comentado más arriba esto no siempre correlaciona. Y entonces a nosotros, los padres, nos parece una excelente idea (sí, también excelente), y no pensamos que quizás donde hay que poner la atención, el foco y los programas políticos es en conseguir una educación universal que genere aprendizajes diversos en nuestros alumnos que, como consecuencia darán buenos resultados académicos.

Además hay otro tema importante, en Finlandia ser profesor es una profesión de prestigio, donde se requiere una alta formación, dónde se realizan una pruebas realmente duras para poder acceder. Pensemos por un momento en nuestros profesores, en su formación y en su acceso al ejercicio de la profesión (cuando pueden presentarse) y pensemos también en sus sueldos. De verdad ¿no pensáis que quizás haga falta revolucionar el sistema a fondo? ¿tal y como comentaba mi alumno?

Contra el fracaso escolar, ¡evolución!

El otro día leí una noticia en el periódico que dice que el fracaso escolar se fragua en la primaria y que tiene un carácter irreversible a los 19 años. La verdad es que es una noticia que me parece aterradora en un país como el nuestro que necesita cada vez más ciudadanos formados y cultos. Estamos ante una realidad contra la que no sabemos luchar por lo que parece. Las soluciones que se aportan desde los Gobiernos y sus leyes de educación parece que no contribuyen al descenso del fracaso escolar, pero ¿por qué?

Tengo la sensación de que los padres de ahora tenemos un nivel mejor si lo comparamos con nuestros propios padres. El nivel de analfabetismo en España ha disminuido hasta el 2,2%, y esto es sin duda un logro frente a otras épocas bastante recientes. Sin embargo, no estamos sabiendo luchar contra el fracaso y abandono escolar, este es un problema que no se arregla con obligatoriedades ni repeticiones de nivel. Estamos asistiendo en mayor o menos grado a la generalización de la desmotivación por aprender, y esto sí que es grave, ya que sin conocimiento no existe la innovación, ni la creatividad, ni el avance de una sociedad.

Hay multitud de foros últimamente donde se habla del cambio de paradigma, normalmente motivado por las TIC. Y sin embargo no percibo que se evolucione realmente a dicho cambio de paradigma, salvo excepciones. El panorama general sitúa a los alumnos en aulas donde, a medida que pasan los años, se les resta escenarios de creatividad, debate y manipulación, para convertirse en aulas donde el aprendizaje se produce básicamente por escuchar en silencio a un profesor. Ni existe silencio, ni existe escucha, ni existe aprendizaje con ese modelo, ¡asumámoslo! Nos cuesta mucho cambiar el modelo, y comienzan a aflorar teorías nostálgicas de un tiempo mejor: cuando el alumno respetaba al profesor. Y echamos mano de medidas disciplinarias para volver a aquellos tiempos en que los alumnos callaban y escuchaban. Y no queremos ruido en las aulas, pero lo tenemos. No queremos que copien, pero lo hacen. No queremos que respondan, pero lo cierto es que si no comprenden han de preguntar, y responder.

Intentamos resolver el problema, nuestro problema, con un modelo antiguo ya caduco. Intentamos que nuestras aulas de ahora sean como lo eran cuando nosotros éramos estudiantes. Nosotros callábamos ante las incomprensiones, o ante las injusticias. Nosotros quizás aprendimos con un modelo basado principalmente en el miedo, y esto ahora no funciona. Y me da la sensación de que respondemos al desconcierto con desorden, sin pensar en modelos diferentes, sin pensar en la “evolución”.

Tenemos multitud de recursos para cambiar, sólo nos falta atrevernos. Sabemos que hay metodologías más motivadoras, como el aprendizaje cooperativo, o el trabajo por proyectos, basándonos en las inteligencias múltiples. Existen las tecnologías en educación, el uso de internet en el aula, y sin embargo recurrimos una y otra vez a los modelos de antaño. Los métodos de mira el libro y haz los ejercicios. Pero no es la tecnología lo importante, es el saber plantear proyectos de innovación pedagógica, de EVOLUCIÓN. Me quedo con la frase de Carlinhos Brown con su proyecto del Candeal, de todo el movimiento social y educativo que ha revolucionado su favela natal: “la revolución destruye, pero la evolución construye”

La educación es anacrónica

Muy interesante escuchar este programa de Redes, dirigido por Eduard Punset, y que entrevista a Ken Robinson.

Es destacable escuchar la idea de por qué nuestra educación no se está adaptando a la sociedad actual, los conceptos claves. Sobre todo porque este tipo de ideas pueden ayudar a cambiar radicalmente el concepto de escuela, plantear nuevos espacios para aprender, nuevas didácticas y nuevos conceptos incluso.

De las palabras a los hechos

Hace ya mucho tiempo que se viene hablando del cambio de paradigma educativo, del cambio del rol del profesor, del alumno, de los padres… he asistido a muchas ponencias, conferencias, jornadas, congresos en los últimos diez años y el discurso ha cambiado poco. Hemos pasado de hablar de “recursos en el aula” a “redes sociales” pero en el fondo los docentes siguen esperando el recurso mágico que le ayude a hacer más llevadero su trabajo. Y entonces llega el mercado y aprieta con recursos y con libros, y con herramientas… y ahora hay Pizarras Digitales en las aulas, y en muchos centros ordenadores portátiles que incluso los niños llevan a sus casas. Y también hay muchos cursos, multitud de cursos, gratis, para aprender a ser el docente del Siglo XXI. Y recientemente han llegado las Redes Sociales a revolucionarlo todo, sobre todo nuestra forma de interactuar con los medios, que ha pasado de ser obserdora a ser exhibicionista muchas veces. Y nuevos elementos han irrumpido en escena, los miedos a estos medios, las diferentes opiniones, los primeros pinitos sin estar seguros de que esto tenga algún resultado concreto.

Pero seguimos preparando programaciones llenas de contenidos que sigan al pie de la letra el currículum con los materiales de siempre, aunque aquí sí que parece que innovamos, hemos pasado del libro al libro digital y de la pizarra a la pizarra digital, pero lo mismo, y lo peor, la misma evaluación basada en exámenes, y más exámenes.

¿No será hora ya de pasar de las palabras a los hechos? Si continuamente escuchamos a expertos hablar de las nuevas necesidades, de que tenemos que educar para una Sociedad del Conocimiento y no una Sociedad Industrial, ¿por qué seguimos reproduciendo el modelo industrial en las aulas? El hecho de usar los nuevos medios no significa que estemos cambiando nada, esto es sólo visual. Debemos sumergirnos en la profundidad del hecho educativo, debemos realmente evolucionar hacia contextos que rompan definitivamente con los modelos antiguos. Comenzar a crear, comenzar a cambiar de verdad.

Tuve la oportunidad de escuchar a los expertos que han participado en las dos ediciones del Global Education Forum (GEF) a los que he asistido y en todos ellos había el mismo mensaje: “hay que reinventar el proceso de aprendizaje”, “Hay que preparar a nuestros jóvenes para afrontar desafíos. Necesitamos desarrollar habilidades, sistemas y un nuevo conocimiento para la Educación del Siglo XXI”… y muchas más frases para pensar, pero sobre todo para empezar a actuar.